El sportinguismo sufre en la leyenda negra de Ipurúa

Desde Corvera llegaron con antelación la familia Astorga Malnero: Alberto, Mónica y Diego. Una casaca rojiblanca y una camiseta del Eibar, con el nombre de Sergio, delataba su sportinguismo y vínculo con el Eibar. El canterano, que termina contrato este verano, les ha arrastrado en los últimos años a la ciudad 'armera' por antonomasia, sobre todo en los tiempos de Primera División. Ayer formaron parte de la pequeña colonia sportinguista que se instaló en Ipurúa, campo precioso tras la remodelación.

La conoció de primera mano el presidente Javier Fernández, guiado en su paseo por la instalación por su homóloga en el Eibar, Amaia Gorostiza, ambos acompañados por Javier Martínez y Joaquín. No faltaron tampoco en el desplazamiento Javi Rico y Noé Calleja. Garitano aprovechó bien los nuevos rincones de Ipurúa, con una sonoridad que permitía escuchar su firme voz durante la charla. Su equipo, de hecho, salió a calentar cuando el Sporting ya llevaba un buen rato, faltando menos de treinta minutos para el inicio.

En la grada vibraron una decena de seguidores, entre ellos, el incombustible Roberto Narváez, 'Milinko', que se estrenó en un viaje tras la irrupción de la pandemia con su tradicional homenaje a Anselmo López. Al mismo tiempo, más centrados en la grada, se dejaron notar varios miembros de la peña La 1905. Cada uno se las ingenió como pudo para conseguir una butaca en Ipurúa: invitaciones, alguna entrada de un alma caritativa local... Pelayo Hevia, Sergio Domingo y Javi Valdés narraban algunas de las peripecias para entrar.