La falta de puntería vuelve a condenar al Sporting

La falta de puntería comienza a ser preocupante en el Sporting. Cierto es, como dice David Gallego, que más grave sería que su equipo no creara ocasiones para marcar, pero también es cierto que generar peligro en el área rival y no marcar sirve de poco. Y en ese bucle se encuentran los rojiblancos.

El choque ante el Valladolid comenzó vertiginoso. En los primeros cinco minutos se vieron dos disparos a los palos. Aitor fue el primero en ver como la madera evitó su tanto, pero los visitantes no se achicaron. Weissman respondió con un derechazo que se estrelló en el poste para fortuna de Diego Mariño.

A partir de ahí, el equipo fue superior a los pucelanos. Pedro y Gragera se dejaron notar en la medular. Ambos, bien posicionados, se adueñaron del centro del campo lo que propició que el Sporting recuperara el balón en el campo contrario. La alta presión sirvió para que Djuka y Aitor en dos ocasiones tuvieran en sus botas el gol inicial.

Con el Sporting volcado en el ataque y el Valladolid esperando su oportunidad llegó el primer jarro de agua fría de la tarde. Bogdan, que no tuvo su tarde, cometió dos errores consecutivos a la hora de defender. Primero por no aguantar a su par en la banda derecha. Su precipitación ayudó a que los vallisoletanos colaran el balón en el área. Después, la mala fortuna hizo que el centro acabara en sus botas tras un rechace y no acertara en el despeje. Bogdan volvió a enviar el esférico al corazón del área donde Aguado colara por la escuadra izquierda de la portería de Mariño su disparo.

El gol encajado desdibujó al Sporting. Con más corazón que cabeza intentó igualar la contienda antes del descanso, pero el gol del empate nunca llegó. Gallego necesitaba dar la vuelta al partido desde la charla del intermedio y a punto estuvo de hacerlo si no llega a ser por la escasez goleadora de sus futbolistas ofensivos.

La segunda parte se inició con un Sporting que cogió la riendas del choque. Gaspar pudo empatar tras un centro desde la derecha, pero su cabezazo lo palmeó Roberto para evitar el gol del canterano. Literalmente al rojiblanco le faltaron centímetros para que el meta rival no llegara al balón.

Los hombres de Gallego se vinieron arriba y reaccionaron al empuje de la grada con la posesión del balón. De nuevo Gaspar pudo empatar tras una buena acción colectiva. El jugador de banda se encontró con una dejada de Villalba a la altura del punto de penalti. Algo escorado hacia la izquierda, Gaspar se acomodó para disparar con su pierna derecha. Con El Molinón casi cantando gol, su remate no cogió la rosca deseada por el futbolista y Roberto vio cómo el esférico se iba directamente fuera acariciando su palo izquierdo.

Lo peor para los locales es que su ataque de rebeldía duró poco más de veinte minutos. El equipo se vino abajo físicamente y le dio un respiro al Valladolid que aprovechó para que corriera el tiempo. Weissman probó a Mariño con un disparo seco y centrado. El meta respondió con un buen despeje.

Lo que pocos se imaginaban es que un nuevo error defensivo terminó por aguar la fiesta en El Molinón. De nuevo Bogdan se equivocó a la hora de sacar el balón en la banda derecha. Estuvo blando ante Roque Mesa y este le birló la cartera. Lo peor es que el centrocampista apuró la línea de fondo para poner un centro raso al borde del área pequeña y se encontró con un inexplicable despeje de Gragera que prácticamente asistió a Plata para que marcara el segundo tanto de la tarde para el Pucela.

Gragera es un futbolista extraordinario que comete errores de bulto. Su exceso de confianza cuando le llega el balón ya le ha supuesto más de un susto al equipo. Esta vez su despeje de tacón lo pagó caro. Quizás por ello, Gallego le mandó al banquillo a los pocos minutos.

Lo bueno para el Sporting es que Djuka recortó distancias dos minutos después de que Plata silenciara El Molinón El delantero cabeceó un centro de Aitor para dar vida a su equipo, pero los rojiblancos murieron en la orilla.

La segunda derrota consecutiva del Sporting no es alarmante. Son circunstancias que se pueden dar a lo largo de la temporada. Lo que sí empieza a pitar es la falta goleadora del equipo. Crea muchas ocasiones, pero perdona demasiado. Y eso en el fútbol profesional se suele castigar. En cuanto a los errores groseros, si son esporádicos no pasa nada aunque habría que corregirlos, si son repetitivos se terminarán convirtiendo en un gran problema.