
LAURA FONSECA
Martes, 7 de mayo 2013, 05:02
20.000 asturianos con fibromialgia y otros mil con fatiga crónica. En total, 21.000 personas residentes en el Principado afectadas por enfermedades mal catalogadas como raras y cuyos afectados en ocasiones llegan a esperar años antes de que se clarifique su diagnóstico. Ambas dolencias, que este domingo celebran su día mundial, cursan con trastornos músculo-esqueléticos que dificultan el día a día de los enfermos. Quienes las padecen suelen sufrir cansancio permanente, dolor persistente y rigidez en músculos y tendones. Su origen, tal y como explica Paloma González Barrio, presidenta de la Asociación de Enfermos de Fibromialgia y Fatiga Crónica del Principado de Asturias (AENFIPA), es desconocido. Afecta a un 4% de la población general, de la que un 85% son mujeres y un 15%, hombres. La fatiga crónica mantiene el mismo perfil de género, aunque cursa en el 1% de los adultos.
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Paloma González, la actual presidenta de los afectados de fibromialgia en Asturias, empezó con los primeros trastornos (hinchazón en las manos) a los 27 años pero no fue hasta los 40 que le dijeron que lo suyo era una enfermedad de dificil pronunciación de la que «poco se sabía y se conocía», recuerda.
Apoyo emocional
Para hacer visible una dolencia que aún permanece a la sombra y «normalizar» la situación, la AENFIPA ha organizado esta semana una serie de actos que arrancaron ayer con un ciclo de conferencias en el Auditorio Príncipe de Asturias, en Oviedo. Magdalena Muguiro Loring, psícologa de la asociación, se refirió a la importancia del apoyo emocional. «El estrés sostenido en el tiempo hace que el sistema nervioso y hormonal se desajuste. De ahí, la importancia de controlar y reconocer las emociones, en esta y en otras muchas dolencias crónicas», indicó la especialista, quien insistió que «con esto no quiero decir que se trate de una enfermedad de origen psicológico como han querido hacer ver durante muchos años de manera errónea».
Colectivos como la Asociación de Fibromialgia no escapan a los efectos de los recortes, tanto a nivel administrativo como entre los pacientes que ven como se limita el acceso a tratamientos. En este sentido, Paloma González indicó que varios de los fármacos retirados en junio pasado de la financiación pública «son cremas y geles antiinflamatorios muy utilizados por los enfermos y que ahora tenemos que pagar de nuestro bolsillo». Asimismo, AENFIPA corre el riesgo de quedarse en junio próximo sin el trabajo de la fisioterapeuta y la trabajadora social al no sacar el INEM las subvenciones para empleo.
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