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I. VILLAR
Sábado, 13 de noviembre 2010, 11:24
Muy pocos la llaman por su nombre, porque para todo Gijón es 'El Parchís'. Porque, con el paso de los años, el bautizo popular ha logrado un mayor arraigo entre la población que los nombres oficiales de plaza del Generalísimo y del Instituto, los dos que ha ostentado este espacio desde que en 1946 adoptara su inconfundible diseño, con cuatro parterres en las esquinas y una pieza elíptica central que vecinos y transeúntes asociaron inmediatamente a la distribución del tablero del popular juego de los cuatro colores.
La plaza del Parchís se reconstruye estos días en el mismo lugar donde el propio Jovellanos la proyectó hace más de 200 años, en el marco de su Plan de Mejoras de 1782. Entonces, este gran espacio abierto, aparecía asociado a la construcción del nuevo edificio del Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía diseñado por Juan de Villanueva, cuya primera piedra se colocó en 1797. A principios del siglo XIX adquirió el nombre de plaza de la Estacada, en referencia a las estacas que impedían el paso de las caballerías a la plaza. En 1863, un proyecto redactado por Lucas María Palacios la transformó en una zona ajardinada al estilo inglés, que se amuebló con veinte asientos de piedra con respaldo de hierro, ocho asientos de madera y 21 farolas. Además se trasladó hasta allí desde la confluencia de las calles de San Bernardo y La Matriz -actual Menéndez Valdés- una fuente que pasó a conocerse también como La Estacada.
En 1876 la plaza desapareció como tal debido a que sobre ella se levantó el mercado de Jovellanos, trambién conocido como Mercáu del Fierro por su construcción en hierro y cristal. Esta instalación fue demolida en 1937. Durante casi una década el espacio quedó transformado en un gran patio abierto al Este del instituto, hasta que en 1946 se ejecutó un proyecto del entonces arquitecto municipal, José Avelino Díaz Fernández-Omaña, y el jardinero municipal Manuel Marco. Su diseño pronto recibió el popular apelativo de El Parchís. Ahora, tras desaparecer hace 20 meses entre las garras de las excavadoras para construir un aparcamiento subterráneo para 238 vehículos, se prepara para una nueva reurbanización proyectada por los arquitectos Eduardo Salgado, Alfonso Moral e Isabel Lerín, que mantiene la esencia de un diseño con más de 60 años de arraigo.
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