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Confianza. José Manuel Romero y el rey se encontraron el martes en una recepción a los consejeros de Patrimonio Nacional. :: EFE
La sombra amiga de don Juan Carlos
Sociedad

La sombra amiga de don Juan Carlos

El hombre de confianza del rey se llama José Manuel Romero. Así es el discreto abogado que sugirió a la Casa Real que apartara a Urdangarin del Instituto Nóos

:: FRANCISCO APAOLAZA

Sábado, 24 de diciembre 2011, 03:38

Sucedió el martes en la tradicional recepción de los reyes a los consejeros de Patrimonio Nacional en la Zarzuela. Era una de esas contadísimas ocasiones en las que uno de sus invitados eclipsaba el protagonismo de don Juan Carlos. Cuando saludó a un hombre canoso con aspecto bonancible, el de la mirada humilde, serena y comprensiva, los fotógrafos fusilaron el instante sin piedad. El de las imágenes era José Manuel Romero Moreno (Madrid, 1940), conde de Fontao y marqués de San Saturnino (títulos ambos vinculados a Galicia), el noble en el que confía Su Majestad para salvar los muebles de la Casa del Rey en la selva judicial y de imagen en la que se ha metido con la investigación a Iñaki Urdangarin.

A los pocos minutos de la escena en palacio, la mirada cercana de Romero estaba en todos los medios de comunicación. Lo raro del asunto es que a este veterano letrado no se le hubiera visto antes. Sin duda, la mayor virtud del estratosférico currículum del abogado es la discreción. Desde hace más de quince años ha sido asesor del rey en los asuntos más personales y en todo este tiempo, su nombre no había trascendido a la opinión pública. Hasta que saltó por los aires el asunto de la investigación de los movimientos empresariales y económicos de Urdangarin. Pese a que el Duque de Palma no ha sido imputado en ningún proceso, la trama judicial se descargó sobre la imagen de la Casa Real como la riada de una presa rota. Y para frenarla estaban don Juan Carlos y su amigo José Manuel Romero. El jurista pasó 2005 y 2006 siguiendo de cerca las actividades laborales de Urdangarin en el Instituto Nóos (entre otras labores). Romero detectó que el trabajo del duque no era el adecuado y recomendó que encontrara un empleo por cuenta ajena. El resultado fue el fichaje del vasco por Telefónica y su posterior traslado a Washington como consejero de la rama internacional de la empresa.

Es un dicho, casi un lugar común en la monarquía española: «En el Palacio de la Zarzuela solo el rey decide»... Pero muchos le aconsejan. En el cargo, además de una confianza extrema en la persona, se da por descontada la invisibilidad. El conde de Fontao es uno de esos hombres más que leales, una amistad vieja y una larga historia profesional que arranca hace más de quince años, en 1993, cuando se convierte en consejero externo de la Casa del Rey. El suyo no es ningún tipo de cargo oficial. Para cuestiones legales de índole menos personal, la Zarzuela cuenta con la Dirección General de Asuntos Jurídicos del Estado. Para otros menesteres más cercanos, relativos algunos a temas políticos o familiares, don Juan Carlos cuenta con Romero, un fiel consejero que entre 2007 y 2008 participó como mediador entre las partes con motivo de la separación (el famoso «cese temporal de la convivencia») entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar, que concluyó con el divorcio de la pareja en 2009.

El conde de Fontao es un amigo del rey desde mucho antes de que llegara a la Casa en 1993 como asesor, de la mano de Fernando Almansa y tras la turbulenta salida del administrador privado del rey, Manuel Prado y Colón de Carvajal, implicado en varios procesos judiciales que lo terminaron llevando a la cárcel. Romero y Juan Carlos de Borbón, amigos desde los años 60 cuando era príncipe, se encontraron al coincidir ambos en segundo curso de Derecho en la Universidad Complutense. Y se hicieron muy buenos amigos.

Abogado y seminarista

Ha pasado casi medio siglo desde aquel encuentro. De los dos, uno se coronaría rey de España y el otro estaba llamado a ser el titular de un brillantísimo currículo, aunque las cosas en la Complutense no estaban tan claras. Romero Moreno abandonó al poco tiempo los estudios y se integró en el seminario de los Padres Jesuitas, donde nunca llegó a ordenarse sacerdote, pero sacó adelante la carrera de Filosofía y el doctorado 'summa cum laude'.

En 1968 volvió a la vida seglar. Simpatizante del movimiento eurocomunista y de corrientes cristianas de izquierda, se convirtió en uno de los abogados más sólidos y a la vez invisibles de Madrid. Actualmente gestiona el despacho Romero Abogados en la calle Moreto, en los Jerónimos, la zona más exclusiva de los bufetes de la capital, junto al Museo del Prado. A ese despacho llegó en los ochenta junto a su asociado Alberto Oliart (ex ministro y más tarde presidente de RTVE), del que se separó posteriormente. Romero Moreno es profesor de Filosofía del Derecho en la Complutense desde 1975 y patrono de media docena de fundaciones, además de miembro del Club de Madrid y consejero de Patrimonio y del Real Instituto Elcano. Su vida personal (está casado con Ana María Duplá del Moral) y sus aficiones son tan discretas como él.

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