Knowhow Innovative Solutions (Khisgroup), constituida a finales de 2015, y surgida de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón. Según explica Tomás García, uno de los socios y fundadores, se especializan en dar solución «a todo tipo de marrones que tengan que ver integridad estructural ... y soldadura». Profundizamos con él en la gestión y evolución de la empresa.
- ¿Cómo surgió la spin off?
- En mi etapa de investigación en la Universidad, en la EPI, trabajábamos en muchos desarrollos relacionados con la caracterización y la mejora del comportamiento en servicio de materiales estructurales, principalmente metálicos (todo tipo de aceros, aluminios, etc.), y soldaduras. Estábamos consiguiendo, por ejemplo, obtener propiedades mecánicas de componentes con trozos muy pequeños de material, o multiplicar la vida útil de elementos estructurales y soldaduras, permitiendo optimizar espesores o cumplir con requisitos de calidad más exigentes. Allí conocí a uno de los socios fundadores, Joaquín García, que por aquel entonces trabajaba en otra empresa, y estaba al mismo tiempo haciendo el doctorado en nuestro grupo de investigación. Él veía mucho potencial en los desarrollos que hacíamos, y de hecho aplicaba muchos de ellos en su día a día en taller, por lo que, en cierto modo, sin saberlo y sin ser en un principio intencionado, podríamos decir que fuimos validando poco a poco un modelo de negocio.
- ¿Qué supone haber empezado en la propia Universidad? ¿Qué respaldo tuvisteis?
- Personalmente siempre tuve mucha actitud emprendedora, y tenía claro que quería aprovechar el doctorado para ir un paso más allá de la publicación de artículos científicos. Hacer una transferencia real a la industria. Y que mejor manera de transferir que a través de una empresa que además permita crear trabajo de calidad en la región. Eso suponía una gran motivación para meterse en este «fregao». También nos movía la motivación de involucrarnos en trabajos realmente técnicos y complejos, aprovechando todo el conocimiento que se había generado durante más de 20 años en nuestro grupo de investigación. Durante la última etapa de mi Tesis, empecé a poner la maquinaria en marcha, a asesorarme, a hacer planes de formación para emprendedores. Conseguimos involucrar también a los otros dos socios fundadores de la empresa, los catedráticos Cristina Rodríguez y Javier Belzunce, que fueron mis directores de Tesis. Cuando constituimos KHISGROUP, a finales de 2015, éramos 2 socios trabajadores, además de los dos catedráticos fundadores que nos asesoraban y apoyaban en asuntos técnicos. No obstante, al ser una spin-off oficial de la Universidad, teníamos el respaldo del grupo de investigación, de los laboratorios de ensayos y de los diferentes servicios científico técnicos de la Universidad. Actualmente, estamos en plantilla 8 trabajadores, de los cuales 4 somos doctores. También disponemos de 6 soldadores muy especializados, «pata negra», que colaboran con nosotros en las obras más exigentes.
- ¿En qué estáis especializados y cuál es vuestro grado de diferenciación?
- Nos gusta decir que nuestra especialidad es la solución de todo tipo de «marrones» que tengan que ver con integridad estructural y soldadura. Normalmente, los clientes acuden a nosotros cuando deben resolver un problema que requiere un análisis profundo, con un grado de especialización alto en comportamiento de materiales y soldaduras. Nos metemos en proyectos de gran responsabilidad. Y podemos ayudar a todo tipo de clientes: desde el fabricante, hasta el usuario final. Por ejemplo, imagina una planta que tenga un reactor que comienza a agrietarse, sin saber la causa. Nosotros podemos determinar la causa de ese problema, proponiendo reparaciones con seguridad, y además proponer mejoras en el diseño, en los procesos de fabricación, tratamientos posteriores, etc. que maximicen la calidad de ese equipo, y lo hacemos más seguro y duradero.
Desde el inicio, el mercado nos ha ido llevando también a no quedarnos en proponer las soluciones, sino en ejecutarlas. De este modo, hemos creado nuestra división de Manufacturing, y en nuestro taller hemos fabricado componentes para industria aeroespacial, farmacéutica, etc. También realizamos intervenciones de mantenimiento mecánico, recargues por soldeo, tratamientos térmicos in situ... Ahora mismo, nos encontramos soldando una quilla de 7 m para una embarcación de competición, en una aleación de inoxidable muy especial, y muy compleja desde el punto de vista de soldadura. Junto con el producto, entregamos un informe completo que determina cada cuánto debe inspeccionarse en competición, y si tiene algún percance y se agrieta, cuál es su vida útil para poder volver a puerto.
