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Recorrido original del Tranvía Eléctrico en Salinas, por detrás de la playa y dunas. :: AZUCEL/LUIS M. SUÁREZ
El paseo de Salinas y las dunas
Castrillon

El paseo de Salinas y las dunas

Reflexiones sobre la pérdida de arena de la playa y la ocupación de las dunas de El Espartal

MANUEL MARTÍN LEDESMA

Domingo, 9 de mayo 2010, 05:05

Evangelio, Mt 7,21-29: «. un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente. .».

I

Con frecuencia, algunas personas me piden opinión sobre la pérdida de arenas en la playa de Salinas y las averías de su paseo marítimo, fenómeno que no es nuevo, viene ocurriendo desde hace mucho tiempo, aunque tal vez ahora con más intensidad. Ello me ha impulsado a escribir estas letras para exponerla públicamente.

He puesto con intención un largo título que expresa mi convicción sobre la correlación entre los daños que se producen en el Paseo Marítimo de Salinas y la ocupación de las Dunas de El Espartal, mejor aún, la relación de causa-efecto entre ambos: a mi juicio, esta ocupación es la causa de los daños que se producen en aquel.

Recientemente, con frecuencia se vienen publicando noticas y opiniones sobre los dos asuntos pero, sin relación alguna entre sí, según lo visto por mí. Durante los últimos seis meses, he leído más de treinta publicadas en los distintos periódicos asturianos, y en todas se tratan independientemente: casi por mitades, unas exclusivamente sobre las averías del malecón y las otras, sobre el litigio de la posible construcción de pisos en las dunas, en un suelo declarado hábil para tal fin.

Quiero iniciar este escrito con un sucinto relato sobre la evolución 'urbana' de la playa de Salinas. Podemos tener una idea de lo que entonces era, por lo que dice el texto después referenciado: «... De las 46 casas de 1887 se saltó a las 106 de 1900 y a las 217 de 1920.». Navegando por internet, he encontrado este texto, bajo el título «Cambios en las periferias residenciales históricas de baja densidad en Asturias», del que es autor don Ramón Alvargonzález Rodríguez, del Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo. En él figuran datos que me parecen interesantes para ilustrar lo que digo, por ello seguidamente reproduciré a la letra algunos párrafos, que resumiré para no alargar, pero procurando conservar el espíritu del original.

Anteriormente a lo transcrito, dicho texto dice: «El arenal del Espartal, o de Salinas, emplazado en la margen izquierda de la ría de Avilés, formó parte de los comunes del concejo de Castrillón hasta 1854, año en que fue enajenado a la Real Compañía Asturiana de Minas.», que «. trazó una línea de ferrocarril a través del campo de dunas de la playa de Salinas, y la necesidad de fijarlo para impedir el aterramiento de los raíles fue la causa de la citada compra y del posterior plantío de pinos.». No he visto expresada la extensión de dicha compra pero, por lo que se dice en otras partes, parece deducirse que la venta comprendió, por lo menos, la franja de Salinas situada entre la carretera a San Juan de Nieva y el mar.

La urbanización de Salinas

El texto dice que en la década de 1950, por la construcción de la primera planta siderúrgica de Ensidesa en Avilés, se desató un rápido crecimiento demográfico, «. que para Salinas tuvo la consecuencia de mutar una estación veraniega con predominio de la residencia secundaria en una periferia urbana de residencia permanente. Sólo entre 1950 y 1960 se pasó de 396 a 594 edificios construidos».

Continúa el texto: «Este crecimiento se tradujo en una renovación del viario de la colonia. En 1961 se acometió la construcción de un paseo marítimo, previa cesión de terrenos por parte de la RCAM. Cesión no desinteresada, porque, en el marco de una demanda inmobiliaria creciente y de la formulación del primer Plan General de Ordenación del concejo, una filial de la RCAM, Constructora de Castrillón S. A. (CONCASA), levantó en el borde marítimo oriental seis bloques multifamiliares de entre 9 y 13 plantas, que supusieron la ruptura del modelo histórico de ciudad-jardín vigente hasta la fecha.».

