Gonzalo Torrente Ballester hacia 1940. :: E. C.
Cultura

La última fuga de Torrente Ballester

A veces lo peor que le puede pasar a un escritor es que le pongan su nombre a un instituto. Los institutos funcionan como imanes. Magnetizan el olvido Hoy se cumplen cien años de un autor clave en la narrativa del siglo XX español

PABLO M. ZARRACINA

Domingo, 13 de junio 2010, 04:37

Publicidad

Piensen en los grandes novelistas de posguerra, cuyos nombres adornan los centros escolares del país. La posteridad se les está haciendo cuesta arriba. Quizá demasiado. Piensen en Cela, que ha pasado de una omnipresencia agotadora a un plano discreto y distante. ¿Quién habla de sus libros? Su nombre sólo suena cuando pasan cosas raras con su Fundación. Piensen en la presencia que tienen hoy entre nosotros libros como 'Entre visillos' y 'El cuarto de atrás', las dos mejores novelas de Carmen Martín Gaite. Incluso piensen en si creen probable que se siga leyendo a Delibes cuando pase un poco el emocionado alboroto que provocó su muerte. Bueno, pues a Torrente Ballester le va incluso un poco peor. Cien años después de su nacimiento y once después de su muerte, el autor habita un lejano y borroso limbo. Sin embargo, es un autor tan lleno de interés como imprevisible. Un verdadero espíritu literario.

Él mismo explicaba su vocación en un texto de 1981: «La literatura se aposentó en mis entrañas como un virus contra el que no caben defensas ni se ha inventado aún la vacuna(.) ¿Qué voy a hacerle? Es mi felicidad y mi dolor, y todas cuantas parejas contradictorias se me puedan ocurrir ahora, vida y muerte, y las demás».

Nacido el 13 de junio de 1910 en una aldea de El Ferrol, Gonzalo Torrente Ballester creció en un mundo propenso a la imaginación. Su padre era marino y creció en una casa dominada por mujeres con facilidad para trenzar historias fantásticas. Aquel niño se hizo mayor entre la visión en el cielo de los potentes reflectores de los barcos de guerra y el temor a la Santa Compaña. Torrente Ballester estudió Derecho y Letras. Cuenta la leyenda que en su época de estudiante en Madrid llegó a conocer a Valle-Inclán. La Guerra Civil le sorprendió en París y se dice que, desde la ventanilla del autobús que le trajo de vuelta a España, vio cadáveres en las cunetas. La versión oficial, esa variación de la leyenda, cuenta que Torrente Ballester se afilió a Falange siguiendo el consejo de un cura amigo, para ocultar su pasado anarquista. Fuese como fuese, su adscripción a la causa nacional y su estrecha relación con el Grupo de Pedro Laín Entralgo y Dionisio Ridruejo sería años después un lastre a los pies de su prestigio literario.

Durante la guerra, Torrente escribió algunas obras de teatro. Pero él mismo reconocía que como dramaturgo fue un «fracasado». Sin embargo, en 1943 publicó su primera novela. Y era estupenda. Se trata de 'Javier Mariño', una de las mejores ficciones sobre la Guerra Civil escrita en los años inmediatamente posteriores. El libro está escrito con una prosa límpida y rotunda y cuenta la historia de un joven que asiste a la farsa cruel de la guerra con una mezcla muy concreta de resignación, agresividad y fatalismo.

Publicidad

En 1957, tras dar a la luz algunas piezas menores, Torrente Ballester comenzó a publicar la trilogía de 'Los gozos y las sombras', probablemente su obra más popular, en gran medida gracias a la adaptación televisiva de los ochenta. 'Los gozos y las sombras' cuenta el regreso de Carlos Deza, un inteligente y noble médico, a un pueblo gallego dominado por el cacique Cayetano Salgado. Novela realista y testimonial, la crítica ha solido emparentarla con algunas de las cumbres del género, desde 'Fortunata y Jacinta' a 'La Regenta'. Sin embargo, Torrente Ballester siempre habló de Henry James y de algunos autores centroeuropeos como los que más pudieron influenciarle

Quizás hubiese ayudado a fijar la posteridad de Torrente Ballester que, tras 'Los gozos y las sombras', hubiese otro texto de naturaleza realista y corazón un si es no es folletinero. Sin embargo, la trilogía dejó al autor «fatigado de realismo» y lo siguiente fue una novela extraña, profundamente intelectual y llena de humor e imaginación: 'Don Juan'.

Publicidad

En este libro publicado en 1963 Torrente Ballester revisó el mito del gran seductor desde una óptica personal. Su Don Juan no es un galán sin escrúpulos sino una especie de vampiro irónico, condenado a despertar eternamente pasiones que él no puede sentir. La crítica acogió el cambio de rumbo en la carrera de Torrente Ballester con disparidad de opiniones. Los lectores le dieron la espalda de un modo tajante.

Después de aquello, viajó a Estados Unidos como profesor. Allí escribió la curiosa, notable y picaresca 'Off-side' y comenzó a trabajar en el que sería su libro mayor, 'La saga/fuga de J.B'. Publicada en 1972, esta novela desmesurada, compleja, paródica e inclasificable, fue saludada por la crítica como la iniciadora de «la transición novelística española».

Publicidad

Junto a 'La saga/fuga de J.B', sus dos siguientes novelas -'Fragmentos de Apocalipsis' y 'La isla de los Jacintos cortados'- componen la llamada 'Trilogía fantástica'. Este ciclo, que termina de publicarse en 1981, tiene algo de fin de trayecto. Todavía quedarían por aparecer una decena de obras de narrativa firmadas por Torrente Ballester y, por lo general, todas estarían llenas de oficio y puntual interés. Sin embargo, muchas de ellas tendrían también un evidente carácter alimenticio. En sus últimos años Torrente Ballester escribiría libros bastante flojos, como 'La boda de Chon Recarte', y piezas de género con atractivo, como 'Quizá nos lleve el viento al infinito'.

Poco importan esos años últimos. Lo importante estaba hecho. Torrente Ballester es autor de tres o cuatro novelas fundamentales, lo que debería asegurarle un lugar de privilegio en la reciente tradición literaria española. Sin embargo, su estela se desvanece poco a poco.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad