Secciones
Servicios
Destacamos
RAMÓN AVELLO
Domingo, 11 de diciembre 2011, 03:41
Dice el actual delegado del Gobierno en Asturias, Francisco González Zapico, lo mismo que decía el anterior: la próxima primavera la Autovía del Cantábrico quedará, salvo por un par de tramos, prácticamente terminada. Entre otros se abrirá el de Muros - Las Dueñas, por lo que la autovía de Gijón hasta Luarca quedará, como decían los militares, expedita y la autovía del Cantábrico a punto de caramelo. A todos nos suena no sólo esa música de promesa inaugural, sino también la letra de 'próxima primavera', además de la estación del amor, la estación de las promesas y las inauguraciones. No sé si será la siguiente o la próxima a la siguiente primavera, pero por mucho que arrecie la crisis, ahora percibimos que frente al humo de reiteradas promesas incumplidas, ahora se va, ¡por fín! en serio. Así, en la foto publicada en EL COMERCIO el pasado jueves, se veía al delegado y al alcalde de Cudillero caminando por el viaducto de la Concha de Artedo, ya prácticamente terminado. Con eso, la vieja Nacional 634 quedará definitivamente como carretera de cercanías, ruta de paseantes y ciclistas, con algún exaltado motorista, y como una senda de la nostalgia del tiempo pasado y de la memoria depositada en los recovecos del camino.
En un artículo reciente, Elena Carantoña nos hacía recordaba aquellos viajes interminables por esta carretera de la nostalgia hacia el 'far west' galaico. Probablemente Francisco Carantoña recorrió tantas veces esa ruta hacia Galicia, que le quedó una especial querencia por la Nacional 634. Incluso después de la inauguración del primer viaducto de Artedo, Carantoña, que abrigaba no sé qué recelos respecto a los vientos, solía pasar por abajo para luego seguir por la vieja carretera, prácticamente sin tráfico. Carantoña tenía cierta fama en algunas zonas entre Novellana y Ballota, de ser un conductor muy centrado e intrépido. Centrado, porque no se escoraba ni a la derecha ni a la izquierda; lo suyo era el centro de la carretera. Intrépido, porque alguna vez, abandonaba la carretera Nacional para adentrarse en caminos comarcales y vías doblemente secundarias que le llevaban a los altos de San Roque del Pico o Santa Ana Montarés.
Asombra pensar que en una franja costera relativamente estrecha como la carretera de la costa hacia Occidente en los concejos de Valdés y Cudillero coinciden varios caminos. El más cercano al mar, es el camino real de la costa, antigua vía Jacobea que recorrían, todavía a principios del siglo XX, las diligencias a caballo. El trazado de esta ruta de las diligencias, se conserva perfectamente en la bajada de Tablizo al río Cabo, en donde Uría sitúa 'Le pont qui tremble', el puente que tiembla de las canciones de los peregrinos. Hacia el monte, están la autovía del Cantábrico y la vía de la FEVE, destinada esta última en el futuro a senda turística. Por la cresta del monte el camino Real de las Palancas, la vía más utilizada en el siglo XIX, con tramos que se van borrando lentamente, cerrados por la maleza. Y en medio de todos ellos, la carretera Nacional 634, con sus curvas y revueltas, baches y camiones, de los que Till solía dar constancia. Una 'carreterina' de la nostalgia de un tiempo en el que viajar era algo más que desplazarse de un sitio a otro.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.