Este relato de los hechos, que agradezco y hago mío, puede comprobarse gráficamente, pues tanto en internet, como en diversos libros y en el registro del Ayuntamiento de Castrillón, hay infinidad de fotografías antiguas de la playa de Salinas, titulada como 'concha' en algún caso, sin duda por su forma, en ellas se ve con claridad, que toda la playa estaba limitada por las dunas.

También se puede apreciar en primera línea la plataforma de la desparecida vía del ferrocarril mencionado, que es el de Arnao, y más al interior, la carretera a San Juan de Nieva, ambas paralelas a la orilla y aconchadas a ella.

En estas fotografías figuran los primeros edificios construidos al borde de la playa: el Club Náutico, edificado en 1916, según se dice en el repetido texto; y el Balneario, ahora restaurante, también de 1916, como se ve rotulado sobre su puerta de acceso. Ambos edificados sobre una plataforma o terraza, cerrada por un muro vertical, cimentado en la arena de la playa, por delante de la duna. El primero se ha demolido y levantado varias veces, creo que tres, con pequeñas variaciones en su ubicación y alguna más en planta y alzados, según se aprecia en las fotografías.

Por lo que se ve, las alineaciones de estos muros sirvieron de base, en el año 1961, para trazar el paseo marítimo, cuyo muro de contención probablemente se estableció en el límite del dominio público marítimo-terrestre.

Entonces estaba vigente la Ley de Puertos de 19 de enero de 1928, que definía como «.zona marítimo-terrestre... el espacio de las costas o fronteras marítimas del territorio español que baña el mar en su flujo y reflujo, en donde son sensibles las mareas, y las mayores olas en los temporales, en donde no lo sean...». Pero nada hay referente a las dunas.

Todas las anteriores a la vigente Ley de Costas de 1988, que después trataré con más detenimiento, definían el dominio público marítimo-terrestre de manera semejante a lo transcrito. Entonces, las leyes en general y la opinión pública eran menos exigentes en estos aspectos, incluso sobre dunas, marismas y demás accidentes de estas características, se tenía la idea de algo molesto a corregir: la Administración fomentaba su 'saneamiento', otorgando facilidades para ello.

Pero todo esto es historia y puede servir para explicar, que no justificar, lo que no debería haberse hecho: ni ese trazado del malecón y, mucho menos, la edificación de las torres a su abrigo.

Lo que puede ser tolerable en un muro vertical de corta longitud, en zona más abrigada por La Peñona, que protege las construcciones aisladas del Club Náutico y el restaurante El Balneario, sólo habitadas temporalmente, no es adecuado en una longitud del orden del kilómetro, en zona más expuesta a los temporales, para dejar por detrás construcciones tan importantes, con gran cantidad de viviendas permanentes. Quien lo trazó, fue un hombre imprudente que edificó sobre arena.

Recientemente he leído una noticia en la prensa regional, sobre las averías del paseo marítimo de Salinas, en la que se afirma: «...El único muro que parece estar intacto pese a ser centenario es el que va desde el restaurante Real Balneario hasta La Peñona. Fue construido por la Real Compañía Asturiana de Minas para reforzar y asegurar la carretera y la vía del ferrocarril por las que la empresa realizaba el transporte de materiales de Arnao a la dársena de San Juan de Nieva».

Efectivamente, quien lo trazó fue un hombre prudente que edificó sobre roca, la de La Peñona, que además lo abriga de los fuertes temporales del Noroeste, por ello el oleaje discurre por la superficie del muro.

Todo lo contrario sucede en el tramo del paseo marítimo, que tiene un largo muro vertical en dirección perpendicular a los temporales, a los que está abierto y sin abrigo. Cuando estos ocurren, especialmente en pleamar, el muro constituye una oposición drástica al avance de la ola rota, y recibe un choque violento, que origina una roción, cuyo caudal vuelve después hacia atrás, causando una fuerte corriente de retroceso. Todo ello produce erosión en la arena del pie del muro y socava su cimentación. Este es el motivo del principio de las averías, después vienen los arrastres de la arena, que trataré de explicar en lo que sigue, según mi hipótesis.

