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ANA RANERA
Domingo, 5 de julio 2020, 02:51
Tiene tiempo para todo y si no lo tiene, se lo inventa. Saúl Craviotto (Lleida, 1984) se encuentra este verano inmerso en la preparación de un mundial y trabajando como Policía Nacional, pero todas esas ocupaciones no impedirán que disfrute, cada vez que pueda, de una buena dosis de tiempo libre con los suyos exprimiendo todas las posibilidades que ofrece Asturias.
«Este verano tengo previsto entrenar mucho porque la copa del mundo es a mediados de septiembre», cuenta el piragüista, que también encontrará ratos para pasar con sus hijas en la ciudad donde ya ha echado raíces. «Intentaré disfrutar de mis hijas, de Gijón, ir a la playa y trabajar», asegura. Craviotto se confiesa enganchado a la ciudad: «A mí de Gijón me gustan muchas cosas. Me gusta mucho su gente y también la gastronomía. También que sea una ciudad tan volcada en el deporte. Me encanta hacer rutas en bicicleta y aquí tienes mil opciones».
Los paseos pedaleando a la vera del mar y oteando el paisaje son los que le ayudan a desconectar: «Me gusta ir hasta la Ñora o al Picu'l Sol». Pero puntualiza. No todo es el deporte, también disfruta la amplia oferta de hostelería. «Me encanta el ocio que tiene Gijón, ir a tomar algo».
Aunque si tuviera que elegir una sola cosa de Asturias, después de mucho dudar y con permiso, claro, de sus chicas, se decantaría por la gastronomía. «Yo soy bastante comilón y este es el paraíso de la gastronomía». El ganador de MasterChef es de platos de cuchara, de los de toda la vida. «La fabada es de mis favortos», afirma rotundo. «Soy muy quesero también y aquí sin duda es donde más variedad de quesos hay de toda España», dice mientras se va viendo arriba con el tema. «Ojo que no se me puede olvidar el marisco», apostilla entre risas.
Y no solo le gusta comer, Craviotto también es un gran aficionado a los fogones desde su paso por el popular concurso de televisión. «En la cuarentena me dio por cocinar. Teníamos mucho tiempo libre y yo estoy acostumbrado a viajar todo el día, a entrenar, y al verme en casa encerrado, me dio otra vez por engancharme a los fogones». Y una vez metido en harina, decidió compartirlo en internet. «Le di salida a la afición en mis redes sociales, a mis seguidores les gustaba que cocinase».
Una afición que le ha hecho tremendamente popular a pesar de haberse colgado varias medallas olímpicas antes de pisar la tele, pero que hasta entonces nunca se le había planteado. «Yo no sabía hacer nada, comida de supervivencia: macarrones con tomate y arroz a la cubana y poco más», bromea. «Me empecé a animar y se despertó mi pasión por la gastronomía», señala. Algo que ha provocado que ahora disfrute aún más de un buen restaurante. «Valoro mucho más la hostelería porque sé el trabajo que hay detrás», añade.
Ahora, ya de vuelta a los entrenamientos presenciales, el piragüista continúa trabajando duro, aunque aún no tenga sus retos demasiado claros por culpa de las circunstancias. «Seguimos entrenando igual porque, en principio, los Juegos Olímpicos son el año que viene y tenemos que estar alerta, pero es complicado mantener la motivación porque está todo muy en el aire», reconoce. «Este año teníamos un mundial y todavía no está claro que vaya a haberlo en septiembre».
Para conseguir disfrutar del deporte, de la cocina, de su familia y de Asturias para Saúl es imprescindible que primero sepamos que el virus ya es cuestión del pasado. «Yo espero que consigamos una vacuna y que volvamos a la antigua normalidad», dice antes de continuar con esa vorágine de vida de la que disfruta sabiendo que cuando tiene un rato libre, puede pararse y disfrutar de su paraíso.
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