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t De izquierda a derecha, Tamara Cubiella, Mariló Chiara, Lucía Celada y Andrés San José Martinez, con el microscopio de célula viva. E. C.
ISPA | Entender el ecosistema tumoral para nuevas terapias

Entender el ecosistema tumoral para nuevas terapias

Grupo en Cáncer de Cabeza y Cuello. La investigación del equipo de Mariló Chiara en el ISPA busca los defectos genéticos del tumor para decidir los tratamientos más eficaces en cada paciente

Domingo, 28 de marzo 2021, 13:27

Estamos muy interesados en conocer los defectos genéticos que tiene el tumor para poder decidir cuáles son los tratamientos más eficaces para cada paciente, lo que se llama medicina personalizada». Lo dice María Dolores, 'Mariló', Chiara, investigadora senior del grupo de Cáncer de Cabeza y Cuello del Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA). Y lo hace para explicar los cánceres en los que trabajan: los carcinomas de cavidad oral, laringe y faringe; los adenocarcinomas de las fosas nasales; y los llamados paragangliomas. Se trata, estos últimos, de «tumores que pueden aparecer en el cuello, el abdomen o el tórax asociados, a menudo, a síndromes de cáncer hereditario». Y aquí radica su principal interés investigador.

A nivel general, las tres grandes líneas del grupo (compuesto por nueve médicos, dos técnicos de laboratorio y una docena de investigadores) se orientan a identificar aquellos mecanismos que están implicados en transformar un tejido sano en tumoral y cómo o por qué se extiende, dando lugar a metástasis.

Nos centramos en el trabajo de la investigadora Chiara y su equipo.

-¿Cuál es el punto de partida?

-Para entender qué diferencia al tumor del tejido sano tenemos que analizar el comportamiento de los elementos más básicos de los tejidos: las células tumorales. Pero también conocer cómo esas células malignas interaccionan con otras presentes en el tejido tumoral, conformando una especie de 'ecosistema tumoral' cuyo papel es muy importante en el crecimiento del tumor, su expansión a otros tejidos, y en la respuesta a las terapias antitumorales.

-¿Cómo se desarrolla entonces la investigación?

-Cultivamos en nuestro laboratorio los diferentes tipos de células del tumor y teñimos cada tipo con un 'color' diferente para poder identificarlas al microscopio de célula viva -un equipo de fluorescencia equipado con incubadora en el que se pueden cultivar las células al mismo tiempo que se visualizan por videomicroscopía-.

-Ese sistema de microscopía 'time-lapse', ¿qué facilita en esta investigación?

-Nos ofrece la oportunidad de registrar en vivo y en tiempo real todos los comportamientos entre células tumorales y otras que no son malignas: ¿establecen contactos entre ellas?, ¿transfieren sus orgánulos intracelulares?, ¿hay cooperación entre los diferentes tipos de células para promover la invasión del tejido?

-¿Puede explicar con ejemplos cómo se ejecutan los estudios?

-Vamos introduciendo mayor complejidad a los estudios. Por ejemplo, usamos células tumorales que hemos modificado genéticamente en el laboratorio y así analizamos cómo un único defecto genético en el tumor puede afectar a su comportamiento. También hacemos pseudotumores, una especie de esferas tumorales para idealizar mejor el ecosistema tumoral. O hacemos bioimpresión de las células turmorales en tintas que asemejan el medio en el que se encuentran las células malignas. En todos estos sistemas hacemos videomicroscopía y vamos poco a poco aprendiendo la fisiología de las células tumorales.

Colaboraciones

El grupo de investigación de Mariló Chiara no se marca plazos para que sus trabajos den frutos. Al contrario. Invertirán «el tiempo que sea necesario» y, además, «poniendo en marcha todos los recursos de los que disponemos». Saben, no obstante, que alguna de sus investigaciones centradas en el estudio de la genética del tumor «pueden llevar a un beneficio clínico más inmediato» que otras investigaciones más básicas.

El equipo colabora con endocrinos y oncólogos regionales y nacionales proporcionando datos analíticos que ayudan, explica Chiara, «a predecir qué terapias pueden ser más eficaces». Añade que existe mucho trabajo en marcha en este ámbito, también a nivel internacional. En el caso de la línea de los paragangliomas, catalogados como enfermedad rara, el trabajo requiere «equipos grandes y proyectos colaborativos». Y, por eso, en el apartado de sinergias, menciona en Asturias al grupo de Epigenética del ISPA, a la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón o a Idonial; a nivel nacional, con médicos de varios hospitales y con investigadores del CSIC; y en clave internacional, con personal de la Clínica Mayo, el MD Anderson Cancer Center o la Red Europea de Tumores Adrenales.

Retos

«En Asturias afrontamos aún muchos retos que tenemos que superar», dice Mariló Chiara al preguntarle por el nivel investigador en nuestra región. Lo apunta después de asegurar que, en el caso de la investigación biomédica, la suya, establecer vínculos «eficientes y útiles para la sociedad entre los investigadores que hacen labor clínica asistencial y los básicos es fundamental en medicina». Y, en nuestra región, añade, ese camino comenzó más tarde. Espera Chiara, eso sí, que el ISPA sirva de plataforma para «reforzar vínculos» entre lo básico y lo clínico. «Creo que el nivel científico de la comunidad puede crecer de manera significativa, pero se necesita una apuesta clara por la ciencia en Asturias porque, de momento, estamos en los puestos más bajos de España».

Apunta, por último, que sería necesario reforzar el desarrollo de actividades científicas que involucren a varios centros e investigadores de distintas áreas.

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