Aurelia, sentada, recibe el cariño de su hermana Florinda (izquierda), junto a José Luis García, Ana García y Laura Muñiz. :: MARIETA
AVILES

Aurelia Fernández Solís cumplió ayer 105 años en Villalegre

J. F. GALÁN

Viernes, 29 de marzo 2013, 12:14

Aurelia Fernández Solís es una de las catorce avilesinas que presumen de ser centenarias. Apenas suponen el 0,01% de la población, y todas son mujeres. Hombres, ni uno, según recoge la web del Instituto Nacional de Estadística, con datos relativos a 1 de enero 2012. Ella es una de las más veteranas de tan restringido club. Ayer cumplió 105 años, edad más que respetable, pero distante aún de los 108 años y medio que lleva vividos María Concepción Menéndez Muñiz, Concha, la abuela de Avilés.

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Aurelia vive en Villalegre junto con su hermana, Florentina, que a sus 96 años constituye otro ejemplo de longevidad. La otra hermana, Marina, falleció hace un año con los 100 ya cumplidos. Ambas se valen por sí mismas gracias a la ayuda del servicio de asistencia a domicilio y a los cuidados de sus familiares más cercanos, que ayer la acompañaron a la hora de soplar las velas: su sobrino José Luis García, la mujer de éste, Laura Muñiz, y Ana García, cuñada de Florentina.

La homenajeada estaba feliz, pese al sobresalto que a primera hora le había ocasionado la súbita caída de un mueble, sin más consecuencias que el susto y el disgusto. «¡Llevaba cien años colgado ahí y mira que día se va caer¡», lamentaba. Aurelia está bien de salud. Utiliza una silla de ruedas, más que nada por seguridad y comodidad, y ha perdido algo de oído, pero conserva la lengua, la memoria y las ganas de vivir. «Yo es que me siento bien», dice.

La trajeron al mundo un 28 de marzo de 1908, el mismo año, bisiesto, en el que salía a la venta el Ford T, el modelo que popularizó el uso del automóvil. Fue en Villalegre, cerca de su actual domicilio, al que se trasladó cuando falleció el marido de su hermana, que disfruta de un sorprendente estado de salud. «¡Con quién voy a estar mejor que con ella!», puntualiza.

Aurelia trabajó durante muchos años en una fábrica de camisas que había en Villalegre. A los 74 enviudó de Benigno López, y hace cinco sufrió la pérdida de su único hijo, José Manuel, que no le dio nietos. Al quedarse sola abandonó el domicilio conyugal, en Trasona, para instalarse junto con su hermana en su Villalegre natal. Lo que más le gusta es ver la televisión, sobre todo los programas de tono rosa. «¡Cómo no voy a saber quién es!», exclama, casi ofendida, cuando se le pregunta si conoce a Belén Esteban.

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Más celosamente guarda el secreto de su longevidad. «Eso es cosa de Dios», dice, aunque parece que la genética también tiene algo que ver. Además de sus dos hermanas, la mayoría de sus tías también llegaron a ser nonagenarias, condición que según las estadísticas referidas, solo ostentan 764 avilesinos. De ellos, 133 son varones.

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