Vicent Llombart, autor de 'Jovellanos y el otoño de las luces', en su despacho. :: IRENE MARSILLA
Cultura

«Jovellanos fue un gran asturiano, pero también un gran europeo»

El catedrático valenciano publica en Trea 'Jovellanos y el otoño de las luces', una revisión sobre las ideas del prócer, que la próxima semana presentará en Gijón el presidente del Principado Vicent Llombart. Escritor

ALEJANDRO CARANTOÑA

Viernes, 22 de marzo 2013, 10:14

Hay dos sitios de los que Jovellanos no se ha movido: uno, la intersección entre la «primavera de las luces» y su otoño; y otra, ya imperecedera, que es la mirada que Goya captó en 1789. La primera de ellas da título al libro que el catedrático de Historia del Pensamiento Económico Vicent Llombart publica en la editorial asturiana Trea, 'Jovellanos y el otoño de las luces'; y la segunda, en un primer plano del semblante del prócer, ilustra su portada.

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Llombart, académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, miembro del Instituto Feijóo y socio del Foro Jovellanos, desgrana en las casi trescientas páginas que componen el volumen las «ideas de Jovellanos sobre educación, economía, política y felicidad, que son completamente actuales».

Esta observación, tan natural en los ensayos que abordan el pensamiento jovellanista, se traduce en la segunda parte del libro en un repaso a estos «temas actuales» con el fin último de «solucionar los problemas o emprender el camino hacia la felicidad, en definitiva».

No obstante, la ambición de Llombart nace, ante todo, en el placer y cierta «fascinación», reconoce, por la «misteriosa» mirada cazada por Goya, el consabido retrato de Jovellanos acodado: a este dedica un capítulo entero de la obra. «Siempre me he preguntado qué había detrás de ese rostro tan significativo». Desde una perspectiva, eso sí, estrictamente intelectual y más bien poco anecdótica, puesto que elude meterse «en la polémica reciente sobre la mujer» que aparece en otro retrato jovellanista, el del arenal de San Lorenzo. Se limita a un escueto: «Lo hacían muchos pintores».

Yendo, pues, al sentido de los ojos marrones que observan pensativos desde el lienzo, Llombart contempla a su vez al hombre que sembró «la primavera» de unas ideas «que ahora viven su otoño». Además, Llombart, valenciano, encuentra difícil trazar una frontera, en sus ideas, en función de los diversos escenarios de la Península por los que fueron floreciendo: «Jovellanos», explica, «fue un gran asturiano y, si quieres, un gran gijonés. En sus escritos y en su vida. Pero fue también un gran español y un gran europeo, preocupado por los conflictos bélicos entre naciones, por el problema económico...».

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Es decir, no solo manejaba las «fuentes intelectuales europeas», sino que también buscó aglutinar, para el catedrático, una «política de progreso» mediante -de nuevo- «una visión amplia» e integradora. Durante su encierro en el castillo de Bellver, en Mallorca, recuerda Llombart, «afloran los temas mallorquines, se integra en el medio. Es una persona flexible».

Al autor se le escapa cierto aire de anhelo al referirse a este recorrido, a esta figura, «en la actual situación». Él, que fue consejero de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes de la Generalitat durante tres años en el primer gobierno democrático, entre 1982 y 1985, se queda en un elegante «Valencia no vive una situación positiva», que se convierte en «muy delicada» al acordarse de los casos de corrupción y a la situación financiera de su región.

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Presentará el libro el próximo miércoles, día 27, a las 19.30 horas en el Antiguo Instituto de Gijón, y lo hará acompañado de Elena de Lorenzo y Joaquín Ocampo, del Instituto Feijoo, y del presidente autonómico, Javier Fernández, cuya presencia le supone un «orgullo. Me consta que lo ha leído con detalle, lo cual no es extraño, es incluso propio de los presidentes asturianos», señala, acordándose del jovellanismo de Sergio Marqués, Pedro de Silva, Vicente Álvarez-Areces o Francisco Álvarez-Cascos.

«Siempre digo que en Valencia», ríe, como mentando la coyuntura levantina, «solo hay una callecita muy pequeña dedicada a Jovellanos. Quizás», remata, «nos hayamos preocupado poco de él».

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