«El carbón tiene poco de reserva estratégica»

Juan Velarde (Salas, 1927) es catedrático emérito de la Universidad Complutense, consejero del Tribunal de Cuentas desde el año 1991, autor de más de 30 libros, doctor honoris causa en cinco universidades, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales y uno de los más destacados economistas asturianos.

-El Principado tendrá que presentar en unos días su plan de ajuste. Usted ha dicho que Asturias debería aprovechar la oportunidad para dar ejemplo. ¿Cómo?

-Por ejemplo, tratando de unificar la economía de la autonomía con el resto de la economía nacional... Hay toda una serie de materias en las que Asturias podría dar ejemplo y demostrar que no se dedica a hacer las cosas por su cuenta, sin importarle lo que va ocurriendo en el conjunto nacional.

-¿Qué opina de lo que se ha adelantado hasta el momento del documento elaborado por el Gobierno de Javier Fernández?

-Me parece atinado. No es ningún disparate. Va por donde se tiene que ir. Pero hay que leerlo entero y completo. No me atrevo a decir radicalmente que es excelente. En principio, da la impresión de que no está mal.

-Usted defiende la reducción del número de funcionarios.

-Sí, en todas las administraciones. Es una cifra excesiva. El FMI, en determinado momento, sostuvo que un número tan elevado de funcionarios respondía a una especie de extraña fórmula española para mantener a parados. Me parece un análisis ajustado a la realidad. La cantidad de funcionarios y empleados públicos aumentó tremendamente para lo que es la economía y la vida española. Es necesaria una intervención seria y un número de funcionarios suficiente para que trabajen con eficacia, pero bastante más reducido.

-También apuesta por devolver las competencias sanitarias al Estado.

-Nos enfrentamos a un problema muy serio. Como consecuencia de que España era un conjunto único, también era un comprador único de productos farmacéuticos o de máquinas sanitarias, con un poder de mercado impresionante. En el momento en el que son 19 entidades diferentes comprando, se rompe esa posibilidad de control de mercado y todo se encarece. Además, en un sistema de salud único, había materias que con tres o cuatro centros especializados en todo el país estaban cubiertas. Ahora, cada comunidad quiere tener el suyo. A mayor escala, la productividad mejora mucho. Seguir con este modelo de sanidad es encarecerlo.

-En materia educativa, entonces, ¿ocurre lo mismo?

-La educación necesita cambios radicales desde el principio, desde Primaria. Diversas autonomías han querido tener distintos mecanismos vinculados al mundo académico y universitario. No hay en España la suficiente masa crítica, no hay un conjunto de catedráticos serios e importantes, para atender a ese número enorme de universidades que se han creado como consecuencia de esta dispersión. En España, todas las autonomías quieren tener una universidad o incluso varias. Todo esto carece de sentido. Hay que unificarlo y ponerlo en orden nacional. Asturias, como consecuencia de su historia, de su universidad, acabaría teniendo ventajas.

-Calificó de «valientes» las primeras medidas puestas en marcha por el Ejecutivo de Rajoy. ¿Qué opina de las que vinieron después?

-Veo que el Gobierno va por el mismo buen camino, pero yo querría que fuese por uno más rápido. Todavía hay cierta lentitud. Esto tiene que ser más rápido: la resolución de problemas desde el punto de vista fiscal, la intervención económica administrativa, lo que ocurre con el terreno económico... Debe continuar por el mismo sendero, pero hay que ir más deprisa. Eso sí, para poder hacer eso hay que explicar bien a los españoles el por qué.

-¿Defiende también la intervención del estado en la energía?

-El sistema energético español da lugar a una situación enormemente cara. Incluso las instalaciones que ya están amortizadas continúan vinculadas a los precios de la energía que se compra. Hay que cambiar el sistema y hacerlo notablemente más barato, aunque haya protestas.

-¿No cree que el carbón podría jugar un papel importante como reserva estratégica?

-El carbón tiene muy poco de reserva estratégica para España. Siento decirlo, porque afecta a todo un conjunto de situaciones asturianas, pero las empresas del sector metalúrgico y siderometalúrgico asturiano necesitan carbón barato. El Estado no puede permitirse el lujo de dar subvenciones, porque el mundo europeo se lo prohíbe. No hay vuelta de hoja. Las cosas son así. Que, como reserva, como previsión de posibles peligros, se mantengan abiertas unas pocas -muy pocas- minas en Asturias, puede ser lógico y estar justificado.

-Pero cree que la mayoría han de cerrar...

-Creer que se puede mantener todo el sistema carbonero asturiano es absurdo. La otra opción a lo que se está haciendo es pelearnos con Europa, que las subvenciones supongan un gran peso para nuestro presupuesto y provocar que la materia prima sea cara. En este caso, los asturianismos locos no tienen cabida.

-Muchos pensaban que el cambio de Gobierno, daría a España una tregua de los mercados.

-Por aquello que se llama el 'efecto rebaño'. Cuando alrededor de una situación se genera un efecto de pánico, de miedo, todos se apuntan a eso. Si aciertan, lo han hecho bien. Y si no, como todos han hecho lo mismo, nadie se lo va a echar en cara. Eso es lo que existe ahora alrededor de España. Hasta que el país no empiece a competir con el extranjero, a demostrar que tiene un equilibrio económico, seguirá emitiendo esa sensación. Por eso suben los tipos.

-¿Cree que el rescate europeo será bueno para la economía?

-Por supuesto. De pronto, nos van a llegar unas corrientes de fondos prestadas más baratas que las recibidas anteriormente. Como consecuencia, empezaremos a poder liquidar situaciones de excesiva carga, desde el punto de vista financiero. Esos 100.000 millones nos vendrán muy bien.

-¿Es suficiente con la capitalización de la deuda bancaria o es necesario un cambio en las pautas de comportamiento?

-Claro que es necesario. El mecanismo laboral no puede seguir igual, tiene que ser más duro.

-¿Otra reforma?

-Tras la reforma, hay que endurecerlo más aún. La reforma es el comienzo. Tenemos que tener una productividad laboral muchísimo más alta y, automáticamente, costes más bajos.