La Capilla Sixtina de San Pedro

La iglesia de San Pedro ha transformado su girola, la nave posterior que circunda el altar mayor, en una especie de Capilla Sixtina. Paredes y techos han sido decorados con 200 metros cuadrados de mosaicos generando un nuevo espacio arquitectónico en el interior del templo que rezuma espiritualidad. Las creaciones, de inspiración cristiana oriental, son obra del jesuita esloveno Ivan Marko Rupnik, consejero del Papa Benedicto XVI y máximo exponente del arte sacro contemporáneo.

Los mosaicos fueron instalados en ocho días por Rupnik y un equipo de artistas de nueve nacionalidades distintas en sesiones maratonianas de trabajo de 7.45 a 21.30 horas. La remozada capilla, donde quedará instalado el sagrario del templo, será inaugurada y bendecida el domingo 24, por el arzobispo Jesús Sanz Montes.

La obra del padre Rupnik en Gijón es su mosaico 103 y, según explica el párroco de San Pedro, Javier Gómez Cuesta, en ella plasma con finalidad evangelizadora la idea teológica y pastoral de que «la Eucaristía edifica y sostiene a la Iglesia». Las diferentes escenas muestran «las obras y gestos de Cristo» a través de pasajes bíblicos como Pentecostés, la historia del profeta Elías y la viuda de Sarepta y el encuentro de San Pedro y San Juan con el tullido a la puerta del Templo.

La girola de San Pedro tiene su propia anécdota. Por culpa de este deambulatorio la iglesia más solicitada actualmente por los gijoneses para casarse no fue consagrada hasta 1965, a pesar de que fue reinaugurada tras la guerra en 1954. El arzobispo de Oviedo Francisco Javier Lauzurica y Torralba «no quiso consagrarla porque tenía girola y eso era propio de catedrales». De ahí que este espacio fuera tapiado hasta que con el paso del tiempo se recuperó como sacristía y almacén. Las intervención artística actual la ha dignificado hasta convertirla en una pieza de museo. El mosaico ha sido íntegramente sufragado «con ahorros de la parroquia y donaciones particulares. Rupnik no tiene caché de artista y sólo cobra por los materiales y una cantidad para mantener a sus colaboradores del Centro Aletti de Roma», dice Cuesta.