Yolanda Veiga
Miércoles, 10 de agosto 2016, 17:21
Este verano en las playas de Villajoyosa (Alicante) además de bañistas, hay pokémons. Chapoteando en las aguas cristalinas que se extienden por tres kilómetros y medio de costa o al resguardo de la sombrilla que ha plantado algún madrugador. Un vecino se ha hartado y ha pedido a Nintendo que declare estos arenales «zona libre de pokémons». La petición la ha enviado a la plataforma Pokemons Free Zone, que recoge quejas de instituciones y particulares para liberar algunas zonas de planeta de la fiebre de estos muñecos de realidad aumentada.
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Lugares emblemáticos como el Taj Mahal, las cataratas de Iguazú o Petra y espacios como hospitales o colegios... eso de entrada. «En las escuelas se va a montar una gordísima», advierte Pablo Pascual, portavoz de la plataforma y director de la empresa de viajes 'Sociedad Geográficas de las Indias', que organiza tours turísticos a medida por el subcontinente indio.
«El otro día unos trabajadores de Fukushima no pudieron resistirse y salieron corriendo a cazar pokémons en la zona del Reactor Tres y el director de la central, lógicamente, entró en pánico. Dos chavales se colaron en una misa con los móviles porque había un muñeco dentro de la iglesia, ofendiendo a la gente que está allí por una cuestión de fe. Hay imágenes aberrantes de jugadores en el Museo de Auschwitz y es intolerable».
Reconoce Pascual que todavía «no ha pasado nada muy grave, pero podría ocurrir». Y rescata un ejemplo cercano: «unos turistas japoneses pararon el coche en medio de la autopista para salir a cazar pokémons en el túnel de la Rovira, en Barcelona. No tiene ni pies ni cabeza». No hay tantos ejemplos como pokémons, pero casi. «¿Hasta dónde va a llegar la fiebre? Están sucediendo cosas que no son de sentido común y se nos puede ir de las manos», advierte el promotor de esta iniciativa, que está recabando firmas además de peticiones para enviarlas a Nintendo. «La realidad aumentada nos parece una tecnología fantástica, y ahora está en nuestro bolsillo, pero hay que establecer una ética y una cortesía porque si no, dentro de dos años habrá decenas de aplicaciones similares y... ¿qué pasara?».
Ya está 'pasando'. Hace dos semanas un llamamiento a través de Facebook reunió en el centro de Madrid a 5.000 jugadores. La quedada era en El Retiro pero el Ayuntamiento de la ciudad pidió a los organizadores trasladar el evento a la Puerta del Sol para proteger el pulmón verde de la ciudad. Unos hicieron caso y otros no y en ambos puntos se vieron cientos de personas con gorras (para el sol) correteando móvil en mano. «De momento el mayor número de peticiones que hemos recibido es para declarar El Retiro zona libre. Imagínate cómo quedan los jardines después de que los jugadores corran y los pisoteen».
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Desde Asturias también han llegado quejas y se ha pedido declarar zona limpia de pokémons rincones tan emblemáticos como el santuario de Covadonga, la catedral de Oviedo, la iglesia de San Pedro de Gijón, la iglesia de Santa María de Lena. Incluso el mismísimo Camino de Santiago. Y es de esperar que la lista vaya engordando. «En los lugares declarados por la Unesco Patrimonio de la Humanidad no debería permitirse el juego. ¿Acaso a alguien que vaya a visitar el acueducto de Segovia le hace gracia ver a un chaval trepando por allí cazando pokémons?». También considera «de sentido común» proteger de la fiebre de la realidad aumentada «hospitales, centros de seguridad y de producción de energía, institutos y universidades...». Y un montón más de lugares que no son precisamente estos. «Se ha hecho una quedada en el cementerio de La Almudena porque decían que allí había muñecos valiosos. No hay sitios a salvo, cualquier día van a llegar a un campo de refugiados a jugar porque allí encuentran no sé qué figura. Hay que cortarlo ahora».
Recuerda varias veces durante la entrevista Pablo Pascual que no están en contra ni de Nintendo ni de una tecnología que abre tantas puertas. «Queremos que ellos mejoren el juego y hagan estos ajustes, no que tengan que intervenir las legislaciones de los países o las comunidades autónomas para controlarlo» (Irán es el primer país del mundo en prohibir el juego). Ya han hecho llegar al presidente de Nintendo, Tatsumi Kimishima, una carta para que «regule el uso de Pokemon Go en aquellos espacios públicos de una especial sensibilidad humanitaria, social, sanitaria, religiosa, de seguridad, estratégica y artística». No ha habido respuesta, pero creen que la habrá.
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También les están haciendo llegar las peticiones que van llegando a la plataforma, que antes pasan por un filtro para verificar «que la sugerencia es seria y detrás hay una institución, un colectivo... que la respalda». Aunque la iniciativa tiene sello español, sus promotores lo han lanzado a nivel mundial. «Hemos recibido peticiones de distintos lugares del mundo. Esta misma mañana llegaba una de México».
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