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Diego Sánchez y su padre, Carlos, a la salida del entrenamiento. A. GARCÍA
Toda una vida dedicada a Mareo

Toda una vida dedicada a Mareo

Diego Sánchez, lateral del filial, con opciones de entrar en la lista ante el Lugo, acude acompañado de su padre, que jugó en las categorías inferiores

ESTEFANÍA D. CARRUÉBANO

GIJÓN.

Viernes, 31 de diciembre 2021, 01:12

«El Sporting es mi vida porque me lo ha dado todo y yo... También lo estoy dando todo para estar ahí», apunta Diego Sánchez (Avilés, 2003). El lateral izquierdo, aún en edad juvenil, entró a jugar en Mareo con apenas ocho años. Esta es la undécima temporada que viste la elástica rojiblanca en las categorías inferiores del club. Este verano, casi como regalo del cumpleaños en el que alcanzaba la mayoría de edad, renovó. Ahora, ha disputado gran parte de los partidos de la primera vuelta con el filial sportinguista en Tercera RFEF.

Se le considera una de las grandes promesas de Mareo, pero él prefiere ser más prudente al respecto y asegura que no suele escuchar «muchas de las cosas que se dicen por ahí». «A mí lo que me gusta es pasar desapercibido, trabajar e ir ganando mi sitio poco a poco. Disfrutar del día a día, porque al final es lo que cuenta», explica el joven.

Además, compagina el fútbol con los estudios. Está haciendo el Bachiller nocturno para poder entrenar. Lo terminará este año. Después, quiere convertirse en ingeniero informático. «Sería otra meta más y con esfuerzo todo se puede conseguir», apunta.

Aunque estos días está «muy contento» porque ha podido entrenar con el primer equipo e incluso tiene opciones de entrar en la lista del primer equipo para medirse al Lugo, tiene la mente puesta en el Sporting B. Sabe que las cosas no son sencillas en la cantera. Tampoco lo es hacerse un hueco en el filial siendo todavía juvenil. «El puesto hay que ganárselo casi entrenamiento a entrenamiento», apunta Diego. «Estoy contento, pero es difícil. Para Sergio no hay ninguno fijo y si no trabajas día a día no vas a conseguir minutos o tener continuidad», añade.

«Todos queremos dar unos primeros pasos en El Molinón. Pero eso, al menos de momento, está muy lejos. Hay que centrarse en el día a día, pero claro, si se pueden ir cumpliendo cosas... ¡Pues mucho mejor!», sostiene con confianza y prudencia. «Me fijo mucho en lo que me dicen mis padres. Intento dar el máximo todos los días y no hacer caso a muchas de las cosas que se dicen por ahí», admite con humildad y los pies en la tierra.

Un esfuerzo en familia

Es de Avilés y aún no tiene el carnet de conducir, aunque precisamente esta semana aprobó el examen teórico. Dadas las circunstancias, su padre le lleva a entrenar siempre que puede. «Estoy muy orgulloso. Tengo que decir que hay mucho esfuerzo detrás de esto. En el fútbol no se regala nada. Algo innegociable, y él lo sabe, son el esfuerzo, sacrificio, trabajo, intensidad... Esos son sus valores a la hora de jugar al fútbol», afirma Carlos Sánchez. «Mi familia siempre ha estado ahí, ese apoyo a mí me motiva mucho», apostilla Diego.

Lo cierto es que la familia Sánchez ya era una vieja conocida de la cantera del Sporting. Carlos entró al club con ocho años, según él mismo relata. «Yo estuve desde la categoría de alevín hasta el filial. Fue casi media vida. Los colores en esta casa se sienten mucho», sostiene. «Yo creo que estuve, más o menos, desde el 78 hasta el 90», añade. Después, no pudo continuar unido al fútbol, pero trata de inculcarle a su hijo los valores que él adquirió de aquellos años.

Unos consejos que el joven quiere utilizar para cumplir su objetivo: «¿Un sueño? No solo jugar en el primer equipo... Sino quedarme siempre», sentencia Diego.

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