Ana Barbolla, en el patio de la escuela, sede de la asociación. Al fondo, la playa de Salinas. :: MARIETA
Ana Barbolla. Presidenta de a Asociación de Vecinos de San Martín de Laspra

«Gracias a la asociación de vecinos el pueblo está más unido»

«En San Martín no hay aceras, ni centro social, ni parque infantil, ni aparcamiento. Tampoco hay bares, ni comercios, pero se vive muy bien» Ana Barbolla Presidenta de a Asociación de Vecinos de San Martín de Laspra

J. F. GALÁN

Lunes, 12 de agosto 2013, 11:37

El Cueto, Navalón, Garaviza y El Fondón son algunos de los barrios que conforman San Martín de Laspra, antaño también conocido como San Martín de los Pimientos, un pueblo de unos 240 habitantes enclavado en un alto, entre Piedras Blancas y Salinas, y distribuido alrededor de una iglesia cuyos orígenes datan de tiempos de Alfonso III. Ana Barbo-lla llegó a vivir a San Martín de Laspra hace diez años, y desde hace uno preside la Asociación de Vecinos Amigos de San Martín de Laspra.

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-¿Qué le llevó a trasladarse a vivir a San Martín?

-Mi marido, que es de Salinas, estaba empeñado en venir a vivir aquí.

-¿Y qué tal se vive?

-Muy bien. Aquí soy feliz. Estamos al lado de Piedras Blancas y de Salinas, pero es un pueblín. La gente tiene pitas, y cultiva sus huertas. La verdad es que se hace curioso, al lado de Salinas, con tanto glamour.

-No hay bares, ni tiendas.

-Aquí no hay nada. En San Martín vive mucha gente mayor, la mayoría sola, y las mujeres se reunían en torno a la iglesia para hablar. Su vida era su casa, con su tele y su centro de fotos. Me di cuenta de esa soledad, y entendí que había necesidad de hacer algo que aglutinara a esas mujeres, que les diera vida. Por eso empecé la asociación.

-¿Qué es lo que hacen?

-Lo que mejor funciona es el tema del reciclaje. Empezamos con un taller de cerámica, y luego se me ocurrió adornar el pueblo por Navidad con adornos hechos a mano a partir de material reciclado. Hicimos una asamblea y comenzaron a apuntarse. Al principio venían nerviosas, y cuando vieron que las cosas salían, cogieron confianza y empezaron a venir todos los días, hasta el domingo. Al final engalanamos todo el pueblo, y quedó precioso.

-¿Qué más actividades realiza la asociación?

-Hay grupos de pilates, de baile... hasta una tertulia de memoria local. También organizamos conferencias, excursiones y otra serie de actividades similares que contribuyen a que los vecinos hagan más vida en el pueblo.

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-¿Cómo se financia?

-Con las cuotas de los socios. Somos 140, más de la mitad del pueblo. El cabeza de familia paga veinte euros al año, el cónyuge diez y los menores, cinco. También hay otras fuentes de financiación, como la venta de camisetas.

-A nivel de servicios e infraestructuras, ¿hay deficiencias?

-Servicios no hay ninguno. No hay parque, ni aparcamiento, ni centro social, ni transporte urbano, ni aceras, ni nada. Luego está el tema de las carreteras de acceso. Son muy estrechas, empinadas y con curvas, y soportan mucho tráfico. Cada vez las utiliza más gente para ir de Piedras Blancas a Salinas. Caminar por ella resulta peligroso, y no son muchos los que se atreven, pese a que tanto Piedras Blancas como Salinas están al lado. Es que no tienen ni cuneta.

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-¿Es el principal problema de San Martín?

-Es un problema de difícil solución, pero algo habría que hacer. Otro tema que preocupa mucho es el estado del área recreativa de Las Piñeras, que es el verdadero nombre de Pinos Altos, y de la carretera de acceso. La hierba casi te llega al cuello, y las rebollas se comen los pinos. Si un día prende una chispa, se puede armar gorda.

-¿Qué más necesita San Martín?

-Hay una fuente guapísima, la del Truébano de Garaviza, con un agua muy buena, pero resulta imposible llegar a ella, de tanta maleza que hay. También hay quejas del estado en que se encuentra el camino que baja a Salinas por La Estrecha. Falta mantenimiento, y la gente resbala.

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-Allí había un problema de fecales.

-Sí, pero el Ayuntamiento lo ha solucionado. El problema es que cuando llueve el agua arroya. Hay otro camino que está mejor, el que acaba en El Piemonte.

-También había un proyecto para construir una pista deportiva y un aparcamiento en el entorno de la iglesia.

-Sí, pero no hay dinero. La verdad es que era algo necesario, sobre todo por el parque, para los niños. No es que haya muchos, creo que son ocho, pero necesitan un parque.

-¿Alguna cosa más?

-El local de la asociación -ubicado en la planta baja de las antiguas escuelas- se queda pequeño. Tiene cuarenta metros cuadrados, y sólo con guardar el material que necesitamos para los talleres de reciclaje ya se llena. También estaría bien hacer un albergue de peregrinos. Por aquí pasan muchos, pero claro, no hay dinero.

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-La asociación también ha potenciado la fiesta sacramental.

-San Martín era un pueblo muy dividido, y gracias a esas iniciativas comienza a estar unido. En la comida de las fiestas llegamos a reunirnos unas doscientas personas, casi todo el pueblo.

-¿Dividido?

-San Martín está formado por distintos barrios, y como no hay aceras, cada uno hace vida en el suyo. La verdad es que tampoco hay dónde ir, salvo a la iglesia, aunque ahora también se puede ir al local de la Asociación de Vecinos.

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-¿Había rencillas entre los distintos barrios?

-Había historias sin ningún sentido que venían de muy atrás y que ahora se han superado. Logramos hacer esa unión, y comenzamos a sentirnos un pueblo fuerte.

-¿Qué es lo mejor de San Martín?

-La tranquilidad y las vistas.

-¿Ha cambiado mucho?

-San Martín es una de las localidades con más historia de Castrillón. Ya existía en tiempos de los romanos, y llegó a ser la cabecera de la zona. Luego, con la industrialización, la gente empezó a bajar, porque era más cómodo vivir en el llano que en este alto. Entonces fue desapareciendo todo: los bares, las tiendas, la escuela... Aquí no hay ni un comercio.

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-En los últimos años se han construido muchas viviendas de 'alto standing'.

-Sí, pero sigue siendo un pueblo, y muy bonito, en el que se vive muy bien.

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