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J. L. GONZÁLEZ
ALGORFA.
Domingo, 24 de julio 2022, 04:22
Fran Correa es de Gijón y del Sporting. Si lleva una camiseta de manga es sencillo apreciar esto último: un tatuaje con el escudo del ... club rojiblanco y otro en recuerdo de Quini lucen en su brazo derecho. En 2014 vivió con intensidad el ascenso del Sporting de Manolo Preciado. Natural de Piedras Blancas, en aquella época jugaba en el Hispano. «Me estaba recuperando de una rotura de tibia y peroné y andaba con muletas. Aquella noche llegue a casa solo con una». Desde entonces han sido pocas las ocasiones en las que ha podido ver a su equipo. Emigrado ese mismo año a Torrevieja, ha tenido que conformarse con algunos encuentros sueltos, la radio, la tele y la prensa. «Tenemos pensado ir a verlos a Granada», explica junto a su padre, Pepe, que también vive en Torrevieja, mientras ve de cerca a sus ídolos, los jugadores del Sporting, entrenar a 35 grados en Algorfa. «Este año tenemos ilusión, ha venido al club gente que sabe. Los fichajes que han llegado me gustan, son gente comprometida. Y luego puede que lleguen Jony e Izquierdoz, hacen falta veteranos», destaca.
Fran Correa y su padre no fueron los únicos sportinguistas que se acercaron ayer a ver el entrenamiento del equipo. El club recibió mensajes de aficionados que se interesaban por saber si podíar ir a ver los entrenamientos, lo que llevó a los responsables de la entidad a declarar el carácter abierto de la sesión. «Todos aprovechamos para ver al Sporting cuando juega contra un equipo de cerca», explica Félix Fernández. El suyo es un caso curioso. Nacido en Gijón, cuando era muy pequeño sus padres se desplazaron a Torrevieja, donde reside actualmente. Pero ya sea por la influencia familiar o porque, perdida en los primeros recuerdos de la infancia, prendió la semilla sportinguista, Félix Fernández es tan seguidor rojiblanco como el que más. «Ahora, con internet, es más fácil seguir al equipo que antes, cuando había veces que no podías ni escuchar los partidos por la radio. Ser sportinguista en la distancia implica un poco de sufrimiento», señala este joven con acento alicantino al que le encanta tener Mareo más cerca para vivir mañanas como la de ayer.
El caso de Javier Navarro es también peculiar. Residente en Murcia, veranea en Torrevieja, es preparador físico y tuvo a sus órdenes a Kike Mateo. «De ahí viene mi sportinguismo. Siempre hablaba del equipo, de Mareo y de entrenadores como Preciado». Ariel Menéndez acudió un poco más tarde al entrenamiento, pero lo hizo con una clara misión: transmitir a su hijo de dos años y medio, también llamado Ariel, la pasión por los colores. «Soy de Orihuela, pero mi padre es de Cangas del Narcea y desde pequeño soy del Sporting a muerte. Ahora, al pequeño, me lo quieren hacer del Madrid o del Barcelona, pero ya me encargaré de enseñarle estas fotos».
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