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GUILLERMO F. BUERGO
Domingo, 30 de diciembre 2012, 09:34
El edificio que hoy se conoce en Llanes como Residencia Faustino Sobrino es una vivienda de nueva planta levantada en el solar de lo que fue una casona singular que empezó a demolerse el 10 de mayo de 1982. El vetusto edificio era la sede de un Hospital-Asilo que se había inaugurado el domingo 10 de junio de 1894, gracias a un legado de 200.000 pesos que había dejado Faustino Sobrino Díaz, al fallecer en la ciudad de México el 13 de septiembre de 1883. Así pues, se trata de una infraestructura con 118 años de historia y que siempre estuvo regentada por las Reverendas Terciarias de San Francisco, bajo el título de monjas de la Divina Pastora.El llanisco Faustino Sobrino emigró a México con 15 años y se convirtió en socio de su hermano mayor, Nemesio Sobrino, que había contribuido con 400.000 reales para la fundación de un colegio de primera y segunda enseñanza en Llanes. En 1865, Faustino contrajo matrimonio en el país azteca con Isabel de Teresa Miranda, hija del también llanisco Nicolás de Teresa, uno de los hombres más ricos de México, con importantes inversiones en casi todos los sectores de la economía, aunque con especial incidencia en los segmentos del comercio, las finanzas y el ramo de textiles e hilados.
Faustino Sobrino falleció sin descendencia y en su testamento, otorgado el 7 de enero de 1878, dejó el famoso legado de 200.000 pesos para la fundación de un Hospital y Asilo en la villa. Cruzó nueve veces el Atlántico y eso le había permitido comprar la finca con anterioridad y hasta describir el futuro edificio como un lugar en el que «sus ventanales sean como ojos encendidos y abiertos en amor a los llaniscos, y que los restos humanos que arroje el oleaje de la vida a la paz de sus jardines, encuentren cobijo en la placidez de sus toldillas».
El primer reglamento de la Fundación Faustino Sobrino se aprobó en 1888, bajo supervisión de José Parres Piñera, cuñado de Faustino Sobrino y fallecido al año siguiente. El primer patrono, entre 1894 y 1917, fue José Parres Sobrino, diputado, senador, Fiscal del Tribunal Supremo y sobrino del fundador. Y esos fueron los años de mayor lustre de la institución.
Parres Sobrino gestionó la contratación y la llegada de las monjas y, desde Madrid, marcó las primeras directrices del centro, en marzo de 1894. El primer anciano inscrito, con fecha 26 de mayo de 1894, fue Anastasia Somohano Galguera y la inauguración oficial se produjo el 10 de junio de ese año. Parres Sobrino falleció en 1917 y al frente del Patronato le sustituyó su primo Sinforiano Dosal Sobrino, hasta su muerte en 1921.
Las monjas, que recibían una asignación trimestral de 1.600 pesetas, dejaron de percibirla desde 1930. Y hasta 1975 vivieron en la más absoluta pobreza, en el umbral de la indigencia. Durante esos 45 años la Fundación subsistió por el trabajo y el sacrificio de las religiosas. ¿De qué vivían? Salvo donativos puntuales, siendo de los más importantes uno de 4.500 pesetas por parte del Bando de la Guía, en 1959, recibían ayudas monetarias procedentes de velar enfermos y poner inyecciones; festivales taurinos; funciones de teatro; venta de estiércol, ropa vieja y mantelería; limosnas; subsidios de los ancianos; partidos de fútbol, tómbolas y rifas de cerdos, sortijas, mantones de Manila, cuadros y muñecas.
En 1975 el edificio estaba completamente desfasado y ofrecía peligro de venirse abajo. Se planteó como solución su demolición y posterior reconstrucción, pero con un caramelo envenenado y tal vez de matices especulativos, a las monjas se les propuso vender el edificio y la finca, y con el producto de la venta construir un centro nuevo en Tieves, a las afueras de la villa. Las religiosas, por razones sentimentales, rechazaron la operación.
La Diputación Provincial aportó tres millones de pesetas para pagar los planos y el 30 de diciembre de 1981 el Plan de Inversiones del Fondo Nacional de Asistencia Social aprobó una colaboración de casi 75 millones de pesetas para la obra. Se trasladó a los ancianos a la cercana residencia Saro Posada y tras varios desfases presupuestarios, y cuantiosas aportaciones monetarias por parte de vecinos y el Ayuntamiento, la entrega provisional de la obra se produjo el 8 de abril de 1987, siendo alcalde de Llanes José Enrique Rozas Guijarro. Para cubrir los últimos flecos, la Consejería de Trabajo y Acción Social contribuyó con 16 millones de pesetas.
En la década de los ochenta se produjo un movimiento caritativo de enorme magnitud a favor del Asilo, un aluvión espontáneo de donaciones que van a dotar a la Fundación de un patrimonio relevante. En 1983, Fernando Campillo otorga ante notario escritura de donación a favor del Asilo de un inmueble de su propiedad situado en la calle Bardala, en Madrid. En 1986 y 1989 fallecen, respectivamente, las hermanas Nieves y Josefina Sotres Madiedo que dejan una fabulosa herencia en favor del Asilo. Y hubo otras aportaciones supermillonarias de vecinos 'anónimos' pero conocidos por todos los llaniscos, como es el caso de Cayetano Rubín. Ahí se fraguó el gran capital del Asilo, cuyo uso y destino es hoy día fuente de conflictos y disputas.
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