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Los clientes del bar El Candil, en la Tenderina, no faltan a la partida o al vino de las tardes. :: J. D.
«Los clientes son como niños en la escuela»
Oviedo

«Los clientes son como niños en la escuela»

PPLL

Domingo, 27 de marzo 2011, 12:04

Al pasar por la puerta del bar El Candil, en La Tenderina alta, la conversación elevada casi a tono de riña hace girar la vista. Por la pequeña puerta, en una esquina, se adivinan las cuatro mesas que llenan el reducido local; cuatro tableros donde cada día los clientes quedan para jugar la partida. «Al dominó y al subastao y como ves discutimos bastante. Ya no quedan sitios donde jugar la partida», cuentan. Hace más de 50 años que el chigre lleva abierto, aunque nadie lo sabe precisar con exactitud. Porque Tomás, el que fuera dueño desde 1988 y hasta hace dos años, era quien conocía toda la historia «se nos fue».

Ahora Silvia Jaramillo lo regenta. «Siempre vienen los mismos. Toman café y algún vino y yo les pongo unos pinchitos. Son como niños en la escuela», reconoce. «Lo que somos es cuatro golfos que quedamos», bromea Juan. Fue conductor de los autobuses urbanos de la empresa TUA y todas las mañanas esperaba en el bar El Candil a que le recogieran. Muchas veces le tocó compartir silla con jóvenes, que volvían de marcha. «Tomás abría muy temprano, sobre las cinco de la mañana, y ponía pincho a los que se retiraban tras la juerga», recuerda.

Cada tarde, «menos los domingos que cierra», queda en el bar con los de siempre: Pepín 'El gaitero', otro Pepín, 'El carboneru', Alfredo y Arturo, entre otros. «Aquí no hay tertulia cultural, aquí hablamos de todo y si hay que mandar a paseo a alguien se manda y tan amigos», asegura Joaquín, seguidor del Villa Real, que por lo inusual de su club de referencia le toca discutir con los del Barça y con los del Madrid.

Joaquín vive en Lugones y desde el año 75 «vengo aquí». Aún recuerda cuando una única bombilla «de esas antiguas», colgada en el centro del bar servía para iluminar todo el chigre. Como si fuera un candil, quizás de ahí venga su nombre. «Y cantábamos las canciones tradicionales asturianas. Desde hace unos años no nos dejan y el cante está desapareciendo de los bares. Ye una pena», lamenta. Lo que no desaparece en El Candil son las palabras en asturiano, una lengua que antaño se hablaba en todos los chigres.

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