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En 1522 un terremoto causó daños al antiguo convento de San Francisco. :: ARCHIVO NARDO VILLABOY
Terremotos en Avilés (Siglos XVI-XX)
PLIEGOS DEL ALFOZ

Terremotos en Avilés (Siglos XVI-XX)

RAMÓN BARAGAÑO

Sábado, 13 de marzo 2010, 04:08

La comarca avilesina se encuentra asentada sobre una zona de incidencia sísmica notable: la falla de Ventaniella, que desde el cañón submarino de Avilés penetra por la ría y continúa hasta el puerto de Ventaniella, en la Cordillera Cantábrica. El primer terremoto importante del que se tiene constancia en Avilés es el del año 1522, que fue recogido por el cronista y canónigo de la Catedral de Oviedo Tirso de Avilés, en su obra 'Armas y linajes de Asturias y antigüedades del Principado', escrita hacia 1590: «Miércoles veinte y cinco días del mes de junio, año de mil quinientos veinte y dos tembló la tierra en esta ciudad (Oviedo), estando aquí el Capítulo de los frailes de San Francisco (...) Así mismo fue general este terremoto de temblar la tierra en todo este Principado e Reyno, e cayó en este terremoto mucha parte del monasterio de San Francisco de Avilés, que es de la Orden de San Francisco, e fue general en muchas partes de España, e cayeron muchos edificios».

El siglo XVIII fue pródigo, debido a una conjunción de alteraciones climáticas, en grandes catástrofes naturales, tales como sismos, lluvias torrenciales, tormentas, inundaciones... El 1 de noviembre de 1755 se produjo el devastador terremoto de Lisboa, que tuvo enorme repercusión en Portugal, España y el noroeste de África. Esta sacudida sísmica está considerada como una de las mayores jamás registradas en tiempos históricos, ya que se cree que pudo alcanzar XII grados en la escala de Mercali o 9 en la de Richter. Fue, sin duda, el terremoto más destructivo de todos los conocidos en la península Ibérica. Además, al temblor de tierra siguió un gigantesco tsunami o maremoto que devastó las costas atlánticas. Es difícil precisar la cifra de víctimas, que algunas fuentes sitúan en 90.000 muertos, si bien estudios recientes la reducen a 13.000 fallecidos en Lisboa y algo menos de 2.000 en España. Esta tremenda tragedia dio origen a un debate científico que arrinconó la vieja visión entre supersticiosa y religiosa que se tenía de los terremotos, y fue el inicio de la sismología.

En toda Asturias se sintió este enorme seísmo y Avilés no fue una excepción. Así lo recogió Francisco Fernández Reconco, 'escribano del número de la villa de Avilés, sus concejos y jurisdicción': «En el día de Todos Santos de este año de 1755 que nuestra Madre la Iglesia celebra de precepto, estando el día muy claro, sosegado en calma y sin vientos, siendo entre diez y once de la mañana, se reconoció un temblor de tierra en esta villa, y después por noticias que vinieron fue general en todo el mundo». Describe que las monjas y los frailes abandonaron a toda prisa las iglesias y los conventos, y añade: «En cuya ocasión, yo, Francisco Reconco, estando en la plaza mayor de esta villa, frente a la torre del reloj de ella, no siendo horas de dar campanadas, y con el motivo de este temblor, le oí dar siete campanadas chicas. Y de allí a una hora y media vi que los caños de esta villa, con el motivo de remudarse la tierra en su centro, se puso el agua por espacio de más de cinco horas más revuelta y turbia que el barro colorado, pues algunos decían que era sangre. Muchos vecinos de esta villa se salieron de sus casas, juzgando que caían sobre ellos, dando voces. En cuya ocasión estaba la ría vacía del todo, y en el pozo, junto a la puente, se levantó o vino del mar alta un golfo de agua que obligó a flotar los navíos que allí estaban y se dieron unos con otros y dentro de un cuarto de hora volvió a quedarse en seco toda la ría».

El escribano Reconco fue testigo de excepción de ese y otros terremotos en Avilés, que recogió en su crónica privada de sucesos ocurridos entre los años 1750 y 1781. Así, también recoge que el 31 de marzo de 1761 «y a cosa de las doce y cuarto del día, a tiempo que estaba claro y sin vientos hubo un temblor de tierra bien reconocido en esta villa, y en España y Portugal, como después lo decían las cartas de muchos particulares, pero bendito Dios no hizo en este país ningún estrago. Y en el día 5 de abril de este año, salió en procesión y rogativa el Santísimo Cristo de San Nicolás y Nuestra Señora del Rosario, pidiendo todos, con mucha devoción, suspendiese tales castigos con que nos amenaza y avisa para que nos enmendemos de nuestros vicios. Y le suplicamos nos deje vivir y morir en su divina gracia».

Reconco también recogió en su crónica otro seísmo ocurrido al año siguiente: «El día 18 del mes de febrero de este año de 1762 siendo las siete de la noche, y estando el tiempo en calma, se reconoció en esta villa y en otras varias partes, un temblor de tierra que muchos vecinos salieron de sus casas para la calle dando voces, temerosos si las casas se caían, pero bendito Dios no sucedió ningún agravio en gentes ni en las casas».

Siglo XIX

En el siglo XIX, aun cuando Asturias padeció diversos temblores de tierra, con especial frecuencia en Cudillero y Gijón, no hay noticia de ninguno de cierta importancia en Avilés. Sin embargo, a lo largo del siglo XX sí se vivieron en el concejo avilesino varios terremotos de fuerza notable. El 15 de abril de 1994 un terremoto de 4,2 grados en la escala de Richter con epicentro en los límites de Galicia y Asturias afectó desde Vegadeo a Nava. Hubo gran alarma entre los vecinos de Oviedo, Avilés, Mieres, Pola de Allande y otras localidades asturianas, pero no se registraron heridos ni daños materiales relevantes. El 30 de noviembre de 1995 media Asturias volvió a padecer un terremoto de 4,5 grados en la escala de Richter con epicentro en Triacastela (Lugo). Hubo escenas de pánico, pero no ocasionó víctimas. Finalmente, a las dos menos diez de la madrugada del 22 de mayo de 1997 Asturias vivió el mayor terremoto del siglo XX. Fue un movimiento sísmico de 5,1 grados en la escala de Richter, con epicentro en la comarca de Becerreá (Lugo) y al que siguieron más de 100 réplicas. Se sintió en todo el noroeste español, provocó gran alarma y, en Galicia, una víctima mortal, varios heridos y daños materiales.

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