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MARÍA LASTRA
Jueves, 16 de mayo 2013, 05:27
En el siglo XVI, las fiestas de La Balesquida, cofradía fundada el 5 de febrero de 1232, arrancaban con la procesión de la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza desde la capilla de La Balesquida hasta Santa Ana de Mexide. Allí, tras la misa, se repartía a los cofrades el almuerzo, consistente en «un torrezno, pan de fisga y medio cuartillo de vino pasado el monte», una tradición que dio origen al actual Martes de Campo. El bollo preñao y la botella de vino han tomado ahora el protagonismo. El geólogo Manuel Gutiérrez Claverol repasó ayer en el Filarmónica, durante su pregón, la historia y los cambios de la comida con la que los ovetenses disfrutan cada martes después del domingo de Pentecostés.
«Acerca de esta vetusta cofradía se ha narrado casi todo», reconoció Claverol, pero «¿qué más se puede decir?». El Fuero de Oviedo de 1925 y las posteriores Ordenanzas y Autos de Buen Gobierno le dieron la pista. En ellas, la palabra vino es mencionada casi en 2.000 ocasiones, y pan unas 1.200. «Esto solventó mi incertidumbre», afirmó el geólogo. Las costumbres de la cofradía de La Balesquida han ido cambiando con el paso del tiempo. Del pan de fisga disfrutado en Santa Ana de Mexide se pasó en el siglo XVIII a la actual ubicación en el campo San Francisco, momento en el que «el pan de fisga fue sustituido por el trigo, materializado en un bollo de cuernos, junto a torreznos de rico jamón y el vino blanco de rueda». Para el bollo con chorizo hubo que esperar más. Posiblemente hasta 1926, «año en el que aparece en escena el famoso bollu preñao», que desde entonces se hizo omnipresente en las celebraciones asturianas.
Simbolismo religioso
El pan y el vino guardan, sin duda, un gran «simbolismo religioso», y si el Martes de Campo es el gran conocido de las fiestas de La Balesquida, lo cierto es que los cultos se prolongan durante toda la semana, cuestión que el pregonero no pasó por alto. En el mundo cristiano, el pan contiene «singularidades de notable interés»: Jesús nace en Belén, que significa 'casa del pan', y este fue el alimento de la Última Cena. Además en torno a él se celebra la misa y «la jaculatoria por excelencia proclama: 'Danos hoy nuestro pan de cada día'». Mientras, el vino tiene una neta aceptación sacra y se entiende en la creencia cristiana como el alma, «pues adopta el significado de la sangre de Cristo», explicó Claverol.
El geólogo arrancó ayer con su pregón las fiestas de La Balesquida. Por delante, una semana de festejos que culminarán con la celebración del Martes de Campo, en el que el pan y el vino volverán a ser los protagonistas. En pleno siglo XXI.
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