Susana de Dios, caña en mano, con Chuvi, el propietario de su bar favorito. PABLO LORENZANA
Los bares de mi vida

Susana de Dios: «Los bares son un espacio familiar»

Susana de Dios se suma a la iniciativa para respaldar a la hostelería asturiana ·

La creadora y jefa de sastrería de la Ópera de Oviedo evoca los locales donde estimuló su inquietud artística

P. A. MARÍN ESTRADA

OVIEDO.

Domingo, 19 de julio 2020, 02:39

La diseñadora Susana de Dios arrima su hombro sin vacilar en apoyo a la hostelería asturiana, un ámbito sin el que -afirma- «no podría explicar mi vida y que me viene casi en los genes», señala, evocando el bar estanco que su abuelo Eugenio ... tenía en el pueblo leonés de Villamuñío o el trabajo de camarero de su padre cuando se instaló en Asturias. «El bar ha sido para mí siempre un espacio familiar y cotidiano, un lugar de encuentro total con los de casa o con mis amigos», desvela la jefa de sastrería de la Ópera de Oviedo, quien también conoce en primera persona lo que significa estar detrás de una barra ganándose los cuartos «cuando era jovencita y había que pagar la casa». Ahora siente necesario echar un cable: «Hay negocios muy afectados, todos deberíamos ser solidarios y empáticos, también los vecinos que protestan por las terrazas. Tenemos que apoyarnos todos», opina.

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Con la vista puesta en la primera producción de la temporada del Campoamor, 'Les mamelles de Tiresias/L'heure espagnole', la creadora ovetense mira atrás para recordar el estímulo artístico que encontró en sus inicios al calor de los bares. Allí, al comienzo del camino emerge en la bruma de los afectos el café Apolo en la calle La Luna: «Un local absolutamente maravilloso donde empecé a escuchar música new age, que me fascinó». Era la Oviedo de los 90 «un momento en que confluimos gente con muchas inquietudes, coincidíamos en los bares, a veces poniendo copas» y ahí estaba el Mónster «donde abrimos nuevos caminos, todo giraba en torno a la música y cada noche era sagrada, cada día una fiesta. Todo el mundo que paró allí hizo miles de cosas, éramos un batiburrillo extraordinario». En la misma onda evoca el Movie, el Chanel, el Cechini antiguo: «Bares míticos de esos años, muy creativos a todos los niveles».

De aquella Vetusta nada sesteante le queda la complicidad de su amigo Chuvi y su bar, y sigue abierta la puerta del Diario Roma, «un sitio que adoro, aunque mi vida hoy es más tranquila y lo que me gusta es observar a los jóvenes, ver cómo se relacionan, cómo visten, me dan muchas referencias». Atenta a lo que respiran las generaciones emergentes, en un local, La Casona de la Montaña, conoció hace años a Rodrigo Cuevas en una fiesta privada. Ella creó su famosa 'saya' y se reencontraron, salidos del estado de alarma, en el spot promocional de Gijón: «Mi primera salida fue para ir a su casa y el primer culín que tomé, fue en el rodaje. Me supo a gloria». En el confinamiento, no solo echó de menos los bares, sobre todo «el salir a comer» a restaurantes como Casa Dago en La Manjoya o Cá Suso, al lado del Chuvi's. Allí recupera la cercanía de la que le privó la pandemia: «No sabes a quién te vas a encontrar pero siempre es de la familia. Un bar es eso», proclama.

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