II

Dicho lo anterior como narración de los hechos, salpicada con algunos de mis pareceres, en lo que sigue aventuro mi hipótesis y mi modesta opinión, para tratar de explicar el fenómeno del retroceso de la playa de Salinas, frecuentemente producido en gran parte de su extensión. Por supuesto, sujetas a otras mejor fundadas, pues no se trata más que de eso: una opinión, carente de estudios concretos que la fundamenten y sólo basada en los conocimientos generales de la ingeniería costera y mi experiencia de muchos años, no erudita, sino práctica.

El movimiento de las playas

Me referiré a la playa de Salinas en su sentido más amplio, en la totalidad del accidente geográfico, es decir tanto la parte occidental, propiamente de Salinas, como la oriental, conocida por playa de San Juan. En este sentido, la hermosa playa de Salinas, para mí una de la mejores del Cantábrico, es una amplia playa formada en un ligero arco de unos tres kilómetros de longitud, orientada sensiblemente en la dirección Nordeste-Suroeste y muy abierta a los temporales comprendidos entre el Noroeste y el Nordeste.

La playa está encajada entre la punta de La Peñona por el Oeste y la punta de La Forcada por el Este, a cuyo pie desemboca la Ría de Avilés, hoy canal de entrada a su puerto. La margen izquierda de su bocana está sensiblemente prolongada por un espigón perpendicular a la playa, con el morro establecido en unos siete metros de calado en bajamar viva equinoccial, que hoy puede considerarse como el verdadero sostén oriental de la playa.

Con el fin de explicar el fenómeno, trataré de simplificar al máximo, algunos conocimientos básicos de la ingeniería costera, por los que pueden comprenderse los complejos movimientos que forman y mantienen las playas.

Para empezar, diré que es sabido que en las de este tipo, las arenas que la forman están en un equilibrio dinámico, no estático, es decir que aunque no sea perceptible por nuestra vista, por no distinguir unos de otros, los minúsculos granos que forman la playa, se mueven constantemente dentro de su ámbito. La ola rota y las corrientes mueven de un lado a otro los granos de arena.

En el invierno, propicio a los fuertes temporales, el perfil de la playa sufre un retroceso: durante un temporal intenso, que suele coincidir con la bajada de la presión atmosférica y, por tanto, con una sobreelevación del nivel medio del mar, las olas más grandes en las mayores pleamares, alcanzan la defensa natural de la playa, la duna situada en la parte alta de la misma. Allí disipan su energía, erosionan el escarpe y, en el retroceso del caudal, arrastran la arena hasta la zona de rompientes del oleaje, donde se depositan formando un bajo arenoso, comúnmente llamado 'la barra'. Ésta, a su vez, constituye una autodefensa pues, considerando que la ola rompe al llegar a un calado poco mayor que su altura de onda, al disminuir el calado, se adelanta la rotura del oleaje, que reduce así su energía.

En términos generales, durante la época veraniega los temporales son menos intensos en duración y fortaleza, entonces las olas rotas transportan las arenas de la barra hacia la orilla de la playa, que recupera su perfil anterior.

También es sabido, que los muros verticales de los paseos marítimos, construidos en sustitución de los escarpes naturales de las dunas, ocasionan un efecto devastador, que es doble: por una parte causan las erosiones antes descritas; y por otra, al faltar el depósito de reserva de la duna, la arena erosionada y arrastrada no se repone, y no puede formarse 'la barra', aumentando el calado del perfil delantero de la playa, y a mayor fondo hay menos desgaste de energía en el avance de las olas, que se estrellan en el muro con más violencia, y multiplican su daño.

Movimientos tan claros como los descritos, sólo se producen si los temporales al llegar a la orilla son perpendiculares a ella, pero no siempre ocurre así. Ya he dicho que esta playa está abierta al amplio sector comprendido entre Noroeste y Nordeste, especialmente fuertes los del NO. Una oblicuidad del oleaje, produce un movimiento en zigzag, en diente de sierra, es decir que, además del movimiento transversal antes descrito, también hay un arrastre longitudinal de la arena a lo largo de la playa.

Por otro lado, también es sabido que en esta zona de Cantábrico, hay una corriente general de Oeste a Este, a la que se atribuye un importante transporte de arenas, procedentes de la desembocadura del río Nalón, por San Esteban de Pravia, y que ha formado las playas existentes hasta más allá del Cabo de Peñas.

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