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Obras. A la izquierda, una curiosa imagen de la compuerta del año 1934, en un día de nevada del año 1948 y arriba, el embate de las aguas del Cantábrico contra los primeros andamios que se colocaron para la construcción del llamado muelle o espigón de la Osa.
Reivindicación histórica de los llaniscos
Oriente

Reivindicación histórica de los llaniscos

Desde 1827 hasta el pasado 2012, los llaniscos no dejaron de pedir mejoras y ahora cuentan con un puerto pesquero y otro deportivo

GUILLERMO F. BUERGO

Domingo, 27 de enero 2013, 12:41

Acondicionar el puerto de Llanes fue una reivindicación histórica de los marineros llaniscos y el principal anhelo de los modernos pescadores deportivos. A marea baja, sucesivas generaciones de lugareños contemplaron impávidos a los barcos varados en la Dársena y el Sablín. A lo largo del siglo XIX cualquier político que se acercaba a Llanes en busca de un sillón en el Senado o el Congreso de los Diputados, traía como principal promesa electoral la remodelación definitiva del puerto de Llanes. Una vez obtenido el puesto, el compromiso electoral terminaba diluyéndose en las oficinas del Ministerio de Fomento. Por fin, desde hace un año, las aguas cubren completamente la rada.Existen testimonios escritos de la actividad portuaria en Llanes desde el siglo XIII, pero la primera instancia del Ayuntamiento de Llanes, dirigida al Ministerio de Marina solicitando la reparación de los muelles del puerto, data del 13 de febrero de 1827. El 9 de marzo de ese año se elaboró un informe para «reparos radicales en la estrechísima entrada del puerto», que recogía un presupuesto de obras de 1819 por importe de 341.999 reales de vellón.

El estudio de 1819 no veía viable ni necesario invertir en el puerto de Llanes por tres razones: «Llanes y Cabrales carecen de producciones dignas de exportación; los barcos matriculados son pocos; Llanes se ubica entre Ribadesella y San Vicente de la Barquera, lugares más capaces y con caminos abiertos para la exportación». Y como detalle económico de gran relevancia se explicaba que «los llaniscos sufren importantes contribuciones y gravámenes, por lo que sería imposible imponer un nuevo arbitrio».

Por todo ello, la petición del Ayuntamiento de 1827 llevó a cerrar el expediente «por ser insuficientes las medidas propuestas», a pesar de que se había rebajado el presupuesto a 180.000 reales. Entre 1833 y 1861, otros seis intentos de remodelar el puerto de Llanes resultaron infructuosos.

Una nueva petición del Ayuntamiento, mejor fundamentada, se produce el 19 de septiembre de 1872. La necesidad de las obras de remodelación se apoyó en tres mejoras: «Para la entrada y salida del puerto; para el abrigo de los barcos que lo frecuentan y para facilitar la carga y descarga en los muelles interiores». La contestación de los técnicos volvió a ser demoledora para las aspiraciones llaniscas: «La decadencia de la pesca no se debe al estado del puerto; Llanes carece de las condiciones naturales de Ribadesella y San Vicente para ofrecer refugio a los barcos, y la carretera Torrelavega-Ribadesella y la del Pontón, dan mejores servicios a cualquier otro puerto del litoral que al de Llanes».

En esas condiciones se llega al siglo XX. En marzo de 1900 se inician las obras del espigón de la Osa, conocido como la Barra, pero nueve meses más tarde el temporal destruye la obra de cimentación. El 25 de junio de 1901, por Real Orden, se desestima la construcción del muelle de la Osa porque «sería dudoso el éxito, dadas las circunstancias y condiciones de emplazamiento. El Estado no debe comprometerse en obras tan costosas dada la escasa importancia comercial de Llanes». La obra contaba con un presupuesto de 1.256.239 de pesetas y se iba a realizar en «grandes cajones asentados a cinco metros por debajo del nivel del mar sobre la escollera natural, defendida del exterior por un manto de bloques artificiales que recibirán el primer choque de la ola».

Los llaniscos, y los políticos de la nueva hornada, debieron resultar pesadísimos para los ministros de Fomento de turno y en octubre de 1931 se inició la construcción del espigón de la Osa. A pesar de que un informe de 28 de octubre de 1924 explicaba que «el muelle de la Osa no dará al puerto de Llanes carácter de refugio, pero beneficiará la posibilidad de ofrecer entrada a los barcos y mejorar las condiciones como puerto pesquero».

Así estuvo el puerto de Llanes hasta la remodelación de 1993 que, por fin, dejó a la infraestructura cumpliendo la doble función de ensenada útil para la pesca y el refugio. Además, los bloques de hormigón fueron aprovechados por las brochas y pinceles de Agustín Ibarrola con el fin de llevar el nombre de Llanes por los cinco continentes y atraer a miles de visitantes.

En febrero de 2012 se entregaban las obras del puerto deportivo, ejecutadas por la empresa Sato con un coste de 3,7 millones de euros, aunque el presupuesto de licitación previsto por el Principado de Asturias era de 5,4 millones. Parecía que los sueños de ocho siglos se habían hecho realidad pero la rotura, el pasado martes, de los hidráulicos del cierre de la compuerta traían a la actualidad las palabras de Laurent Vital, cronista de Carlos I, cuando visitó la villa el día 26 de septiembre de 1517: «El puerto de Llanes está situado a un tiro de ballesta cerca de la mar, la cual llega por una entrada muy peligrosa hasta dentro de la villa y bate incesantemente contra las rocas, que son altas en sumo grado, pareciendo que es una sima del infierno por el ruido del agua, la cual salta continuamente más alto que una lanza a causa de las grandes olas que allí se encuentran y redoblan contra aquellas rocas cavadas y partidas en grandes hoyos. Y cuando esos hoyos están llenos, entonces vuelve a salir fuera, saltando, espumando y subiendo tan impetuosamente que apenas si se oye uno a otro gritar, no hablar. Lo que es una cosa horrorosa y espantosa de ver y oír. Y cuando hace tiempo rudo es muy peligroso para los barcos entrar en esta villa y también salir».

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