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La Puerta de Alcalá, en Madrid, ha sido sometida a la mayor renovación de su historia. Las letras habían perdido lustre y la lluvia había fijado la contaminación y oscurecido la tonalidad del granito. Inicialmente era una rehabilitación estética, pero es que el monumento tiene, además, daños ocasionados por los cañones franceses durante la Guerra de la Independencia y varias fisuras en los elementos escultóricos que han producido incluso pérdidas considerables. Es el caso de una de las alas del ángel del remate superior de la fachada este.
De hecho, este remate –conocido como 'La Fama' –tiene bastantes grapas que ayudan a su fijación y evitan que pueda seguir fisurándose. Son reparaciones que se han llevado a cabo durante los últimos 150 años, pero ha habido una degradación continua en las últimas décadas.
Aprovechando las tareas de restauración y de revisión con personal in situ, el Ayuntamiento de Madrid consideró que era un buen momento para monitorizar la estructura del monumento, puesto que también su acceso está muy restringido por su importancia cultural y antigüedad. Esta tarea ha sido asumida por la empresa asturiana Ingenieros Asesores, con sede en Llanera, especializada en patología y monitorización estructural y perteneciente al grupo Envira Ingenieros Asesores (el mismo de la empresa Envira, encargada de monitorizar toda la red de calidad del aire de Madrid).
«El objetivo es detectar vibraciones excesivas que puedan estar influyendo en el monumento y captar posibles inclinaciones y apertura de fisuras con el propósito de poder realizar mantenimientos o medidas correctoras en fases tempranas de afección», explica José Blas Herrero, ingeniero en patología estructural de la empresa. Hasta ahora no se había hecho nunca, por lo que se desconocían las vibraciones a las que estaba sometido de manera continuada por el tráfico rodado o por el paso del metro.
Para ello, la empresa han instalado unos sensores IoT (de internet de las cosas o red colectiva de dispositivos conectados) que fabrican en Asturias, en sus instalaciones de Llanera, y que «permiten controlar en tiempo real y de forma remota la salud estructural» de la Puerta de Alcalá.
El 5 de diciembre la compañía colocó un sensor a las espaldas del ángel de dicho remate (el superior de la fachada este). La instalación fue sencilla. Corrió a cargo de uno de los inspectores de estructuras de la compañía y bastaron dos horas. «Una vez fijado y conectado a una fuente de alimentación (que puede ser por red eléctrica o por panel solar) ya es autónomo para recoger y enviar datos en tiempo real a través de internet».
Desde entonces, el dispositivo «recoge y envía datos cada cinco minutos sobre vibraciones medias, vibraciones máximas; temperaturas y humedades máximas, mínimas y medias, variaciones ante posibles inclinaciones de la estructura y evolución de una de las fisuras que se van monitorizando», especifica José Blas Herrero. Después, dicho sistema manda los datos a la plataforma 'on line' de Ingenieros Asesores, donde son almacenados, y a la que se ha dado acceso a los técnicos del Ayuntamiento. La monitorización evita que medios humanos tengan que inspeccionar de forma presencial el estado de conservación.
En el tiempo transcurrido desde el 5 de diciembre, «los parámetros están dentro de la normalidad. Si algo no lo estuviese en tan poco tiempo (un mes), sería sinónimo de preocupación porque o bien la grieta se habría agrandado en tan poco tiempo o porque el monumento se habría inclinado», apunta Herrero.
El Ayuntamiento de Madrid estudiará las vibraciones, «las correlacionará con el tráfico y el paso del metro en momentos de mucho tránsito y estudiará si tienen afectación a medio o largo plazo sobre el monumento». El dispositivo estará instalado al menos un año, pero la intención es mantenerlo mucho más tiempo. Por ahora, indefinido.
Ingenieros Asesores ya ha instalado este tipo de sensores en distintos edificios. En inmuebles de madera los colocan para medir inclinaciones y también en aquellos que lindan con otros en reforma o construcción, o con obras en excavación para poder comprobar a qué vibraciones están sometidos y posibles afecciones en la inclinación.
En el plano industrial también los hay en diferentes factorías e infraestructuras industriales, como silos, depósitos o puente grúa porque «cualquier evolución de cualquier patología puede tener efectos catastróficos sobre el personal de las instalaciones o sobre el medio ambiente».
También se han empezado a usar para medir crecidas inesperadas en los ríos o movimientos de tierras para poder enviar alertas antes de que se produzca una catástrofe.
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