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R. FUENTES
AVILÉS.
Lunes, 27 de junio 2022, 02:49
Un día cualquiera el avilesino Daniel Suárez se enteró de que algunas personas invidentes quería estudiar Historia del Arte. Lejos de aparcar esa idea ... comenzó a dar vueltas a su joven cabeza de arquitecto y asombrado por la impresión 3D puso en marcha el proyecto 'To Infinity'.
Es una impresión en relieve, combinada con un juego de luces y sombras, capaz de producir imágenes vistosas, así que las personas ciegas pueden disfrutar de las obras de arte.
Daniel Suárez se reunió hace tiempo con la ONCE en Asturias y hace tres meses empezó una investigación en solitario, y siguió después con la ayuda del Centro de Empresas de La Curtidora. El resultado le ha llevado a entrar en Aptenisa y le ha llenado de motivación. Su primer trabajo fue 'La muchacha en la ventana' de Salvador Dalí y no pudo quedar más satisfecho. «Pueden tocar a la mujer, y sentir cómo tiene la posición de los pies, o los vuelos de la cortina, o que el oleaje del mar se vaya suavizando con la distancia».
«Cuando empecé a conocer las posibilidades de la impresión 3D me di cuenta de que había entrado en mi mundo y enfoqué mi carrera por ahí y ahora ha evolucionado mucho», manifestó. Él pensó que «tenía la herramientas para ofrecer lo que querían en la ONCE». Así consiguió volúmenes reales que las personas invidente tocan para conocer realmente cómo es una obra de arte.
Su proyecto va destinado a los museos, junto a los grandes cuadros. «El objetivo es que no se le niegue la cultura a nadie y aunque sean personas que por desgracias sean más desfavorecidas, se busque alguna solución para que puedan captar el arte que de otra forma se les está negando», aseguró.
También aspira a que su proyecto encuentre una puerta en la educación. «A mí me sorprendió, pero hay ciegos que quieren estudiar Historia del Arte y eso tiene su dificultad porque las simplificaciones que se hacen ahora de los cuadros son tremendas, y muchas veces es más aprenderse de memoria el discurso que hay detrás y saber a qué corresponde la parte que están tocando». En su opinión, «les haría más independientes porque acceden a forma y volúmenes que se corresponden con la realidad y no a representaciones más básicas».
Las personas invidentes podrán acariciar los cuadros y eso rompe la dinámica actual en la que se utilizan rayas y puntos, a modo de braille, de manera que las explicaciones no se acercan demasiado a la realidad, «Es crear una especie de miniescultura que se corresponda con los volúmenes reales de la pintura, claves que le ayudan a entender de verdad el cuadro», concluye Daniel Suárez muy contento por cómo empieza su futuro.
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