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Acaban de cumplir diez años de trayectoria y lo han hecho celebrando un sólido crecimiento que les sitúa ya en más de treinta países de todo el mundo, en colaboración con clientes de la talla de Bridgestone, Enel o Iberdrola. Desde Tailandia a Brasil. Desde ... Islandia a Corea. Y con un objetivo claro para los dos próximos años: afianzarse e ir ganando terreno en el mercado estadounidense, en el que ven muchas opciones de negocio. «Estamos orgullosos de lo que hemos conseguido. Hemos llegado a sitios recónditos, como una planta termosolar en el desierto de Atacama o minas de África», subraya José Ramón Blanco, CEO de TWave, al hacer balance de esta década en la que se han convertido en un referente de las tecnologías de supervisión industrial.
La empresa tecnológica, con sede en el polígono de Asipo, nació el 28 de noviembre de 2014 para cumplir la ambición de sus tres artífices, tres ingenieros industriales, de «revolucionar» el mantenimiento predictivo en la industria. Esto es, la detección de defectos o fallos de determinados equipos que pueden derivar en un problema mayor. Trasladado al mundo de la salud, es como someter la maquinaria a un chequeo médico que si bien «no te da el diagnóstico completo» sí que «detecta los síntomas» de la enfermedad.
Los tres socios tenían ya experiencia en el desarrollo de sistemas electrónicos complejos y habían participado en proyectos de monitoreo de condición de maquinaria, con lo que tenían clara su idea de negocio: «Crear una solución innovadora, plug-and-play y completamente autónoma, que no requiriera software adicional ni infraestructura compleja». Sus sistemas de monitorización de maquinaria se distinguen por su autonomía. Por no requerir no requieren ni conexión a Internet.
Productos como el TWave-T8 capturan y procesan datos de sensores de vibración, temperatura y otros parámetros clave que permiten anticipar fallos y reducir costes operativos. «Nuestro software de análisis se genera en los propios instrumentos, eliminando barreras tecnológicas y facilitando su uso en sectores como energía, manufactura y química», explica Blanco.
El mantenimiento predictivo mediante análisis de vibraciones permite detectar anomalías en componentes como rodamientos o engranajes antes de que esos defectos se conviertan en fallos graves. Eso ayuda a prevenir paradas inesperadas y a reducir costes de reparación, además de que permite mejorar la eficiencia operativa y prolongar la vida útil de los activos industriales.
Ahora mismo, la tecnológica está desarrollando una nueva generación de equipos de monitorización modulares que son capaces de adaptarse a una amplia gama de aplicaciones industriales. Porque, «no es lo mismo monitorizar pequeños ventiladores industriales que las grandes turbinas de una central hidroeléctrica». En este sentido, la empresa está a punto de lanzar TWist, una plataforma innovadora que centralizará la supervisión de activos e integrará inteligencia artificial para mejorar el diagnóstico y fomentar la sostenibilidad. «Estas herramientas abrirán nuevas posibilidades para nuestros clientes y su forma de gestionar los activos industriales», añade.
Desde el principio, apostaron por un enfoque global, por llevar su tecnología a un mercado internacional, y aunque competir desde Asturias contra grandes corporaciones internacionales fue un reto enorme «logramos diferenciarnos con tecnología edge y soluciones totalmente autónomas que ofrecen simplicidad y efectividad. Hoy, más del 75% de sus ventas provienen del mercado internacional.
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