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JOAQUÍN ARÉSTEGUI
Sábado, 18 de septiembre 2010, 05:10
El 24 de septiembre de 1810, hace doscientos años, comenzaron en la isla de León las sesiones de las Cortes Extraordinarias Constituyentes, que en febrero de 1811 pasaron a Cádiz, de donde les quedaría el nombre (las Cortes de Cádiz) como también le sucedió a la primera constitución española: la Constitución de Cádiz, vulgarmente denominada 'La Pepa'.
Es ésa una fecha fundamental para la historia contemporánea de nuestro país. De ahí surgirán conceptos políticos fundamentales. Por un lado, desaparece el Antiguo Régimen y surge el liberalismo, lo que se ha venido llamando la Revolución Liberal. De una sociedad ordenada en estamentos donde todo el mundo tenía asignado su puesto en la sociedad fijado por el nacimiento se pasaría a una sociedad donde la promoción social se fundamentaría en la igualdad, en la preparación y en la capacidad personal y en el mérito.
De otro lado, surgiría el concepto de nación. España pasaría de ser patrimonio de una Familia Real -los Austrias, los Borbones- a una nación, la nación española, descrita en el artículo 1º de la Constitución como «la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios». El poder político pasaba a residir del Rey a la nación «y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales». Una profunda transformación política sacudía un país envuelto en una guerra contra los invasores franceses; transformación que fue implantándose a lo largo del siglo XIX tras bandazos espectaculares hacia la reacción o el liberalismo.
Pues bien, en un hecho fundamental para la historia de nuestro país, jugaron un papel trascendental un buen número de asturianos. Es curioso que Asturias, región pequeña, no rica y periférica haya jugado siempre un papel fundamental en todos los acontecimientos que forjaron o definieron este país, como sucedió en la Reconquista.
Quizás ésa sea la principal explicación de ese profundo lazo que nos une sentimentalmente a la idea de España. El ser coautores del proyecto no lo hace aún más nuestro. Imposible recelar de España; imposible reprocharle nada a quien se considera criatura nuestra.
Asturias aportó a esas Cortes Constituyentes diputados que luego fueron extraordinariamente influyentes en los dos bandos, el absolutista y el liberal, aunque los más deslumbrantes pertenecieron al sector liberal.
Empezando por el reformista Jovellanos, que participó en los trámites previos a su convocatoria y constitución como miembro de la Comisión de Cortes, nombrado el 8 de junio de 1809. Jovellanos propuso, sin éxito, una estructura de las Cortes bicameral, como en Inglaterra, una cámara compuesta por los dos brazos privilegiados (aristocracia y clero) y otra por el popular o Estado llano. Al final, se impuso el sistema unicameral.
Los diputados asturianos en estas primeras Cortes fueron Agustín Argüelles, llamado 'El Divino' por su elocuencia; José María Queipo de Llano, conde de Toreno; Pedro Inguanzo Rivero, canónigo; Alonso Cañedo Vigil, canónigo; Francisco Rodríguez Calello Miranda, abogado y catedrático; Felipe Vázquez Canga, catedrático; Francisco José Sierra Llanes, coronel; Andrés Ángel de la Vega Infanzón, y Blas Alejandro Posada Castillo, coronel suplente.
Por adscripción ideológica, los diputados asturianos representaban fielmente los dos bandos que existían en las Cortes: el liberal y el absolutista. Por el sector liberal destacaron Argüelles y Toreno, siempre en primer plano en los principales debates, y por el absolutista, Inguanzo y Cañedo.
Es, por tanto, fundamental felicitarse por la aportación de asturianos al nacimiento de la España contemporánea y al cambio de sociedad que se produjo hace ya doscientos años.
Debemos sentirnos orgullosos de la desproporción entre el tamaño y la importancia que tenía nuestra tierra y el ingenio y la aportación intelectual de nuestros representantes. Especialmente en momentos en que parece que, políticamente, cada vez pintamos menos y no se recoge ni aportación ni participación de asturianos en puestos fundamentales.
En momentos en que nos sentimos especialmente marginados o minusvalorados, en estos momentos es cuando tenemos que recordar que siempre hubo asturianos en los momentos fundamentales para nuestro país.
Sólo cabe lamentar la ausencia institucional en el recuerdo a estos asturianos ilustres. A comienzos del siglo XIX, salió de Asturias una de las generaciones más brillantes de la política española. Aquí parece que nadie lo quiere recordar.
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