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Nicanor Piñole posa para José Joaquín Fanjul en su propio estudio. No necesita caballete, ni pinceles. Sólo la mirada.
Fanjul, arte detrás y delante de la cámara
GIJÓN

Fanjul, arte detrás y delante de la cámara

Piñole, Camín, Orlando Pelayo, Aurelio Suárez y Antonio Suárez. Todos compartieron tertulias y objetivo Sus retratos de creadores recuperan la mirada de juventud y madurez de toda una generación de genios

PACHÉ MERAYO

Lunes, 6 de diciembre 2010, 14:56

Le gustaba el mar. Cómo sonaba, cómo alborotaba y cómo dejaba ante su cámara de fotos cientos de metáforas de paz. Pero José Joaquín Fanjul, que moría en 2008, justo 11 días antes de cumplir los 75, se alimentaba de todo lo que abrazaba su vida y su cámara, estuviera o no frente a su Cantábrico. Las series que ha dejado como legado así lo cuentan, igual que dejan marcas de otra de sus pasiones, la pintura. Algunas de las instantáneas que componen su ingente herencia fotográfica, en las que abstrae la realidad con maestría, compiten en belleza con los mejores paisajes pictóricos que admiraba.

Al afamado fotógrafo al que el crítico Evaristo Arce llamaba el «peregrino de la mirada» no sólo le entusiasmaba contemplar los lienzos, sus colores, sus ritmos y las intenciones puestas en ellas. También le apasionaba compartir la experiencia del arte con sus creadores. Por eso Fanjul se reunía de cuando en cuanto con los pilares de una de las generaciones de artistas más fructífera de la historia asturiana. Una generación que no sólo participó en su vida, sino que fue atrapada con toda sus luces en las partículas de plata de sus viejos carretes.

Los retratos que ahora ven la luz reunidos por primera vez en EL COMERCIO son la prueba de que la cámara de Fanjul sumaba arte ante su objetivo y tras él. Entre sus amistades estaban los maestros asturianos, que también ocupan su galería de retratados. Como Nicanor Piñole, que gobierna estas páginas con su gesto inconfundible. Tan contundente es su mirada que el fotógrafo no necesitó recurrir a ningún estereotipo de pintor. Oculta sus manos conscientemente y con ellas toda referencia a sus pinceles.

Otro de sus amigos y al que inmortalizó en más de una ocasión fue Orlando Pelayo, también desaparecido, como Fanjul y el propio Piñole. En realidad, la mayoría de los rostros que acuden al presente con toda la plenitud de la segunda edad, ya han fallecido. Sólo Antonio Suárez, con el que compartió muchas tardes de Gijón y al que fotografió en más de una ocasión, sigue en activo.

A él como a Marola, sí le coloca ante el caballete. También lo hace con el asturiano de la Escuela de París, al que plasma trazando pinceladas sobre uno de sus retratos apócrifos. Acude Fanjul al estudio de sus artistas de cabecera y eso es evidente en la mayor parte de los retratos. También en el que hace a un joven y apenas reconocible Joaquín Rubio Camín, cuya cabellera y barba blancas están en la memoria colectiva al lado de su voz y de sus esculturas. A Camín le retrata Fanjul aún moreno y ante un lienzo en un momento en el que el autor del 'Obelisco' (que se levanta en la plaza del Foro) aún no se había encontrado con la escultura ni con la barba.

Entre sus retratados está también otro grande de la misma generación de genios asturianos, José María Navascués, cuyo gesto es para casi todos, más que un rostro, un pedazo de madera tallada como si fuera barro moldeado (el Museo de Gijón-Casa Natal de Jovellanos así lo muestra con una sala completamente dedicada a su legado).

También forma parte de su singular galería la pintora Pepa Osorio, a la que fotografió con la melena rubia al viento. Sin pinceles, ni telas cerca. Sólo con el mar y la madera de un pequeño barco envolviéndola.

Pero quizá una de sus mejores fotos, uno de los retratos más singulares, captado casi al vuelo desde una ventana, fue el que hizo de Aurelio Suárez, el pintor del que este año se cumple un siglo de su nacimiento y al que varias exposiciones (Museo de Bellas Artes de Asturias, en Oviedo, y Biblioteca Jovellanos, de Gijón) recuerdan estos días.

Paisaje urbano

En un paisaje urbano solitario, de espaldas, atendiendo a una querencia personal del genio surrealista al que no gustaba verse ante un objetivo. Así le inmortalizó José Joaquín Fanjul, que sí se dejó, sin embargo, retratar varias veces por Camín. Eso sí siempre bajo la promesa de que tales instantáneas no verían la luz hasta su muerte (promesa que cumplió sin dudarlo el escultor).

Otras muchas grandes personalidades, ya no artistas, pero sí vinculados con el arte, como el que fuera durante 41 años director de este rotativo, Francisco Carantoña, que firmó varias obras monográficas sobre alguno de los principales creadores, también posaron ante su cámara.

Alfredo Kraus, Severo Ochoa, un jovencísimo Arturo Fernández y muchos más completan su galería de personajes ilustres. Pero su arte fue mucho más allá de los retratos. Las series dedicadas a la 'Industria', las 'Redes y Cabos' o aquellas que titula 'Muñeca', 'Dune' o 'Abstractos' son una muestra evidente de que crear era una pasión alcanzada.

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