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Antonio Suárez, ante un retrato que le hizo Pelayo Ortega.
Antonio Suárez dona su obra a Gijón
Cultura

Antonio Suárez dona su obra a Gijón

Consciente de la importancia de su legado, ya presente en la pinacoteca, quiere que se quede para siempre en su ciudad El artista deja una colección de óleos y dibujos que enriquecerá los fondos del Museo Jovellanos

PACHÉ MERAYO

Sábado, 11 de febrero 2012, 03:40

Antonio Suárez tenía poco más de 20 años y el siglo XX algo más de cuarenta cuando se fue de su ciudad. Pero hoy el pintor que cofundó el mítico grupo El Paso, que tanta importancia tuvo en la puesta al día de la creación pictórica en España; el creador que dio forma a alguno de los momentos más intensos del arte del siglo pasado, ha decidido quedarse para siempre en Gijón. Mantenerse presente a la vera de la playa de San Lorenzo. Ya lo está porque el Museo Casa Natal de Jovellanos le tiene en lugar destacado en sus colecciones. Cualquiera que supere su umbral podrá contemplar ya en la primera planta, adornando el patio de luces, uno de sus más hermosos lienzos. Pero él y sus herederos han decidido ampliar esa presencia y que una parte de su importante legado se quede para siempre entre las paredes que fueron cuna del ilustrado Jovellanos.

A tal efecto han decidido hacer una donación de una colección de cuatro piezas pintadas al óleo y 60 dibujos, que serán presentados, según la dirección del museo, a finales de este mes de febrero.

Con ese paso la representación de Antonio Suárez en la principal pinacoteca local pasa a ser superior a la del Museo de Bellas Artes, donde su obra alcanza un nada desdeñable número de 17 obras, entre óleos, acuarelas, dibujos y una serie de bocetos, que dan magistral cuenta de parte de su trayectoria pictórica.

Para la presentación el Jovellanos recurrirá a su sala de exposiciones temporales, pero una vez dada a conocer íntegramente, se procederá a su «contextualización en la colección, como se merece», explica Lucía Peláez, directora del equipamiento de Gijón.

No será la primera vez que Antonio Suárez ocupe de manera monográfica ese destacado espacio en el museo. Hace un par de años se montó en la misma sala una colección dedicada a mostrar la relación del creador con la arquitectura, exhibiendo los trabajos que demuestran que, además de un gran pintor, fue «uno de los artistas españoles más interesantes entre los que emplearon las técnicas plásticas aplicadas a la construcción arquitectónica».

Algunos de aquellos trabajos quedarán ahora para siempre en el Museo de Gijón, como asimismo quedaron para siempre los bocetos de cada una de las esculturas que su amigo, el desaparecido Joaquín Rubio Camín, legó también a su ciudad. Ahora Suárez, que compartió los primeros pasos en el arte con Camín -de hecho, se iniciaba en la pintura al natural de su mano- tiene el mismo gesto que el creador al que tanto admiraba. Un gesto en el que ha participado toda la familia, muy implicada en la donación.

«Quiere que su obra se quede en un lugar en el que sabe que va a ser mimada y conservada como se merece y quiere que ese lugar sea su ciudad», añade Lucía Peláez, que está feliz con la decisión del creador que trató de resolver todas las preguntas que le hacía el lienzo, preguntas de color, de luz, de espacio, de signos y de texturas.

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