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FERNANDO DEL BUSTO
Lunes, 14 de mayo 2012, 05:37
Algún día llegará la primera y el verano. Y, es de suponer, con ellos los baños de sol. Largas exposiciones en la playa o en la montaña que pueden resultar perjudiciales para las personas. «En los últimos años aumenta el número de pacientes con enfermedades por tomar el sol sin las adecuadas medidas de protección. La incidencia del melanoma, un cáncer muy agresivo y que puede ser mortal, es pequeña, la media es unos doce casos al año en la comarca. Los carcinomas epidermoides son más frecuentes, pero menos graves. La media son unos 120 anuales», comenta el dermatólogo Daniel de la Mano, del Hospital San Agustín de Avilés.
El sol también presenta otros riesgos. Adelanta el envejecimiento de la piel, la formación de arrugas y otras enfermedades como urticarias solares o favorece el herpes. «No se trata de vivir en una cueva, la restricción solar tampoco es buena; la clave es una dosis moderada con las medidas de protección adecuadas», asevera.
Además, estas medidas deben aplicarse a toda la población. Y es que la piel tiene una 'memoria' que puede provocar que los efectos de una quemadura infantil aparezcan años después. Por esa razón, los cuidados deben comenzar desde la infancia. De la Mano señala que las características de la piel de los bebés aconsejan evitar los baños solares.
«Hasta los seis meses no se pueden usar cremas de protección con ellos. Cuando se empiezan a utilizar, se deben aplicar cremas pediátricas, ya que cuentan con filtros especiales para los niños. Mi consejo es que se adquieran de marcas reconocidas y en farmacias para asegurar su calidad», comenta. No se debe olvidar de procurarles sombra y vestirlos de forma adecuada para evitar riesgos.
La protección no debe basarse sólo en las cremas. Gorros, gafas de sol y la ropa son barreras fundamentales. «El uso de las cremas tampoco se puede limitar a la playa. Si una persona realizará actividades al aire libre, de ocio o de trabajo, debe protegerse de forma adecuada», comenta. La aplicación debe realizarse una media hora antes de que comience la exposición. Y renovarse cada 3 ó 4 horas, incluso más si se ha sudado o bañado, por ejemplo.
En función del tipo de piel, se debe aplicar factor de protección determinado. «Lo mínimo que recomiendo es un 25. En personas muy rubias o enfermos habría que ir a un 50», indica. De igual manera, aconseja una usar la crema de forma abundante. «Unos 30 centímetros cúbicos; lo mejor es en casa, de forma tranquila y en todo el cuerpo», comenta.
«Exposición moderada»
Una vez que se inicia el baño de sol, la exposición debe ser moderada, no muy larga. Y se desaconseja totalmente entre las 12 y las 16 horas, las peores horas de todo el día.
De la Mano no desaconseja el uso de los productos autobronceadores, aunque explica que «no protegen del sol. No son tóxicos, se deben usar como un cosmético». De igual manera, las cremas de bronceado rápido «tampoco aportan protección. Si se quiere, se podría utilizar como un complemento de la protección, pero no aporta nada».
En este sentido, destaca las nuevas generaciones de cremas. «Incorporan filtros biológicos, con lo que mejoran sus efectos beneficiosos para la piel», explica. También advierte del riesgo de las cabinas bronceadoras. «Existe una regulación y si se quieren utilizar debe ser con moderación. Su abuso es un riesgo para la salud», comenta.
Y, si a pesar de toda la protección, aparece una mancha o un lunar diferente a los que existen en el cuerpo, que crece de forma irregular, sangra o presenta erosiones lo más adecuado es acudir al médico de del servicio de Atención Primaria.
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