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A. MENÉNDEZ
GIJÓN.
Viernes, 17 de enero 2020, 03:16
No hay una sola persona más feliz que Bogdan Milivanov. «Estoy viviendo un sueño, no me lo esperaba para nada», exclama el ucraniano, meritorio debutante en el Sporting en el estreno de Djukic en El Molinón. En pleno invierno de 2003, su madre Anzhelika Milivanova ... recibió una llamada que cambiaría la vida de su familia. Al otro lado del teléfono, su hermana, Olga, que poco antes había emigrado junto a su marido Yuriy a Navacerrada, un pequeño pueblo al sur de Madrid para huir de la inestable Ucrania, trataba de persuadirla: «Ven a España. Aquí tendréis una vida mejor».
Le costó a Anzhelika convencerse de que esa huida de Lugansk sería el mejor plan de futuro. Su marido, Oleg, el padre de la familia, era jefe de bomberos. Ella profesora de educación física. «Le viene en los genes ser deportista. Siempre ha tenido un físico privilegiado, que le hace destacar», señalan en su entorno. Anzhelika, Oleg y sus dos hijos Eugenio, el primogénito, y Bogdan, un niño, tímido, sonriente, arrubiado de cinco años, se desplazaron a Kiev para emprender desde la capital ucraniana un viaje de cuarenta y ocho horas, un día y una noche durmiendo en autocar hasta llegar a la estación Méndez Álvaro de Madrid. Los inicios no fueron fáciles, pero la familia Milivanova encontró en Navacerrada un lugar perfecto donde crecer.
Los recuerdos más lejanos de Bogdan son corriendo detrás de un balón en la residencia de sus abuelos Nina y Olexander. Eugenio tomó una decisión: apuntarse al equipo de fútbol pista del colegio en Navacerrada. Ensimismado de su hermano mayor, Bogdan, con seis años, siguió sus pasos y se inscribió en el colegio. «Era más grande y más fuerte que los demás. Físicamente destacaba mucho», recuerdan en Madrid. Nunca dejaría de lado la pelota.
Pero el viaje al fútbol profesional se alargó. Y llegaron los cambios. El Atlético de Madrid le alistó en su cantera en 2013. Solo duró un año. Se fue a Alcobendas y con solo 16 años jugó doce partidos en la Tercera de Madrid. El Getafe lo firmó para su filial.
Allí se reencontró con el exjugador Rubén de la Red, retirado antes de tiempo por una anomalía cardiaca, por entonces entrenador del segundo equipo madrileño. «Por entonces Bogdan era un defensa muy serio y seguro», considera el excentrocampista del Real Madrid, que destaca la «disciplina» del lateral ucraniano. «Siempre ha tenido en cuenta la alimentación y ha destacado mucho a nivel físico», añade Christian Rutjens, su mejor amigo en mundo del fútbol.
A los diecisiete ya acumulaba minutos en sus piernas en Segunda B. Después llegó su penúltima parada. Firmó por el San Sebastián de los Reyes y llamó la atención de los ojeadores rojiblancos. «No hay nadie más feliz que él», aseguran sus allegados. «Ha estado perfecto», le ensalzó Djukic, su avalista.
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