J. F. G.
Lunes, 15 de octubre 2012, 04:40
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Aunque ni por asomo los aparenta, María Concepción Menéndez Muñiz, Concha para todo el mundo, ya tiene 108 años cumplidos. Vino al mundo en 1904, el mismo año que Salvador Salí y también el mismo en que murió la Reina Isabel II. Según la partida de nacimiento la fecha fue el 2 de octubre en Limanes (Siero), aunque ella tiene claro que se trata de un error. «Yo nací el 15 de octubre», dice con genio. Y cualquiera se lo discute. Puede que haya perdido algo de oído, sí, pero no la memoria, ni las ganas de vivir, y menos aún el carácter.
Tampoco la elegancia. Concha estaba de peluquería, engalanada con sus mejores ropas y sus mejores joyas. Sonreía, y no es para menos. A fin de cuentas, no todo el mundo llega a los 108, y menos aún con la cabeza en su sitio y la fuerza necesaria en las piernas para mantenerse en pie. Además, ayer era el día en que decidió celebrar su cumpleaños, con independencia de que la fecha fuera hoy o el pasado día 2. En una vida de 108 años tampoco es que trece días importen demasiado.
Concha celebró su cumpleaños en su casa de Llaranes, arropada por parte de su numerosa familia. «Entre nietos, bisnietos y tataranietos tengo veintitrés, además de dos hijas y una hermana», Laura, que con sus 106 años también es otro ejemplo de longevidad, y dos hijas, Conchita y Pepita, con la que comparte domicilio.
Ayer se congregaron allí cinco de sus siete nietos, dos de su siete bisnietos y sus tres bisnietos, Ricardo José, César y Gabriela. No faltó la tarta, con el 108 encima, ni el cumpleaños feliz, con el consabido «y que cumplas muchos más».
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Concha estaba feliz, consciente en que ella era la absoluta protagonista, la 'niña' de la casa. Lo único que le duele, dijo, es «incordiar. Yo nunca he dado quehacer a nadie». Eso y un poco las piernas, «que ya no me responden como antes».
Además de por su sobrenombre, Concha es conocida como 'la carnicera de Las Caldas', localidad ovetense en la que ha vivido gran parte de su prolongada existencia. Además de la carnicería que regentó allí durante medio siglo, ocupaba su tiempo en la huerta, pasión que cultivó hasta los 106 años. «Entonces tuve un achaque», y tras recuperarse se trasladó a Llaranes, donde además de su hija Pepita vive una parte de su extensa descendencia.
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La televisión, leer los periódicos, y las revistas del corazón -«aunque sólo las letras grandes»- y contar a su familia con todo lujo de detalles los avatares de su existencia constituyen su principal entretenimiento. ¿Y cuál es el secreto de su longevidad?. «Trabajar mucho y comer lo justo, ni mucho ni poco», asegura. Es la mujer de mayor edad de Asturias, y según apunta un familiar, la decimonovena de España.
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