

Secciones
Servicios
Destacamos
POR NACHO PRIETO
Domingo, 20 de enero 2013, 02:39
El viejo aforismo de que alguien no es de donde nace, sino de donde pace, precisa una ampliación en el caso de Alberto López García-Asenjo que reconozca también el apego a determinado lugar geográfico por vocación, por mero gusto o por voluntaria adopción de su idiosincrasia.
El actual director de Coordinación de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura) y exsecretario general de Estructuras y Mercados Pesqueros de España prácticamente sólo vivió en Gijón entre los cinco y los quince años, pero se siente profundamente gijonés y asturiano porque aquí estudió en su adolescencia, practicó la hípica como miembro del equipo de competición del Chas, se casó y disfruta de un siempre corto, pero reiterado periodo de descanso cada vez que puede.
Nacer, Alberto López García-Asenjo nació en Ávila, porque ése era el destino de su padre, veterinario inspector de la Administración del Estado, cuando le tocó venir al mundo, hace ahora 50 años.
Pacer, lo hizo más en Bruselas, Canarias, Madrid o, ahora, en Roma que en su Gijón del alma, aunque para alguien que, por motivos de trabajo, llegó a pasar 230 noches de hotel en un año y que coge entre tres y cuatro aviones a la semana, debe de ser realmente difícil identificarse con el lugar de empadronamiento.
Los años más gijoneses de Alberto López García-Asenjo fueron los de estudiante en los jesuitas y los de jinete en el CHAS, donde formó parte del equipo del militar Juan Valenzuela con caballos cuyo nombre: Garbancito, Ventanero, Presidiario o Boquerón, todavía recuerda con añoranza. De aquella época data su profunda amistad con Luis Fernández Monasterio y antes de dejar Gijón ya «tonteaba» con la que acabó siendo su esposa, Yolanda Meana, con la que tiene tres hijos.
La carrera la inició con residencia habitual en Madrid, adonde se trasladó con quince años por nuevo destino de su padre, pero toda la vida de Alberto López García-Asenjo tendría ya siempre a Gijón y la mar como dos referencias irrenunciables.
Pasión por la gastronomía
Tras dejar Asturias, con su preferencia geográfica ya perfectamente definida, García-Asenjo desarrolló sus otras dos pasiones, una profesional y otra lúdica. Si la segunda, la gastronomía, nada tiene que ver con la primera, pues nunca se ganó la vida como crítico gastronómico, cocinero ni nada que se le parezca, trabajo y placer sí llegan a juntarse en muchos casos, porque si algo está claro es que a este gijonés con proyección internacional le gusta lo que hace. Y que todo ese trajín que implica tanta negociación, tanto viaje y tanta actividad, lejos de aburrirle o estresarle son indispensables para mantenerlo vivo.
Sólo así se entiende que, más allá de lo que son sus obligaciones, Alberto López imparta cada año cerca de una treintena de conferencias por todo el mundo.
Queda dicho que la negociación (acuerdo de pesca para Canarias con la Unión Europea, cuotas, convenios internacionales) es el punto fuerte de nuestro personaje, pero siempre sin dejar al margen la labor de campo necesaria para extraer los datos o los principios que luego llevar a la mesa de debate.
En un buque oceanográfico
García-Asenjo, como director general de Estructuras y Mercados Pesqueros, subió más de una vez a uno de los buques oceanográficos de la Secretaría General de Pesca Marítima para vivir en primera línea, al menos durante el tiempo que podía alejarse de los despachos, la investigación sobre el estado de los caladeros y la situación real de cada especie. Todo ello sienta las bases de una tiple fidelidad, porque es impensable que el más internacional de nuestros expertos en pesca haga algo a sabiendas de que no conviene a España, como país al que está acostumbrado a representar; que perjudique a los pescadores, como colectivo al que dedicó sus principales esfuerzos, y, también, que resulte incompatible con la sostenibilidad del medio marino, circunstancia ésta que lo convirtió, en su día, en miembro de la Real Academia del Mar.
A lo largo de su carrera, Alberto López García-Asenjo mezcló, con talento reconocido por gobiernos de distinto color político, la captación de conocimientos con una aplicación singularmente pragmática de los mismos. Algo que continúa practicando, ahora ya como coordinador de la FAO, con el convencimiento profundo, que se ocupa de transmitir en la primer oportunidad que se le presenta, de que la acuicultura puede contribuir muy eficazmente a acabar con el hambre en el mundo.
Con cuerda todavía para rato, García-Asenjo mira al futuro sin miedo a la innovación y piensa que la docencia puede ser una alternativa válida para cuando las fuerzas no le permitan más.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.