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JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Miércoles, 13 de diciembre 2017, 02:59
A primera vista, Rubén Baraja (Valladolid, 1975) conserva el físico de su etapa futbolística. Con vestimenta oscura, sobria, alterada únicamente por un jersey azul y una camisa blanca, 'El Pipo' irrumpe en la escena de El Molinón acompañado por Miguel Torrecilla, quien le ha avalado con un contrato por lo que resta de temporada más una segunda campaña. Una apuesta de altura. «Es una persona con mucho liderazgo, muy positiva y con una gran dedicación», razona el director deportivo, gráfico en el retrato: «Los equipos de Rubén se han caracterizado por ser tácticamente muy ordenados; él es un enamorado de la estrategia a balón parado, un estudioso de los rivales que intenta que su equipo practique un fútbol agresivo también en lo ofensivo».
Las primeras palabras de Torrecilla, en todo caso, tienen un destinatario claro. Paco Herrera, el entrenador saliente. Al que mantiene en el recuerdo y que a esa misma hora se despide de la plantilla en el corazón del vestuario de Mareo. «Es un amigo antes de llegar a este club, mientras y después», matiza el salmantino, que explica con brevedad que «las circunstancias, los resultados y la situación clasificatoria nos han llevado a tomar esta decisión (la destitución)». Baraja guarda silencio y asiente. «Tengo un profundo respeto por la trayectoria de Paco Herrera», confirmará un poco más tarde.
Entre un punto y otro, arranca la etapa del entrenador vallisoletano, de 42 años, en el Sporting. Su vitrina rebosa de éxitos como jugador, sobre todo durante su prolífica etapa en el Valencia, pero como entrenador ha recorrido poco aún y asume un reto de magnitud. Pero, avisa, «en vez de asustarme me motiva venir al Sporting porque para mí es un orgullo». Se le aprecia feliz, responsabilizado y seguro. «Asumo está responsabilidad con naturalidad. Sé que tenemos que estar arriba y vamos a pelear por ello», dice. Y correcto. Sin estridencias, ni fuegos de artificio. Normal. Como su antecesor. Aunque a la segunda pregunta, sin estar atornillado todavía a su asiento, le caiga una del mercado invernal. «Es demasiado pronto», ataja con una sonrisa. Luego, retoma el hilo de otra cuestión y dispara, abrazando el riesgo. «El Sporting es un equipo puntero en Segunda y tiene que aspirar a todo. Es la mentalidad con la que vengo y tenemos la responsabilidad de poner arriba este club, con los mejores, y es para lo que vamos a trabajar», promete sin esquivar el objetivo. «Tenemos que ser humildes y ver las posibilidades que hay en esta plantilla, que no está en una buena racha y ahora genera desconfianza. Mi papel es liderar para que vuelvan a tener confianza y se suelten», completa el vallisoletano.
A un par de metros, delante de su campo de visión, le escuchan atentamente sus hombres de confianza: José Ramón Rodríguez, segundo de Baraja, y Manuel Poblaciones, su preparador físico. Una hora más tarde los tres dirigirán el despertar de esta segunda etapa del Sporting, que sigue pegado al discurso de Baraja. «Me motiva lo que significa el Sporting. He jugado aquí, incluso con la selección, y este club es uno de los mejores de España, no solo por lo que consiguió en su momento, sino por su cultura, filosofía y la pasión con la que se vive». Hay un martilleo constante sobre la presión que tendrá que soportar esta temporada, con el objetivo claro del ascenso y la rivalidad con el Oviedo, enmarañado todo por una mala dinámica de seis partidos sin victorias. No parece perturbarle. «Lo asumo y lo acepto porque sé lo que es el Sporting y que tenemos que estar arriba», insiste en un par de ocasiones. «Tenemos que colocarnos en las posiciones en las que debemos estar, pero tenemos el entusiasmo para conseguirlo. Este equipo tiene que sentirse anímicamente fuerte porque, además, ha estado ya este año en la parte alta».
El sistema y los jugadores
Quini se cuenta como oyente entre el público. Los miembros del consejo, mientras, siguen la comparecencia desde otra sala. El balón va imponiéndose a otras circunstancias. Aunque Baraja no quiere meterse tan pronto en faena. Al menos hasta comenzar a familiarizarse con su nuevo entorno y los futbolistas. Y, en ese punto, emplea un lenguaje más encorsetado. «Venimos utilizando un sistema con alguna variante, pero lo tenemos que ver en función de los jugadores, que son los protagonistas», subraya, considerando a renglón seguido que «trataremos de buscar el sistema con el que el equipo se encuentra más cómodo». Afloja un poco las riendas un par de segundos después: «Me gusta ser protagonista con la pelota. Hoy en día, además de por la exigencia del club, tenemos que ser capaces de atacar bien y generar situaciones en la portería contraria, pero eso incluye tener un equilibrio como equipo, saber defenderse y no recibir. La categoría lo exige».
Irrumpe El Molinón, irascible con sus futbolistas y con Paco Herrera en los últimos partidos, al calor de una caída de resultados. Asume 'El Pipo' Baraja que «tenemos que transmitir al público esas ganas y el querer ir a por los partidos, y estoy convencido de que nos van a seguir, porque esta masa social gana encuentros». Una bandera blanca y un estímulo para la tropa. No se detiene mucho tampoco el exfutbolista internacional en el voluminoso aspecto que presenta el parte médico, con Sergio Álvarez a la cabeza, aunque Lora y Xandao recibirán el alta médica durante la tarde. «El equipo tiene jugadores importantes que están fuera, pero lo más importante es que se recuperen bien y centrarnos en estos dos partidos que nos vienen para intentar sacar buenos resultados», sostiene. El Tenerife, en El Molinón, y el Granada, en Los Cármenes, sus preocupaciones.
¿Y la cantera? Tiene su hueco en la batería de cuestiones. Se apoya Baraja en un primer instante en sus orígenes como entrenador, localizados en las categorías inferiores del Valencia. «Creo mucho en los jóvenes», promete. «Y esta ha sido una de las mejores canteras de España y es una base en la que nos podemos apoyar, utilizando jugadores que den el nivel», amplía, antes de adquirir un mayor compromiso en su observación: «Si algo es destacable en este club es que hace poco tuvo un gran éxito a través de los chicos de la casa. Eso no me asusta. Veréis que cuando tenga que poner a un joven no tendré problema porque realmente creo en ellos».
Su breve trayectoria como entrenador profesional, con una temporada en Elche y una etapa más fugaz, de trece partidos, en el Rayo, no se escapa a las preguntas. No se inquieta con las cuestiones que aluden a su falta de experiencia, ni al escepticismo que ha podido generar su llegada en algunos aficionados. «Tengo que cambiar con resultados y juego la opinión de la gente que quizá no piense que yo sea la persona adecuada, pero no me preocupa porque tengo la tranquilidad de estar preparado para esta situación, y creo que hay tiempo para cumplir los objetivos», confía. Pisa a renglón seguido el césped de El Molinón, pero ni se acerca al banquillo. Media hora después inicia su gobierno en Mareo. Día uno de la era de 'El Pipo' Baraja.
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