Avilés entierra su sardina en fuego y agua
DIANA BAIZÁN
La Cofradía del Santo Entierro de la Sardina se dio cita a las siete y media de la tarde en la plaza del Carbayo y sus cofrades, ataviados con túnicas negras y atechados bajo una sombrilla, recitaron el testamento de la difunta sardina, con la tradicional letanía de reproches a los poderes fácticos que rigen este mundo nuestro lleno de penurias, y al son del llanto de las plañideras que no sabían bien si derramaban lágrimas por el deceso del 'pescao' o a consecuencia del mal tiempo. Así se dio el entierro de la sardina irreverente y descarado, como debe ser el broche de oro de una semana de fiestas antroxeras multitudinarias