LOS EPISODIOS AVILESINOS

La singular plaza de los siete nombres

En Avilés hay una espectacular plaza -totalmente rodeada de galerías- que alberga el histórico mercado de la Villa, concedido por los Reyes Católicos en 1478

ALBERTO DEL RÍO LEGAZPI

Domingo, 21 de agosto 2011, 21:11

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La Villa avilesina es territorio de plazas, con solera histórica: El Carbayo, El Parche, Carlos Lobo o El Carbayedo son algunos ejemplos. Pero cuando dices 'la plaza', a secas, tu interlocutor da por supuesto que te estás refiriendo a la de Hermanos Orbón.

Sin embargo es un lugar con hasta siete nombres en el imaginario popular, desde este 'La Plaza' hasta los que remiten a conceptos mercantiles, como plaza 'del Mercado' o 'de Abastos'. O geográficos: 'Las Aceñas'. Aparte, claro, de los legales: 'Plaza Nueva', que es el primer nombre adjudicado por el Ayuntamiento, desde su construcción hasta el 28 de octubre de 1938, cuando lo cambió por el del escritor y periodista 'Julián Orbón', que luego sustituyó por el de 'Hermanos Orbón' (músico uno y literato el otro) el 12 de agosto de 1965.

Algunos creen que tal surtido de nombres es consecuencia de la inspiración perenne que ocasiona el recinto. Otros que es la demostración de la imposibilidad para bautizar un espacio arquitectónico tan singular, creado en el siglo XIX, cuando la ciudad se estiró -urbanísticamente- de forma tan efectiva como brillante.

Se desecaron marismas insalubres que dividían Avilés hasta decir basta. Y así, sustituyendo líquido por sólido, nacieron esta plaza y los parques del Muelle y del Retiro. Y detrás, claro, el desarrollo urbano de gran parte de la ciudad.

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Quedémonos con la copla de que hasta hace unos ciento cuarenta años, el mar llegaba hasta Las Meanas, que fue el nombre que, posteriormente, heredó el citado parque del Retiro. Tela marinera.

La fuerza con que entraba, en el que hoy es centro de Avilés, se puede ilustrar con el hecho de que el nombre del lugar, fue: Las Aceñas, porque en este espacio estuvieron funcionando, desde el siglo XIII, aceñas, o sea molinos que utilizan las las mareas como fuerza motriz.

Fuimos adelantados en energía alternativa en plena Edad Media. Y, aquí, sin sacar pecho.

La plaza, es un espacio arquitectónico compuesto, en origen, por 28 solares dispuestos en rectángulo. Las viviendas vierten unos más que vistosos balcones y miradores, hacia las tres calles y una plaza. Y hacia el interior: galerías de madera sostenidas por ochenta columnas de hierro que conforman unos soportales de considerable altura. Bajo ellos: bajo y entresuelo de locales comerciales. El recinto tiene cuatro entradas. Una de ellas, la de la calle La Muralla, luce, en la parte superior una fecha: 1873. El diseño arquitectónico, municipal, responde a un tipo constructivo muy de moda entonces: las llamadas plazas Nuevas, basadas en la funcionalidad.

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Consta, para que nos conste, que el rectángulo central de la plaza estaba destinado a zona ajardinada. Pero una serie de acuerdos, posteriores, hicieron posible que se construyera en ese espacio un pabellón dedicado al mercado, que centralizara el que, desde el reinado de los Reyes Católicos, se desparramaba por calles y plazas de la Villa.

Y este pabellón central, de abastos, -hoy acertadamente remodelado- fue el tercer mercado moderno construido, en el siglo XIX, en Asturias, después del de Trascorrales en Oviedo y aquel de Jovellanos, en Gijón.

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En Avilés siempre ha habido polémica entre los partidarios de que el pabellón del mercado tuviese otra ubicación en la ciudad y los partidarios de que siga aquí. Una opinión coincidente con la oficial, que se ciñe a los planes del Avilés del futuro.

Aunque no está de más recordar que el interior de la simétrica plaza fue concebido como zona de ocio, con un centro ajardinado, que adornara el agradable paseo 'de invierno' que procuran los soportales, complemento del 'paseo del verano' en el parque del Muelle.

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Su simetría y el espectacular perímetro de galerías siguen ocasionando el asombro de miles de turistas.

Tengo escrito que el arquitecto José María Pérez González, más conocido como 'Peridis', famoso por sus afiladas y afinadas viñetas periodísticas, me inquirió -en un paseo por allí- y con un tono entre sorprendido y admirado '¿Pero como coño no conocía yo esto?'.

Pues eso es lo que venía ocurriendo con Avilés, desde casi siempre, hasta tres años antes de finalizar el siglo XX, cuando comenzó la promoción turística de la ciudad.

Y luego, en el siglo XXI, unos 130 años después de levantada esta plaza de los siete nombres, llegó el Niemeyer.

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