- Vais diversificando, por tanto.
- Una parte de la empresa tiene una alta especialización en robótica de soldadura, lo que nos permite diseñar instalaciones llave mano, con el compromiso de puesta en marcha y desarrollo de procedimientos y utillajes adaptados a las necesidades del cliente. También hemos desarrollado tecnologías de soldadura láser que integramos tanto en equipos manuales como en automatismos. Así que, ciertamente, tenemos un negocio bastante diversificado.
- La evolución de la empresa, por tanto, es buena. ¿Qué expectativas de crecimiento tenéis?
- La vorágine del día a día a veces no nos permite pararnos a pensar en lo conseguido en estos casi 5 años, pero cuando nos paramos da un poco de vértigo. Hemos pasado de una pequeña oficina de 25 m2 en el Campus de Gijón a una nave de más de 500 m2, y de ser 2 personas a gestionar equipos que en picos de producción alcanzan las 14-15 personas. Hemos realizado inversiones muy fuertes en tecnología, con el objetivo siempre de tener un alto grado de diferenciación en nuestros servicios. En cuanto a las expectativas de crecimiento, somos cautos pese a este gran crecimiento inicial. Creemos que ahora, y máxime con la situación actual, debemos asentarnos y maximizar el rendimiento de todos los recursos humanos y materiales de la empresa. Al tener un modelo de negocio con una fuerte componente de conocimiento, nuestro trabajo depende mucho de las personas del equipo. Hemos incorporado gente joven y apostamos fuerte por la formación continua, ya que todos los proyectos que nos llegan suponen enfrentarse a problemas que requieren mucho estudio y creatividad.
- ¿Cuáles fueron los principales obstáculos con los que os encontrasteis para la puesta en marcha?
- Partimos de un modelo de negocio en cierto modo validado con la experiencia previa del grupo de investigación en la Universidad. Además, tuvimos bastante suerte, ya que antes de constituir la empresa hicimos una labor comercial previa, y arrancamos con un proyecto grande para un cliente muy importante. Esto nos permitió tener un primer año tranquilo en lo económico, e ir ganando poco a poco clientes hasta tener actualmente en cartera más de 50. Desde el principio tuvimos mucha ayuda para la constitución de la empresa. En nuestro caso acudimos al CEEI, que nos facilitó enormemente todo el proceso administrativo y recibimos, igualmente, mucho apoyo del Centro Municipal de Empresas de Gijón. También obtuvimos una financiación del IDEPA para desarrollar nuestro primer proyecto de I+D como empresa. La inversión inicial que necesitamos también fue relativamente baja, por lo que en lo económico y burocrático podríamos decir que no tuvimos muchos obstáculos. Creo que los principales obstáculos quizá fuéramos nosotros mismos. Al ser personas muy técnicas, nos topamos con una parte de gestión empresarial que no conocíamos y que no es nada sencilla, aunque se pongan muchas ganas como fue nuestro caso. Los negocios, el trato con personas (clientes, trabajadores, etc.), requieren de un aprendizaje muy fuerte y una componente psicológica que se coge con la experiencia, y que para la que al principio reconozco que quizá no estuviéramos muy preparados.
- ¿La Universidad es un buen punto de partida para crear una empresa? ¿Hay buen enfoque dentro de la institución de los estudiantes hacia esa idea de emprender?
- Opino que en la Universidad hay mucho talento y buenas ideas, pero quizá falte un poco de «mecha» para poner en marcha proyectos empresariales. Quizá falte por parte de los investigadores, que generalmente prefieren obtener una plaza en la Universidad y no tienen una visión empresarial para los desarrollos que están haciendo. Quizá también porque, dependiendo de la investigación que desarrollen, poner en marcha un proyecto empresarial requiera de inversiones muy fuertes para adquirir por ejemplo equipamientos o materiales. Creo que, en este sentido, la propia Universidad, y la OTRI (Oficina para la Transferencia de Resultados de Investigación), deberían promover y facilitar con mayor intensidad la creación de spin-offs para explotar resultados de investigación. Nuestra experiencia hace 5 años fue que tuvimos que pelear bastante para que se nos reconociera como spin-off oficial de la Universidad. Al no explotar una patente concreta, y explotar conocimiento y metodologías sin patentar, parcialmente publicadas, nos costó bastante llegar a un acuerdo, y gracias a que fuimos muy «cabezones» y acudimos directamente al Vicerrectorado de Investigación, lo conseguimos. Pero puede que no todo el mundo sea tan tenaz como nosotros y se quede en el intento, y eso no debería ser así.
