Victoria de prestigio en Vallecas

El primer acto fue bastante entretenido. El Sporting comenzó mejor el partido. No se arrugó. Fue a por el Rayo Vallecano sin tapujos, con las líneas adelantadas y con una presión asfixiante tras las pérdidas de balón.

Los locales se vieron sorprendidos por el ímpetu rojiblanco capitaneado por Pablo Pérez. El canterano fue el delantero elegido al que le acompañó Nacho Méndez tras la ausencia por lesión de última hora de Campuzano. Gallego dio un giro a la alineación al utilizar a Cumic y Aitor en la bandas. El plan de centrocampistas con toque de balón pasó a mejor vida con hombres verticales y rápidos en las bandas.

El atrevimiento inicial del Sporting dio sus frutos. Sin apenas haber generado peligro ninguno de los dos equipos, Pedro Díaz sorprendió a los presentes con un derechazo que se coló por la escuadra derecha de Luca Zidane. Así, como el que no quiere la cosa, el centrocampista se inventó uno de los goles de la jornada. Limpió el ángulo con un pelotazo al alcance de muy pocos.

El tanto llegó nada más cumplirse el primer cuarto de hora. Lo que, en teoría, supondría un golpe de aire para el equipo de Gallego terminó siendo el principio del fin del Sporting en el primer acto. Hizo daño al Rayo en su feudo y los madrileños, heridos fueron a por el empate.

Si en jornadas anteriores Mariño apenas pasó apuros, en apenas veinte minutos el gallego tuvo que sacar su mejor versión para librar a los rojiblancos. Bebé lo probó con una falta que le botó justo delante. Sacó el esférico como pudo. Cuatro minutos después no salió bien en un saque de esquina y Catena lo batió, pero apareció Pablo Pérez para evitar el gol desde la misma línea de gol.

El Rayo fue a por más y exigió al Sporting como pocos lo han hecho esta temporada. Tras las dos acciones de peligro, Bebé se plantó delante de Mariño. Algo escorado hacia la derecha, el atacante se sacó un disparo seco que el portero respondió con una mano prodigiosa. El rechace le llegó a Óscar y la fortuna sonrió al Sporting. El cabezazo del centrocampista se estrelló en el larguero y Babin despejó el peligro.

Lo mejor para los hombres de Gallego fue que llegara el descanso con el único tanto de Pedro en el marcador. Había que volver a colocar al equipo porque ni Pedro ni Javi Fuego ni Nacho Méndez fueron capaces de organizar el juego del Sporting.

El segundo acto comenzó con un cambio. Cristian Salvador, que se pasó calentando gran parte de la primera mitad, suplió a Pedro Díaz en la medular. El cambio fue obligado por molestias musculares del asturiano.

No tardó en realizar la segunda permuta David Gallego. Dio entrada a Gaspar en lugar de Cumic. De nuevo hombre por hombre para no variar el esquema inicial. El Sporting comenzaba a encontrarse cómodo sobre el terreno de juego con posesiones algo más largas de las que había podido disfrutar en la primera mitad.

No le gustaba lo que estaba viendo a Iraola. Su equipo pasó de dominar el partido con claras ocasiones de gol a sentirse incómodo en su casa, como si de un visitante se tratara en Vallecas. Por ello, pasó al ataque en las última media hora de encuentro con cambios ofensivos.

La idea del Sporting pasó por encontrar un contragolpe letal con un buen Aitor García. Si antes del descanso pasó desapercibido, en la segunda parte ganó protagonismo con internadas desde la banda derecha. La opuesta a la que comenzó el choque.

Justo antes de que Miguel Ángel Guerrero entrara al terreno de juego, Pablo García obligó a Luca Zidane en una buena falta desde la frontal del área. El lateral no dudó en rematar. Algo escorado estuvo cerca de marcar, pero el meta rival respondió a su zurdazo con una buena parada.

Con el Rayo volcado al ataque, el Sporting encontró espacios. Jugó bien. No se precipitó en busca de la sentencia y cuando pudo, administró el balón para que pasara el tiempo sin pasar apuros. Bien ordenado atrás, Babin y Valiente volvieron a ejercer de veteranos de guerra para comandar una defensa que apenas concedió a su rival en la segunda parte.

En la recta final el Rayo intentó buscar el gol, pero se encontró constantemente con el muro rojiblanco. Un muro que inició Pablo Pérez desde la punta de ataque. El canterano fue un ejemplo de sacrificio y esfuerzo para todos sus compañeros. Lo dejó todo sobre el terreno de juego para que el Sporting se llevara los tres puntos. Una victoria colosal rojiblanca ante un rival directo. Sencillamente extraordinario.