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La calle de La Cámara, en foto sin fecha, pero en cualquier caso anterior a 1895. A la izda. una esquina del palacio de Maqua, a la derecha, la actual calle San Bernardo. Al fondo el convento de La Merced. (Foto del libro 'Avilés en el pasado'. Nardo Villaboy).
La Cámara, calle principal
LOS EPISODIOS AVILESINOS

La Cámara, calle principal

La rúa principal de Avilés, aunque relativamente reciente, debe su nombre a una fuente medieval

ALBERTO DEL RÍO LEGAZPI

Domingo, 27 de noviembre 2011, 13:57

Entre la media docena de calles que parten de la plaza de España de Avilés o El Parche (la 'chapuza' más artística de Europa, junto con la italiana Torre de Pisa), hay dos de ellas, que comienzan descendiendo.

Una es La Cámara, columna vertebral del Avilés que inició el despegue hacia el progreso, en el siglo XIX. Fue un elegante resbalón modernista hacia el futuro.

En su deslizamiento generó una avenida que selló la unión entre la Villa y Sabugo, una vez desaparecido el puente 'moderno' que comunicaba ambos lugares, al soterrar el río Tuluergo, que atravesaba la población desde el parque del Retiro (actualmente conocido como Las Meanas) hasta su desembocadura en la Ría, al final de la hoy calle de La Muralla, donde estuvo ubicado durante siglos el puerto.

Anteriormente, en 1818, se había derribado la muralla defensiva de la Villa (episodio aparte), con argumento tan retorcido, que da pie a pensar en grandioso pelotazo urbanístico.

Pero, fue así como nació el Avilés moderno, articulado por esta calle que debe su nombre a la antiquísima fuente (ubicada en inmediaciones de Cabruñana y San Bernardo) conocida como la de La Cámara, ya que sus dos caños estaban situados en una cámara, o depósito, de piedra.

En esta zona está plantado, desde 1857, el destacado palacio de Maqua, hoy propiedad municipal.

Un poco mas abajo, La Cámara comienza a llanear lanzando a la calle de La Muralla hacia su derecha y hacia el lado contrario a la del Dr. Graiño, ambas repartiendo comercio y zonas verdes en El Muelle (el que empezó siendo un Bombé) y Las Meanas.

También surgió ese milagro simétrico de galerías acristaladas que acoge al mercado, privilegio otorgado por los Reyes Católicos, al haberse esfumado -por incendio- cerca del 70% del Avilés del siglo XV.

Más adelante, llama la atención la espectacular casa del indiano Eladio Muñiz, una esquina de lujo, apoteósico, que hace La Cámara con la calle Cuba.

Tuvo que pasar su tiempo para que derribaran el cementerio (donde hoy se alza el grupo escolar de Sabugo) y algún edificio colindante, pero sobre todo el convento de La Merced (demolido en 1895), que ocupaba un solar por donde hoy transcurre nuestra calle y está plantada la nueva (1903) y neogótica iglesia de Sabugo.

Y así, fueron asentándose y casando las piezas, bien que mal. Es el caso de la iglesia nueva de Sabugo, que algunos criticaron que se construyese, dándole la espalda al barrio. Esta 'traición' se ve hoy como una genial visión de futuro, ya que su vistosa portada miraba hacia aquella calle de La Cámara, que avanzaba, transformando la ciudad, imparable hacia el templo.

E incluso sobrepasarlo. Porque a mediados del siglo XX, cuando Avilés explotó -demográfica, social y económicamente hablando- con la construcción de ENSIDESA y otras grandes empresas, la calle se fue prolongando a partir de la iglesia, siendo alcalde Fernando Suárez del Villar, pero sin pizca de gracia arquitectónica.

Hubo en esta zona -y en pocos metros cuadrados- 'multitud' de locales destinados al ocio, cosa que llama la atención. Y es episodio aparte.

Al igual que las barbaridades urbanísticas cometidas La Cámara, capítulo que, también, toca otro día.

Pero esta calle comercial tiene una extraña singularidad y es el porrón de establecimiento del mismo gremio que se apelotonan en un tramo de unos 130 metros: seis ópticas y seis perfumerías (algunas de considerable tamaño)

Cosa insólita, aparente despropósito mercantil, que da que pensar. ¿Será Avilés tan celosa de su olfato y vista? O que los avilesinos son extremadamente cuidadosos con su higiene personal (jabones y perfumes) y la cosa cultural (vista cansada por lectura).

Esta 'Gran Vía de la Dioptría Perfumada' también es una suerte de termómetro político. En función de circunstancias históricas, llevó el nombre de García San Miguel, Pedregal, Generalísimo Franco, para terminar regresando -en 1979 y siendo alcalde Manuel Ponga- a su histórico nombre: La Cámara.

En sus dos tercios primeros es calle decimonónica. Y finolis, 'ma non troppo'.

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