ISABEL GÓMEZ
Jueves, 9 de diciembre 2010, 08:45
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Un mes después del temporal que destrozó el Museo del Calamar Gigante de Luarca, la situación de la Coordinadora para el Estudio y Protección de las Especies Marinas (Cepesma) no ha hecho más que empeorar. El cierre forzoso del equipamiento cercenó la fuente de ingresos que permitía a la entidad costear su mantenimiento y las actividades de divulgación medioambiental que desarrolla en el Parque de la Vida -donde se ubica el centro de recuperación de especies-, lo que ha puesto a Cepesma en una situación «absolutamente inasumible», afirma su presidente, Luis Laria.
De hecho, se ha rescindido el contrato a uno de los tres empleados del complejo y Laria no descarta que los otros dos también puedan verse afectados: «No tenemos ni para pagar la Seguridad Social», anota.
Además, está en riesgo la continuidad del centro de recuperación de especies, donde hoy se atienden más de 200 animales, como tortugas y serpientes: «Hemos intentado transferirlos a otras entidades, pero nadie los quiere», indicó Laria, que apuntó que los gastos de alimentación y cuidado son «imposibles de afrontar» para Cepesma. De hecho, señaló que la actividad se mantiene por «dos empresas que nos están dando a crédito el combustible que necesitamos para mantener el calor en la zona de cuarentena».
La difícil situación amenaza también la constitución de la fundación que aglutinaría todos los equipamientos de Cepesma: «Pensábamos cerrarlo en el primer trimestre del próximo año, pero para convertirse en fundación, Cepesma no puede tener ninguna carga económica», explicó Laria, que no oculta su preocupación por el futuro de la entidad. El director espera que las dificultades económicas van a resentir todas las actividades.
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A todo ello se suma la contención del gasto de las administraciones públicas. Laria señaló que la Dirección General de Puertos, propietaria del Museo del Calamar Gigante, ya ha elaborado un anteproyecto para la reconstrucción del edificio que incluye un muro de hormigón que, con el diseño de una proa de barco, protegerá el edificio de nuevos oleajes. Sin embargo, la falta de presupuesto hace sospechar que su ejecución se demore: «Sería una obra definitiva, pero temo que vaya para largo», afirmó.
Entretanto, las instalaciones museísticas del muelle de Luarca permanecen valladas para evitar la entrada de personas y minimizar así riesgos para la seguridad de las personas y la colección de los cefalópodos.
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