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I. GÓMEZ
Domingo, 10 de marzo 2013, 11:15
Dieciséis pilares sustentan el viaducto más alto de toda la autovía del Cantábrico. Desde sus 106 metros de altura máxima se ven la emblemática playa de la Concha de Artedo y el valle de las Luiñas, corazón vaqueiro de Cudillero. Ambos parajes se descubren al circular sobre su tablero, de unos 1.200 metros de longitud, e invitan a tomar la nueva salida hacia Lamuño y Salamir para conocerlos.
De alguna forma, uno de esos atractivos es el propio gigante de hormigón, que está considerado una de las obras de ingeniería más sobresalientes de la región. Desde el inicio de su construcción, llamó la atención por su altura, que sobrepasa con mucho la del puente original de la carretera N-632. Hoy, ambos conforman un sorprendente entramado de líneas sólidas apreciable desde la antigua nacional.
No obstante, la principal aportación del viaducto de la Concha de Artedo, la gran infraestructura del tramo Muros-Las Dueñas, es la mejora de la seguridad viaria. Su total puesta en servicio, el pasado martes, permite desviar la circulación de la N-632 y evitar enlaces tan conflictivos como el de El Rellayo. También aporta una mayor comodidad a la conducción y acorta la longitud y el tiempo de los trayectos.
Los cerca de 3,2 kilómetros que unen la rotonda de Las Dueñas con el acceso a Lamuño y Salamir (unos dos kilómetros menos que el trazado de la nacional) se recorren en menos dos minutos a la velocidad máxima recomendada (100 kilómetros por hora) y elementos de protección instalados en los laterales del viaducto reducen riesgos como los derivados del fuerte viento.
La mejora de las comunicaciones en Cudillero, que se completará la próxima semana con la apertura total del tramo, la constatan, sobre todo, los vecinos de la zona: «Ya era hora de que lo abrieran. Hacía mucha falta», sostiene el portavoz de la parroquia rural de Lamuño, Santiago Bernardo.
También desde el sector turístico celebran la conclusión de las obras. Bernardo Alija, presidente de la Federación Asturiana de Turismo Rural y gerente de un negocio hotelero en Cudillero, destaca que, sobre todo en temporada alta, el nuevo trazado evitará los tediosos atascos. Además, las comunicaciones ya no serán un obstáculo para la llegada de visitantes.
Ahora, vecinos y empresarios turísticos, se preguntan qué pasará con el puente viejo. Y es que mientras unos destacan la grandeza de la nueva vía, otros critican la gran cantidad de hormigón que se eleva sobre el paisaje: «Desde el punto de vista estético, no atrae, pero no se va a tirar lo que ya está hecho. Habrá que buscar soluciones», comenta Alija.
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