A. FUENTE
Viernes, 14 de diciembre 2012, 05:39
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Se levantaba la sesión y Marco Antonio García Piloñeta se fundía en un abrazo con su mujer ante la mirada de los miembros del jurado que se iban de la sala a deliberar. Eso ocurría pasada la una y media de la tarde. Tan solo cuatro horas después, ya había decisión: 'no culpable' por la muerte de Margarita Piloñeta, su madre. La votación no fue unánime, pero sí clara: por mayoría de los miembros del jurado, con ocho votos a favor y uno en contra de esta resolución. Seguidamente, el magistrado dictó oralmente la absolución y, en unos días, redactará el fallo definitivo. Nada más conocer la decisión, el imputado volvió a recurrir a los brazos de su mujer. «Dedico este momento a mi madre, a quien quería mucho, a mi mujer y a mis hijas, que me han dado todo su apoyo en estos duros momentos», dijo visiblemente emocionado.
En el otro lado, estaba la familia de Margarita, hermanos y sobrinos, que acataron la resolución. De hecho, el letrado que ejercía esta acusación particular, Juan Antonio Díaz, informó de que, en un principio, sus clientes no piensan presentar recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Asturias.
Los once miembros del jurado popular (aunque eran nueve quienes tenían derecho al voto, y los otros dos eran suplentes) escucharon las posiciones últimas de las partes. La más crítica con todo el proceso y con la actuación del equipo de investigación de la Policía -que vino de Madrid en 2008- fue la letrada de la defensa de Marco Antonio, Ana García Boto. La abogada calificó todo el proceso «de una burla a todo el sistema judicial».
Y es que entiende que no hay prueba incriminatoria alguna para declarar culpable a su defendido por la muerte de Margarita Piloñeta. «Hacer perder el tiempo a la justicia es algo grave», se quejó Boto. Por eso reclamó al magistrado que la acusación particular -ejercida por los hermanos de la víctima- se haga cargo de las costas de la defensa si se le declaraba inocente.
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La letrada quiso dejar claro en la última vista que la acusación particular «no ha podido acreditar que Marco Antonio sea culpable, no hay pruebas incriminatorias y no hay motivo para que matara a su madre, ni pasional ni económico». Resaltó que el acusado vivió 25 años en esa vivienda familiar de Riaño (Langreo), donde sucedió el brutal crimen, «por lo que es un hombre muy conocido y ese día no lo vio nadie por las inmediaciones. Y es que estaba trabajando». Denunció que, desde 2008, el procesado «lleva colgado el cartel de 'asesino' y tanto él como su familia lo están pasando muy mal. Las niñas han tenido que cambiar de colegio y Marco Antonio no encuentra trabajo».
Por su parte, el fiscal reclamó también la declaración de inocencia para el acusado, ya que, como se posicionó la defensa, «no hay certeza de que fuera él quien mató a Margarita Piloñeta».
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El representante del ministerio público aclaró a los miembros del jurado que su figura está para defender la justicia; en este caso, tanto de la víctima, como del propio procesado. Y al no haber pruebas «y ante las dudas que hay sobre este caso, no entiendo que al acusado se le pueda declarar culpable».
«No valen conjeturas»
Es más, apuntó a que no se ha podido probar en todo el proceso que Marco Antonio estuviera en casa de su madre, la escena del crimen y donde recibió las 47 puñaladas: «Aquí no valen conjeturas, solo certezas», dijo el fiscal. Esta última frase iba dirigida también al letrado de la acusación particular, que fue el primero en defender la postura de que el acusado había sido quien había matado a su madre aquel 13 de septiembre de 2006 en su vivienda. Presentó muchos «indicios» que apuntaban, «con pruebas indirectas» que él fue el autor del brutal crimen. Fue una palabra muy repetida en la presentación de conclusión final, tanto 'indicio' como 'mentiras' que atribuía a la defensa. «No se dejen engañar, hay indicios de que es culpable. Y les traigo un mensaje de la familia, que tiene la convicción de que Marco Antonio causó la muerte violenta de Margarita. Por eso, tenemos la confianza en que van a ser valientes y en que le van a declarar culpable», decía Juan Antonio Díaz a los miembros del jurado.
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Su más de hora y cuarto de alegato de poco sirvió, salvo para enfadar al magistrado por su uso del tiempo.
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