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REDACCIÓN
Jueves, 1 de julio 2010, 14:21
José María Martínez Cachero, catedrático emérito de Filología, falleció ayer en Oviedo a los 86 años. Con su muerte, España ha perdido a uno de los más relevantes investigadores de su literatura y la Universidad asturiana, a uno de sus grandes referentes. Nacido el 30 de marzo de 1924, se licenció en filología románica en 1945. Un año más tarde, se incorporó a la Universidad como profesor ayudante en clases prácticas. Su labor concienzuda pronto se vio reconocida en el ámbito académico. Obtuvo por oposición la cátedra de Lengua y Literatura en el Instituto Jovellanos de Gijón en 1960 y la de literatura española en la Universidad en 1965.
Ya en esos años había asentado su prestigio como uno de los grandes conocedores de la literatura contemporánea. En 1951 formó parte del equipo fundador del Archivum, revista de la facultad de letras de Oviedo. En 1956 fue elegido miembro del Instituto de Estudios Asturianos. Ese mismo año ganó el premio Menéndez Pelayo.
Libros, folletos, artículos de revistas especializadas, notas, reseñas, monografías se sumaron durante ese período a su extenso currículum. Cualquiera que se la requería, recordaban ayer sus compañeros en la Universidad, encontraba la colaboración de este trabajador infatigable.
Incansable en su actividad docente e investigadora, fue profesor visitante en varias universidades extranjeras, como la de Vanderbilt, en Tennesse. También disfrutaron de sus aportaciones en los campus de Nebraska, Santiago de Compostela, Murcia y Jaén. Pero nunca quiso dejar las aulas asturianas. Entre 1966 y 1974 asumió la dirección del Servicio de Publicaciones, bajo cuyo criterio vivió una etapa de reconocimiento. También como director del departamento de Literatura Española dejó una huella imborrable. Junto a Emilio Alarcos y Gustavo Bueno, Martínez Cachero constituyó uno de los cimientos del prestigio de la institución académica asturiana en el ámbito de las humanidades. Jubilado a su pesar en 1989, fue nombrado profesor emérito de la Universidad, en la que nunca quiso dejar de trabajar. Su última colaboración fue participar en la elección de los trabajos de los doctores honoris causa que servirán para conmemorar el cuarto centenario de la institución académica.
Su obra sobre Leopoldo Alas 'Clarín' constituye la principal referencia para conocer al autor de 'La Regenta'. A nadie en el mundo de la cultura le extrañó que fuera elegido por unanimidad presidente del comité científico del congreso dedicado al autor asturiano. También sus estudios sobre Azorín, el modernismo y la novela española de la posguerra forman parte del legado que este erudito deja a las letras españolas.
A lo largo de su carrera recibió infinidad de premios y reconocimientos. Hace escasos meses recogía emocionado el galardón de Letras de Asturias por su labor divulgativa. Sendas calles en Oviedo y Pola de Lena rinden homenaje ya a su figura. Las instituciones asturianas, la cultura regional, su querida Universidad y los numerosos amigos que se granjeó durante su dilatada labor docente le despedirán mañana a mediodía en la iglesia de San Juan el Real, en Oviedo.
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