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125 años de Artes y Oficios en Gijón
GIJÓN

125 años de Artes y Oficios en Gijón

Acisclo Fernández Vallín y Justo del Castillo pusieron en marcha en 1888 un novedoso centro educativo Fue el germen del que nacieron el instituto Fernández Vallín y la Politécnica de Ingeniería

MARCO MENÉNDEZ

Domingo, 20 de enero 2013, 02:41

Han pasado 125 años desde que un puñado de visionarios pusieran en marcha en Gijón la Escuela de Artes y Oficios, un centro que nació con el objetivo de sacar de la calle a un centenar de jóvenes e inculcarles el gusto por el trabajo. Con el tiempo, esa idea fue evolucionado dando pie a diferentes centros universitarios, que culminaron a día de hoy en la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería de Gijón, mientras que en enseñanzas medias dio como fruto el Instituto de Educación Secundaria Fernández Vallín. Todo partió de Acisclo Fernández Vallín, consejero de Instrucción Pública; Alejandro Alvargonzález, alcalde de Gijón, y el ingeniero Justo del Castillo Quintana, que pondría en marcha la escuela tras asumir su dirección.

La inauguración tuvo lugar el 20 de enero de 1888, en un edificio que ocupaba el número 15 de la calle del Instituto (donde actualmente está la biblioteca pública), alquilado a los herederos de la viuda de Ruiz Gómez, según explica Agustín Guzmán Sancho en su publicación 'De la Atenas gijonesa al campus de Gijón'. En el proyecto de Fernández Vallín se quiso ir más allá de lo previsto en una real orden de 1886 que promulgaba la institución de estas escuelas, pues además de impartir enseñanzas de peritaje se quiso aunar la instrucción primaria y la enseñanza de un oficio.

Germen de la FP

En sus talleres se daban distintas enseñanzas profesionales, como carpintería, cantería, cerrajería, relojería, joyería y azabache, complemento de instrucción primaria, música vocal y corte y confección para mujeres. Se trataba del germen de la formación profesional en nuestro país.

El Gobierno de la nación había aprobado la creación de siete escuelas de este tipo, además de en Gijón, en Alcoy, Almería, Béjar, Logroño, Santiago de Compostela y Villanueva y Geltrú (Barcelona).

Acisclo Fernández Vallín y Justo del Castillo fueron los personajes más importantes en el devenir de esta iniciativa. La vida del primero transcurrió dedicada a la enseñanza y a la investigación. El gijonés llegó a ser director del Instituto Cardenal Cisneros, en Madrid, y primer asturiano en ocupar un asiento en la Real Academia de la Historia y de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Entre otras muchas distinciones, el Rey Alfonso XII le otorgó la Gran Cruz de Isabel la Católica.

En cuanto a Justo del Castillo Quintana, fue nombrado director de la Escuela de Artes y Oficios de Gijón por la reina regente María Cristina de Habsburgo. Aunque nacido en Santander, llegó a Asturias para la construcción de la línea férrea Pajares-Gijón, aunque se hizo cargo personalmente del tramo entre Oviedo y Gijón.

Llegó a ser catedrático de Mecánica Industrial en el Instituto Jovellanos, del que llegó a ser director, así como de la Escuela Elemental de Comercio. Además, perteneció a la primera logia masónica de Gijón y ocupó el cargo de concejal durante la República. Participó en la construcción del balneario de Las Carolinas y fue firme defensor de llevar el puerto local a El Musel. También hizo importantes descubrimientos arqueológicos.

En esta época el director del centro sólo cobraba una gratificación de 250 pesetas al año, mientras que el sueldo de cada uno de los profesores era de 2.500 pesetas anuales. Ayudantes, escribientes y conserjes llegaban a las 1.250 pesetas, mientras que los mozos de aseo, sólo a las mil. El presupuesto de gastos de la escuela era, durante su primer año, de 12.000 pesetas.

Programa educativo

Las clases se dividían en nocturnas y diurnas. Las primeras estaban dedicadas a los artesanos, mientras que las segundas eran para los aprendices. El primer curso se matricularon 473 alumnos, siendo 253 de artesanos y 120 de aprendices. Hubo cursos en los que la matrícula casi alcanzó los 600 estudiantes, siendo siempre superior la de los artesanos.

Los estudios nocturnos tenían como objeto ser complemento a la instrucción del trabajador y en su mayoría eran clases teóricas para la promoción laboral y social del obrero. En cuanto a los diurnos, para aprendices, había distintos talleres pensados según las exigencias del desarrollo industrial. La enseñanza a mujeres estaba dirigida a jóvenes mayores de catorce años y pretendía proporcionar a la mujer «honrada ocupación que las entretenga y distraiga durante la mayor parte del día». Se completaba con nociones de matemáticas, dibujo y música vocal.

El éxito de esta iniciativa educativa fue muy pronto constatable y con la llegada del nuevo siglo fue necesario cambiar su ubicación. En concreto, la escuela fue trasladada al Instituto Jovellanos, aunque desde 1900 tenía ya un nuevo nombre, el de Escuela Superior de Industria. Fue necesario ampliar el edificio y abrir una entrada por la calle de Begoña. En 1911, nuevo cambio de nombre al de Escuela Industrial.

El centro tuvo en 1924 un cambio importante, pues pasó a depender del Ministerio de Trabajo. Se crearon dos escuelas en una: por un lado, la Escuela Superior de Trabajo, y por otro, la Escuela Elemental de Trabajo. Estas dos ramas tendrían con el devenir de los años caminos muy diferentes. La segunda se centra en sus comienzos en ser una verdadera escuela-taller. De todas formas, la actividad docente de ambas fue suspendida por el Frente Popular de Asturias en 1936 y tres años fueron desmilitarizados.

Aunque bajo una misma dirección, ambas escuelas continuaron funcionando por separado. Tal es así que la Escuela Superior de Trabajo se transformaría en 1942 en la Escuela de Peritos Industriales, mientras que la escuela elemental pasaría en 1955 a denominarse Escuela de Maestría Industrial. Ésta siguió impartiendo enseñanzas medias, pasando en 1975 a denominarse Instituto Politécnico Nacional; en 1980, Instituto Politécnico de Formación Profesional, y en 1987, Instituto de Educación Secundaria Fernández Vallín.

En cuanto a los estudios superiores, también sufrieron importantes cambios de denominación y de contenidos. Así, la Escuela de Peritos pasó a ser la Escuela universitaria de Ingeniería Técnica Industrial (1972) y Escuela técnica Superior de Ingenieros Industriales (1975). Pero no sería hasta 2010 cuando llegara a su actual denominación de Escuela Politécnica Superior de Ingeniería de Gijón, producto de la fusión de las escuelas universitarias de Ingeniería Técnica Industrial y de Ingeniería Técnica de Informática y Telemática, y la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería de Gijón.

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