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RAMÓN AVELLO
Domingo, 14 de agosto 2011, 04:40
La tonada se recoge en el número 184 del 'Cancionero' de Torner. Nos habla de unas circunstancias tremendamente adversas por las que el pastor se pierde en una triste montaña, con una espesa neblina y durante una noche oscura. Y, ¿quién no se pierde así? Sin embargo, peor que se pierda el pastor es que se pierda el mismo camino, abandonado entre zarzas y toxos.
Desde hace años, observamos que en la Asturias rural y real cada vez quedan menos caminos y sendas. De diez sendas, una, la que sobrevive, se asfalta y ensancha para convertirse en carretera comarcal; las otras nueve desaparecen bajo la maleza. La causa de todo ello es obvia. Una senda por la que «non pasa naide», ni bípedo ni cuadrúpedo, a los pocos años acaba cerrada. La muerte de los caminos es, en el fondo, el símbolo de la muerte de las actividades ganaderas tradicionales. Excepcionalmente, si el camino o la senda se califica como «verde» -en Asturias esto es una reduplicación-, puede alargar artificialmente su agonía. Esta desaparición no sólo afecta a las sendas olvidadas y caminos recónditos, sino también a los viejos caminos reales y las históricas rutas jacobeas.
En 1890, el periodista Protasio González Solís y Cabal publicó el voluminoso volumen 'Memorias asturianas', recopilación de cientos y cientos de artículos de diferentes periódicos del siglo XIX, como 'El Industrial', 'El Independiente' y 'El Faro de Asturias', realizada por Protasio. Entre estos artículos están algunos de los que escribió, firmados con el seudónimo de 'Juan de las Carreteras', el abogado y aristócrata avilesino Juan Llano Ponte. Pensaba Llano Ponte que Asturias no podía avanzar sin las mejoras de las comunicaciones y, en especial, de las carreteras y caminos. Para él, la inauguración de una nueva carretera era, además de una muestra de progreso, una alegre fiesta. Por eso, el 5 de septiembre de 1864 asistió como invitado -junto a otras 117 personas, entre las que se encontraban los ancestros del mandamás actual de Asturias- a las fiestas de la inauguración de la carretera de Oviedo a Luarca, celebradas en esta última villa. En los artículos 'Impresiones de un viaje por el Occidente', describe 'Juan de las Carreteras', con gracia y llaneza, el viaje a caballo desde Soto del Barco hasta Figueras, de Figueras a Grandas de Salime y el regreso por Tineo, Salas, Pravia y a Avilés.
Llano Ponte hizo el viaje por la costa, hasta Soto de Luiña, en donde un posadero le recomendó «dejar el camino de Las Ballotas y seguir el de las Palancas», camino que va por la cresta de la sierra y que coincide con uno de los itinerarios jacobeos entre Soto de Luiña y Sampelayo de Tehona. (Santiago, escribe erróneamente Llano Ponte, mientras observa que es el primer pueblo del Occidente en el que la pizarra predomina sobre la teja). Pues bien, hoy, ese camino que además de los mimbres históricos también cumplía la función de unir las brañas de Silvamayor, Busmarzo y Gallinero, está impracticable. Se perdió a sí mismo, como tantos otros caminos, entre la indiferencia, los tojos, la imprudencia de los que deben prevenir incendios y la desidia general. «¡Ay de mí!, perdí el camino».
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