Soporífera despedida del Sporting

Era de esperar. El Sporting cerró la temporada sin romper la línea deprimente mostrada en los once meses que ha durado una interminable temporada. Los rojiblancos presentaron una alineación varias novedades como Bogdan, Gragera y Gaspar, pero ninguno de los tres 'guajes' pudieron ofrecer su mejor versión en un choque marcado por la desconexión de todo el equipo.

El Molinón abrió sus puertas por última vez en la presente campaña y lo hizo para presenciar una nueva soporífera actuación del cuadro rojiblanco. La línea defensiva presentada por Djukic contó cuatro laterales con Cordero y Molinero como centrales y Bogdan y Damián Pérez en los costados. Un experimento que no resultó novedoso esta temporada, aunque en esta ocasión las bajas por lesión marcaron la decisión del técnico. Todo un despropósito de defensa.

Los errores fueron continuos para ayudar a que Cristo tuviera tres disparos relativamente sencillos para marcar, pero por fortuna para el Sporting el delantero del Huesca no estuvo afortunado hasta el minuto 72, que fue cuando marcó para adelantar a los visitantes. De no ser así, Djukic que hubiera ido goleado en su despedida como entrenador rojiblanco.

El preparador utilizó a Pedro Díaz y Gragera en la sala de máquinas. Ninguno estuvo afortunado. El primero no dio una y al segundo, que demostró tener calidad para asentarse en el primer equipo, se le vio excesivamente confiado sobre el terreno de juego, lo que le llevó a cometer errores. Su desmotivación fue la de todos en la despedida de la temporada.

Al igual que al centrocampista, Gaspar y Bogdan poco pudieron demostrar en la última jornada. El extremo dejó algún detalle, pero todavía le falta descaro cuando recibe el balón. Algo lógico y normal teniendo en cuenta que apenas ha disputado media docena de partidos con la camiseta del Sporting.

El mejor del partido, por decir algo, fue Nacho Méndez. Más que el mejor, fue el más acertado. Se dejó notar y asistió en un par de jugadas, pero Álvaro Vázquez no tuvo su noche. Jugar con la temporada ya finiquitada y tras un duro varapalo no debe ser sencillo. La depresión es mayúscula.

Los cambios en el banquillo comenzaron a sucederse y Djukic no quiso dejar escapar la oportunidad de volver a dejar a Djurdjevic en la grada por detrás de Berto. El resto, lo de siempe. Extremo por extremo, mediapunta por mediapunta y centrocampista por centrocampista. Nada nuevo.

Entre las permutas, Pedro Díaz dejó su sitio a Javi Fuego. Si el canterano no estuvo acertado, el veterano futbolista cometió un error en el centro del campo que sirvió para que el Huesca se adelantara en el marcador. Cristo encontró el premio que buscaba desde la primer parte.

Para variar, en los instantes finales se dejó ver Diego Mariño. Qué hubiera sido de este Sporting sin el gallego. Mejor ni pensarlo. El pitido final llenó de alegría al equipo de Míchel ya que la derrota del Cádiz le dio el campeonato. Mientras unos saltaban de alegría, los hombres de Djukic tomaban el camino de los vestuarios sin nada que celebrar.

Más que celebrar, lo que toca es olvidar. Será difícil. La aberración creada por Torrecilla y consentida por la directiva es de traca. Ojalá que lo peor no esté por venir. El futuro no pinta bien.