- ¿Cómo está, desde vuestro punto de vista o desde vuestra experiencia, el acceso a la financiación, tanto desde un punto de vista regional, como nacional?
- En este sentido no podemos hablar de una gran experiencia, ya que desde el principio fuimos poco a poco poniendo los cimientos de lo que tenemos hoy con los rendimientos que obteníamos de los proyectos. Sí es cierto que hemos encontrado muy accesible las ayudas a nivel regional, tanto para la realización de proyectos de I+D como las ayudas a la inversión. Por ejemplo, parte de lo que tenemos hoy en nuestra nave, y del software que manejamos, fue financiado a través de una ayuda del IDEPA para la inversión de las pymes. También a nivel local, obtuvimos ayudas del Centro Municipal de Empresas de Gijón, para hacer frente, por ejemplo, al alta de autónomos o al primer año de alquiler de oficina. Es de agradecer la ayuda que nos están dando con motivo del COVID, con una rebaja en las tarifas del alquiler. La poca financiación que tenemos ahora, para casos puntuales de tesorería o la compra de algún equipamiento, la hemos negociado directamente con los bancos. Hay que moverse y comparar, y en nuestro caso dimos con las fórmulas (y los costes) adecuados a nuestro negocio.
- Ventajas e inconvenientes de poner en marcha una empresa en Asturias
- Creo que, en Asturias, al menos para proyectos innovadores que es nuestra experiencia, hay muy buenas ayudas y centros de empresas para asesorarse y arrancar proyectos. Personalmente una ventaja clara es poder desarrollar mi vida profesional en el lugar que siempre he tenido claro que quería hacerlo. En cuanto a los inconvenientes, la mayoría que podría citar creo que serían más bien generales a nivel nacional. Considero que los impuestos para las empresas jóvenes son demasiado elevados, y que al menos en aquellas empresas que evidencien que están revirtiendo sus beneficios en inversiones para diferenciarse y en crear empleo de calidad, deberían tener una mayor flexibilidad fiscal.
- La pandemia ha supuesto para vosotros ¿un freno o un desafío?
- Veníamos con una inercia muy fuerte y proyectos que nos han permitido mantener el tipo durante esta época, pero sí qué es cierto que ahora que esa inercia se está consumiendo, hemos notado un bajón bastante grande en la solicitud de ofertas o trabajos. Gracias a que tenemos un negocio muy diversificado, creo que más que un freno se puede considerar un desafío: nos va a obligar a hacer una labor comercial más fuerte, y quizá a salir más al extranjero, pero si jugamos bien nuestras cartas creo que podremos salir reforzados de esta crisis.
- ¿Cómo se puede establecer un auténtico ecosistema empresarial en el Principado donde haya una eficaz transferencia de conocimiento en todas direcciones?
- Hay una buena estructura para crear ese ecosistema en Asturias, con diferentes asociaciones, clústeres y eventos que promueven esa transferencia entre empresas, así como crear sinergias y buscar oportunidades de negocio conjuntas. De todas formas, hay que tener en cuenta que a veces esa transferencia puede ser frenada por la competencia. Las empresas protegen mucho su conocimiento, porque es la base de su negocio y su ventaja competitiva. Por tanto, creo que se debería hacer un mayor esfuerzo en buscar puntos comunes en los que diferentes empresas puedan colaborar para un objetivo de negocio común. Que cada empresa sea muy especialista en su ámbito, y busque la colaboración (comercial) de las de su alrededor para mejorar sus productos y/o servicios. Y por supuesto, meter en la ecuación a la Universidad, pero más a través de spin-off que de grupos de investigación. Los grupos de investigación pueden ser muy buenos para proyectos o desarrollos a largo plazo, pero la industria demanda una agilidad a la que, generalmente, no son capaces de responder. Imagino que sobre todo por temas organizativos, burocráticos y por supuesto de dedicación a docencia. Esa respuesta sí la da una empresa privada como es una spin-off, con una mentalidad muy diferente en la que hay que facturar para poder sobrevivir.
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