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Asistentes al festival de Longboard de Salinas posan en la 'fotona', la imagen de familia que se ha convertido en una de las citas fijas del certamen. :: SERGIO LÓPEZ
«Es un hito en la historia de Salinas»
Castrillon

«Es un hito en la historia de Salinas»

Los organizadores luchan por mantener el espíritu familiar de una cita que atrae a miles de personas y que ha crecido de forma exponencial La afluencia de público al festival de Longboard supera las expectativas de la organización

JOSÉ L. GONZÁLEZ

Domingo, 29 de julio 2012, 10:14

En el cruce de San Agustín con Severo Ochoa, en pleno centro de Avilés, un coche con cinco ocupantes se detiene delante del semáforo. «¿Por aquí se va a Salinas?», preguntan. «Lo mejor es que deis la vuelta, sigáis toda la carretera y en el cruce grande giréis a la izquierda». Una rápida maniobra saltándose la línea continua permite a los cinco jóvenes poner rumbo al festival de Longboard, la cita que les ha llevado a pasarse todo el día enlatados en el coche y donde les esperan miles de personas acampadas, que disfrutan tanto del surf como de la compañía de lo que ya son viejos amigos de certamen.

La imagen, recogida a las once de la noche del viernes, sirve para ilustrar el cambio que ha experimentado un festival en el que hace apenas unos años «sólo había veinte o treinta furgonetas». Lo sabe bien Gorka Pou, que ha dedicado al menos una quincena de los últimos veranos a recorrer el camino que separa el País Vasco de Salinas para disfrutar de esta actividad. «Es una maravilla el ambiente que hay en Salinas. Nosotros nos juntamos aquí con los malaguitas (un grupo de surferos andaluces que acampan a pocos metros de su espacio) y la verdad es que el espíritu familiar del principio continúa porque la organización hace que continúe y los participantes así lo queremos. Aunque se ha complementado con tantas actividades que ahora hay mucha más gente», sostiene.

Ese esfuerzo por hacer crecer el festival sin perder la esencia casi familiar que siempre lo ha caracterizado se traduce en la cara de cansancio acumulado que lucía en la mañana de ayer José Hevia, el ideólogo de la prueba. «Organizar esto es una locura. Estamos llegando a un punto en el que habrá que plantearse si profesionalizarlo o no, porque aquí todos son profesionales excepto los organizadores. Con conciertos como los de Mikel Erentxun o El Sueño de Morfeo la afluencia se ha disparado y dicen que hay un riesgo de desvirtuar el festival, pero la gente repite y de momento esto va. Son ellos, los participantes, los que mantienen el espíritu, y no se ve una mala cara», expone a la vez que reivindica el papel de motor económico del certamen. «Con la que está cayendo, hemos dado empleo a 200 personas y ayer (por el viernes) se acabó el dinero en los cajeros automáticos. Eso hay que valorarlo. Es un hito en la historia de Salinas», señala.

Salvador García y Dani Parra, que han cruzado España para asistir al certamen, valoran los dos aspectos que definen ahora el Longboard de Salinas. «Esto se ha multiplicado por diez. En 2009 había cuatro gatos y ha ido creciendo con conciertazos, superescenarios y un paseo lleno de marcas», explica Salvador García, quien, no obstante, valora más el que para él ha sido «el mejor baño del año» o el ambiente que se vive desde su furgoneta aparcada «en primera línea de playa».

No le ocurre igual a Mariano García, quien después de cubrir la distancia que separa Salinas de Madrid advierte de que el festival puede morir de éxito. «Se está usando un poco a nivel de fiesta y ya hay otros eventos mejores que este», señala. No obstante, la mayoría de quienes han acudido a este certamen, son repetidores que tienen claro que seguirán acudiendo a este festival mientras siga siendo fiel a las reglas del surf: «naturaleza, deporte y compañerismo».

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