Sporting | El sportinguismo se sube al tren de Djukic

Muchos tiran rápido del móvil y graban el momento. Miroslav Djukic, Goran Pandurovic y Arturo Martínez Noval se mezclan entre los aficionados en el momento que todos cruzan la idéntica cuesta que concluye en el campo número cinco. «Hola, hola», saludan los serbios. «Suerte, Miroslav. Ánimo Djukic», le gritan.

Pandurovic y Arturo, que continúa en el 'staff', conversan de forma distendida. Pandurovic muestra su lado más cercano con su nuevo equipo de trabajo. Djukic, sonriente, camina solo unos pasos más adelantado. «A ver si tenemos suerte con los serbios», desea un seguidor, vestido con una camiseta rojiblanca.

El campo número cinco está desbordado de aficionados. Todos buscan una esquina, un lugar, para seguir el entrenamiento. Muchos se agolpan contra las vallas. Incluso algunos, ágiles, se posicionan sobre la pendiente del número cuatro para seguir desde la alturas el entrenamiento. «Ahora sí, Manu, ahora hay que darlo, ¿eh?'» le anima un seguidor al atacante. Los jugadores, puntuales, equipados de amarillo, estiran en el verde. Djukic conversa con Javi López, Gonzalo Fernández y Pandurovic.

Los primeros instantes de Djukic en Mareo enseñan el otro lado del serbio. Distendido. Bromista. Pero, sobre todo, muy gestual. Miroslav Djukic desprende adrenalina en todo momento durante su primer entrenamiento. Mueve los brazos, corretea de un lado al otro y regresa al centro junto al resto de técnicos para continuar con las bromas. Se intuye rápidamente que Pandurovic, el segundo de 'Djuka', tiene mucho peso en el tándem y que su opinión será influyente. La complicidad entre los dos serbios es total.

Djukic sigue a lo suyo. Calienta como si fuera jugador, justo cuando los futbolistas estiran con Fran Albert. De repente aparece un vehículo del club que aparca en la esquina del campo. Se baja corriendo Djurdjevic, que acaba de aterrizar de un largo viaje desde Belgrado. Ovación para el serbio. «Llegas tarde», le bromean todos.

Primeras indicaciones de Djukic. Todos miran. Se dirige a uno de los grupos, en el que están Babin, Neftali, Espeso, Berto y Nacho. Pandurovic, a otro, capitaneado por Manu y Javi Fuego. Se inician tres rondos de mucha intensidad. «Rápido, rápido», insiste Djukic, con un balón entre las manos y un silbato en la boca. El serbio exprime a los futbolistas: «Reacción, reacción», «jugar rápido». El nuevo entrenador del Sporting parece, por momentos, un jugador más. Sigue la sesión pegado a los futbolistas y no para ni un segundo de indicar. Derrocha energía.

El entrenamiento supera la hora y Djukic programa un ejercicio con transiciones rápidas y muchas llegadas al área. Él se sitúa como hombre 'libre', como hacía en los noventa cuando era profesional. Detrás de la defensa, donde, en ese momento, están Babin y Cordero. No para ni un segundo de corregir la posición de los centrales. «No podéis perder el sitio. Eso nunca», exclama Djukic, que hace correcciones individuales con los jugadores y realiza distintos apartes. Pandurovic ahora observa desde la distancia.

La sesión se estira hasta los noventa minutos. Muchos aguantan el frío, que a esa hora ya inunda Mareo. Concluye el entrenamiento. Djukic y el cuerpo técnico continúan hablando en el campo y muchos seguidores solicitan fotos a los jugadores. «Soy guardameta, ¿me regalas tu camiseta?», le pide un niño a Mariño. «No puedo, tío», se disculpa el gallego con timidez.