«La inteligencia artificial tiene muchas ventajas. Apostar por ella es casi una obligación»

Hace cuatro años desde que Industrias Lácteas Monteverde, empresa fabricante del Queso Tres Oscos, implantó la inteligencia artificial en su proceso de producción. En la práctica se trata de un sistema que, teniendo en cuenta una serie de variables, recomienda qué lotes de leche, de los 100.000 litros que se reciben al día, son los más adecuados para elaborar cada una de las 63 presentaciones de quesos que se elaboran en la planta de Grandas de Salime. El proyecto 'QuesIA' fue posible gracias a la colaboración del centro tecnológico CTIC, cuyo director, Pablo Coca, valora ese carácter «pionero» de Industrias Lácteas Monteverde a la hora de apostar por esta tecnología. Pioneros o «atrevidos», como bromea el consejero delegado de la empresa, Enrique López, el caso es que cuatro años después están cosechando logros también en forma de reconocimientos. En marzo, el Club de Calidad le concedió el premio Carlos Canales-CEX a las Buenas Prácticas de Gestión. Y son finalistas en la categoría de Mejor Proyecto Económico de los premios que CohesionLabEU concede a iniciativas empresariales de toda España que hayan contado con financiación de los Fondos Europeos de Cohesión en Territorios en Riesgo de Despoblación.

El motor de inteligencia artifical, el algoritmo, fue entrenado por los maestros queseros de la empresa para que, tras identificar las características de cada lote de leche tomando como referencia quince variables (las proteínas, vitaminas o la grasa, entre ellas), recomiende a qué tipo de queso y a qué presentación –no es lo mismo un queso de barra que uno que se vende ya loncheado– destinar esa leche. «La inteligencia artificial te da una indicación, pero no puedes interpretarla como una orden de trabajo», anota López. Ahí, la inteligencia humana es quien tiene la última palabra, teniendo en cuenta otras variables (por ejemplo, la situación del mercado en ese momento) que escapan al análisis de la IA.

Pero su aplicación tiene considerables ventajas. López habla de un «triple efecto» positivo: «Garantizar aún más la trazabilidad y la seguridad alimentaria», que era el objetivo principal de la empresa; conseguir «la máxima calidad deseada por nosotros en cada una de las referencias». Y, por último, «maximizar la uniformidad del producto».

Así que lo tiene claro, el consejero delegado de Industrias Lácteas Monteverde no solo anima a otras empresas a seguir su ejemplo e innovar con la aplicación de la IA a sus procesos de producción, sino que «lo veo casi como una obligación». Además, «es una inversión fácil y de rápida implementación», añade.

Pablo Coca destaca el valor de la tecnología no para sustituir a las personas –enfoque que considera «erróneo»– sino para aumentar las capacidades de las personas. En este caso, el uso de la IA «libera al maestro quesero de tiempo para decicarse a otras tareas que aportan mayor valor a la empresa como hacer nuevas recetas».

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